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jueves, 30 de diciembre de 2010

Alan García Pérez el mejor presidente de la historia del Perú



Aun recuerdo a ese profesor de religión de gordas manos y uñas amarillentas, alto, cano y de voz muy gruesa y siempre con su boca seca, expeliendo un aliento a tabaco que se podía sentir a metros. Los evangelios y la doctrina católica se volvían una tortura no solo para mi, si no para el resto de mis compañeros. Ese suplicio solo podía ser contrarrestado respondiendo con una total y constante falta de atención acompañados de juegos y bromas que muchas veces llegaron a colmar la paciencia de ese fumador empedernido. Las lisonjas de mis compañeros llevaron una vez a los límites de la tolerancia de ese cura apellidado Málaga al romper en su ira descontrolada una de sus reglas de madera en la espalda del más indisciplinado del salón.
Para nadie es un secreto y sobre todo para un peruano que ha vivido la obligatoriedad de la enseñanza del curso de religión en las escuelas o colegios secundario que siempre fue visto como de “relleno”, una asignatura inerte sin fines ni objetivos claros, al que uno sabia que lo tenía que pasar si o si, aunque esa historia de Adán y Eva te pareciera tan difícil de creer como el resto de su contenido, pero tenias que fingir que era cierto toda esa fabula para poder aprobarlo. Pero con el tiempo te das cuenta que ese inofensivo curso era dictado con una obligatoriedad que al final le traería consecuencias fatales para la mente de ese pequeño receptor, creándole al niño y adolescente la idea malformada de pensar que no tenía otra opción de pensamiento, -en realidad no le daba opción para tener otro tipo de pensamiento, condenándole a ser –dentro de otros males- un eterno supersticioso, una eterna alma en pena en busca de -como en este caso- la religión católica o de cualquier otra u otras, por esta razón observamos la cantidad de sectas que aparecen en nuestro país y sorprendiéndonos además nunca les son escasos los feligreses, peruanos y peruanas en una constante búsqueda por encontrarse alguna creencia que se ajuste a su religiosidad formada desde pequeños.
Esa persona adulta desde niño se vio obligado -sin darse cuenta- a ser seguidor a una religión que él nunca eligió, con el tiempo y en represalia su subconsciente hábilmente le hacía ausentarse de aquello que le había sido impuesto, como cuando dejo de ir a misa y dejar de creer en toda o parte de esa doctrina, pero debido a su desconocimiento, se detuvo ahí, marcándose su propia frontera religiosa y convirtiéndose en un católico no practicante. Este no le hará atreverse a dar ese siguiente paso porque desde esa escuela y con el curso de religión aprendió a sentir temor a creer que está haciendo algo muy malo, si al menos se le pasara por la cabeza alejarse de aquella religión, creando un ser extremadamente supersticioso y de esta forma nunca se atrevería a alejarse de esa idea tan enquistada de dios, así sea este uno propuesto por el Vaticano o algún gran maestro de las santos de los últimos días.
La libertad de pensamiento es un derecho inalienable que en nuestra constitución política está bien establecido pero en la práctica –como tantas otras leyes- significó siempre un saludo a la bandera, hasta ahora, porque hace algunos días el hoy presidente Alan García Pérez nos ha demostrado que -en el fondo- el vivir buenos años en Francia sirvió de mucho para que su cerebro le diera precisión y templanza a su diestra para firmar aquel decreto que daba la igualdad religiosa para todos los peruanos, un gran avance, si sabemos que con esto el curso de religión ya no sería obligatorio.
Entendemos que en esta sociedad de hipócritas muchos lo habrán tomado en silencio, pero para los que creemos en los derechos fundamentales de las personas sabemos que es un hito histórico y que fue el único presidente que se atrevió a firmarlo porque hábilmente por un lado decretaba a los peruanos obligados devotos del señor de los milagros y por el otro daba la legislación para que un niño tenga la libertad de elegir con su desarrollo autónomo la religión o la creencia que el vea conveniente, y sin que para ello deba sentirse obligado a una vulnerable corta edad como lo que existía en nuestro país. Con esto la educación pública se irá convirtiendo en la más demócrata dejando la intolerancia y la censura a esa enorme cantidad de colegios católicos o a otras pertenecientes a las distintas religiones existentes.
La secularización de la educación en los Estados unidos se dio desde su fundación en 1776, en Francia desde 1789, en el Reino Unido desde 1688, y en nuestro Perú se va dar comienzo recién con este decreto. Te das cuenta en cuestión educativa cuanto es nuestro retraso, ahora ya sabes a quien echarle la culpa de la pasada mediocridad peruana y todo lo que acarreo como consecuencias de esa irracional imposición.

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