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domingo, 2 de junio de 2013

Henrique Capriles y las pirañas hambrientas



En la actualidad, si en algo se perecen las republicas que liberó  Bolívar,  es que poseen una  inconfundible clase política, en su gran mayoría: corrupta, caudillista, autoritarios y antidemocráticos, fervientes supersticiosos, y obviamente poco racionales que recaen permanentemente en sus viciados instintos. Son los comerciantes más barateros, cuando de regalar los recursos naturales de sus distintas patrias se trata. Y salvo por sus diferentes acentos, toda esta numerosa masa de políticos deberían de tener el mismo pasaporte porque dan la impresión de descender de un mismo tronco genealógico.  Todas estas corrompidas  peculiaridades de estas pirañas hambrientas son las únicas culpables de que sus poblaciones les tengan inquina  y les hayan perdido la fe,  porque han exagerado en su papel de aves de rapiña.  Los partidos políticos que fundan en su gran mayoría carecen de bases  democráticas socavando de este modo las mínimas condiciones para que en un futuro cercano  hagan posible la consolidación no solamente de estas organizaciones si no también del sistema democrático en sus respectivos países. Pero sus tiránicas maneras al final harán  que estos remedos de partidos políticos terminan reduciéndose  a una chacra más o el feudo de la familia que puso la primera piedra.
Sus poblaciones mayormente devotas y desesperadas ante semejantes representantes, pierden la brújula y el sentido de la realidad, llevándolos en sus devaneos a elegir la mejor toxina para  acabar con esa enfermedad de subdesarrollo. Ponen así en el poder y con todas las expectativas que viene al caso,  líderes  que supuestamente acabaran con sus problemas. Grave error, porque, solo harán que estos se multipliquen y  terminen peor que cuando los eligieron. Al final esta improvisada  cura terminará siendo peor que la enfermedad.
Así,  aparecieron como setas en estas republicas bolivarianas: los Fujimori, los Morales, los Correa, los Belaunde, los Chávez  y  los Velasco. Todos estos mandatarios llegaron al poder en sus determinados paísescasi siempre, utilizando las mismas rutas. Y sus poblaciones los cargaron en sus hombros porque se soplaron ese discurso  que atacaba a  esa abyecta clase política, pero,  al final, ven el verdadero rostro que estaba detrás de esa máscara reformista y se  dan con la ingrata sorpresa  que son igual a los que tanto criticaban, finalizando este culebrón en una  situación peor que cuando la iniciaron.
Venezuela se encuentra en un periodo muy crítico  de su historia y lo peor que le pudo ocurrir a su democracia fue la muerte de Hugo Chávez, porque hoy su imagen sigue presente, sobre todo,  ayudado por el carácter mítico que le han dado a su recuerdo  sus herederos y también  en gran medida por la excesiva religiosidad y poca instrucción de su pueblo
Cuando uno ve y escucha en sus distintos discursos a Capriles  y sobre todo cuando  observamos sus gestos y movimientos, notamos que es el típico representante de esa clase política que habíamos descrito anteriormente. Su interés por mejorar a su país es el mismo que tenía el impresentable compadre de Alan García: Carlos Andrés Pérez.   
Capriles y los que están detrás de él no traerán nunca las soluciones para un país con tantos problemas como Venezuela.
El chavismo tiene un gran reto para sobrevivir con Maduro,  pero,  también el retorno y subsistencia de la democracia venezolana están muy lejanos,  si en este momento, se cuenta como único rostro que la represente a ese tal Capriles  y las pirañas hambrientas que hoy están detrás de él.

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