martes, 29 de diciembre de 2009

Gran Teatro Nacional del Perú, la huachafería del ignorante

Al observar aquellos recintos como la Scala de Milán, el teatro Bolshoi en Moscú, nos dudamos del buen gusto que tuvieron sus constructores, influenciando de alguna manera a otras similares alrededor del mundo, buscando siempre las mismas características de originalidad, sobriedad y buen gusto en su diseño y construcción; cosa muy distinta, estoy seguro observaré cuando concluyan el más importante teatro peruano, berreado con grandes pompas, luego de enterrar simbólicamente ese característico pañuelo blanco aprista, como queriéndonos recordar el poco apoyo que tiene en las encuestas el actual presidente de la republica, Alan García.
Cuando escuché que en Lima se iba a construir un gran recinto para el arte y la cultura con las dimensiones del denominado “Gran Teatro Nacional”, lo primero que se me vino a la mente, fue saber qué características le darían sus diseñadores, conociendo la idiosincrasia del peruano y en particular del limeño. Y luego de ver el diseño virtual noté que sus creadores le estaban dando al proyecto esa marcada influencia del capitalino, el gusto que tiene ese obligado apátrida con su pensamiento enfermizo de un imaginario inmigrante italiano del barrio del pescador de El Callao, impregnándole en el proyecto todo ese espíritu y  dándole con esto la desagradable  imagen de un funcional centro comercial al futuro recinto de la cultura peruana.
Una de las diferencias con aquellos famosos teatros -anteriormente nombrados-, seguro, será, que en su construcción intervinieron los mejores arquitectos de su época en aquellos paises, mientras tanto en estas tropicales y relajadas tierras sus creadores los elijen a dedo, sin tomar en cuenta a los mejores. Claro, que encontrar a los mejores, quiere decir a aquellos creativos que logren plasmar en sus diseños la verdadera, rica y variada cultura peruana, -de esos- seria mas difícil de encontrar que tierras raras en el jardín de tu casa.
Nótese ese mal gusto del peruano medio, sobre todo cuando es apegado a manifestaciones que siempre raya la cursilería. Ejemplos tenemos muchos, desde aquellas élites  poco aficionadas a la buena lectura, pero, -eso sí-   presurosos cuando se trata de  aplaudir la salvajada de las corridas de toros. Transitando tambien por los grandes conciertos de grupos pasados de moda que no llenarían ningún estadio en Londres ni Nueva York, pero si, nuestro conocido estadio nacional o si no cuando tienen el mal gusto, sobre todo la clase media, por grupos simplones del  mundo anglo, desconociendo a un Hall & Oates o a un Michael Mc Donald, por ejemplo.
Ese mal gusto solo es producto de la poca cultura que tiene el peruano promedio, desde aquel ocupado empresario miraflorino hasta ese humilde peatón de San Juan de Lurigancho; todos reflejo de una educación tercermundista, sin misión ni visión  y que no pasaría ni el más mediocre  examen de acreditación.
Ese gran teatro seguro que será terminado de construir y significará un gran aporte a la cultura de nuestro país. Pero, también estoy seguro que la poca imaginación de sus diseñadores harán de él una muestra más del mal gusto que tiene una sociedad que crece sin identidad ni sentido de pertenencia, propio de países en vías de desarrollo que carecen no solo de recursos sino sobre todo del mejor conociento y  cultura.

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