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miércoles, 26 de enero de 2011

Karen Espejo y sus nocivos migrantes

Esta historia comienza hace algunos días después de leer aquel reportaje en el diario La República, sobre el decadente estado en el que se encuentra una importante arteria del centro de Lima, recordando su extraviado pasado aristocrático y describiendo además las causas de su actual deterioro.
Entre todo ese cúmulo de palabras impresas hubo algunas que me sonaron a letra bastardilla, infamias que se fueron instalando en mi mente para obligarme a teclear y levarme al mismo tema de siempre, los prejuicios.
Esa cita decía: “La llegada de migrantes, la crisis económica y el terrorismo terminaron por ahuyentar, a fines de los ochenta, a los lujosos negocios que allí se asentaban”.
Seguro que para alguno de ustedes, no encontrarían nada de raro en estas expresiones, lo entendemos, pero quiero hacer un alto en la palabra “migrantes”; porque al querernos resumir las razones que provocaron la actual decadencia de esa conocida arteria y en realidad de todo el centro histórico limeño, esa periodista, pone como primera causa a los migrantes. No tengo la suerte de conocerla, pero cuando leí aquellas expresiones me la pintaron de cuerpo entero.
Esa plaga de ruines forasteros a la que ella hace referencia en su reportaje jugaron el papel más importante en la tarea de derruir esa antigua hermosa ciudad, dejando en segundo plano a otros factores como la terrible crisis económica que sufrió el Perú desde mediados de los setentas y que se fue incrementando con los años, agudizándose durante la década de los ochenta y terminando por descrismar el país a comienzos de los noventa. La falta planificacion de las autoridades y tambien de recursos en los gobiernos municipales y en realidad en el presupuesto del estado provocado por esa aguda crisis, para esta periodista, no influyeron para que esos presupuestos menguados no alcanzaran para el mantenimiento de una ciudad y de un país, provocando un crecimiento desordenado y sin brújula.
Para esta periodista el terrorismo, la violencia en el medio rural, las matanzas y el arrasamiento de pueblos enteros en las aisladas estribaciones andinas, no fueron motivos suficientes para obligar a miles de campesinos a migrar a una ciudad que estaba en mejor situación si la comparamos con lo que aquel migrante dejaba atrás: pobreza, desempleo o quizás algunos matarifes con pasamontañas o uniformados que los esperaban impacientes entre esas frías estepas y montañas andinas.
El oscurecimiento de los burdos muros afrancesados de la capital no se debían al hollín dejado por unas destartaladas chatarras, si no a esos miles de migrantes de rostros andinos que merodeaban sus calles, haciendo de ellos, por ese simple hecho, la primera causa de la decadencia de ese centro histórico.
Aquel hombre o mujer migrante de no ser por sus habilidades de sobreviviente, no se hubiera atrevido a venir a esta ciudad y vender sus cachivaches en esas calles que algunos huachafos de comienzos de siglo habian intentado en vano darle un ambiente parisino a esta ciudad que más quedó con el cursi tufillo de una “afrancesada” Saigón anterior al desastre de Dien Bien Phu.
Para esta periodista todo este drama no era suficiente para que esos miles de refugiados se atreviesen a abandonar sus hogares en los Andes para abarrotar las calles de una ya desamparada Lima; el terrorismo y la crisis económica que sufrió nuestro país, fueron menos destructivos que la llegada de esos millones de migrantes. Probablemente lo mismo habrían ocurrido allá por los años setenta con los urbanistas neoyorquinos, cuando hablaban del estado decadente en el que se encontraba Times Square, lleno de delincuencia y violencia callejera, seguro , las autoridades culparon a los migrantes puertorriqueños o italianos de su desgracia. Quizás, también los británicos, cuando tratan de recuperar algún barrio histórico de Londres, antes de hacerlo, responsabilizan a los migrantes de su deterioro.
Ese sigue siendo el problema del limeño actual, los prejuicios. Esta periodista no escapa de ello, porque bajo ese cariz insalvable nombra a los migrantes como el primer causante del deterioro urbano. Bajo ese raciocinio entonces estaríamos hablando que las ciudades no deberían crecer nunca, cuando todos sabemos que las migraciones son fenómenos que se han dado en todas las grandes ciudades de Latinoamérica como Buenos Aires, Sao Paulo o México o es que jamás pensaron que nunca se iba a poblarse Lima. Seguro para estos hubiera sido preferible, mantenerla permanentemente como aquella pequeña villa de alrededor de cien mil habitantes de comienzos del siglo XX, esperando poblarla seguramente con el tiempo, con esos millones de inmigrantes, no de Junín, Cajamarca, Ancash o Puno, si no , de unos desesperados tiroleses o sicilianos.
Que esperaban. Para esos minusválidos de coherencia, pero eso sí , atestados de prejuicios, qué características deberían haber tenido el tipo de inmigrante que iba poblar su ciudad, haciéndo de ella la metrópoli que es ahora, seguro en sus cuadriculados céfalos soñarían con miles de inmigrantes italianos como en Sao Paulo o Buenos Aires; entiéndanlo -y espero no herir susceptibilidades trasnochadas-, estas tierras para los europeos nunca fue visto como un atractivo foco de inmigración porque siempre fue percibida tan lejana e imposibles de poblar ya sea por su clima u otros factores como el Bután o el Himalaya.
Ese raciocinio equivocado es una de las causas de que Lima sea ahora una ciudad anómala desordenada, sin espíritu, violenta, fraccionada e incomunicada, en donde la población no se siente identificada con su ciudad como si sucede hasta con el habitante de Bogotá.
La decadencia de algún sector de la ciudad se debe a muchas causas y no solo se limita a la venida de nuevas gentes.
Qué delito han cometido los migrantes si lo único que han hecho es intentar buscarse algún bienestar en la urbe, ya que en el campo les ha sido negado. O es que cuando llegaron las oleadas de migrantes pobres a Barcelona, Nueva York o Santiago, treinta o cuarenta años después culparían de sus problemas urbanos a sus antiguos migrantes o a sus descendientes.
Los prejuicios los encontramos de todos los tipos y nuestra sociedad peruana -que ya la conocemos-, está plagado de ignorancia e incultura, porque la incultura va de la mano con la religiosidad -una muestra de ello son las expresiones del curita Bambarén-, todo esto sirve como el mejor caldo de cultivo para que aquellas ideas trasnochadas provoquen conceptos errados confundiendo permanentemente a las personas e induciendo a la crítica para cualquier mente lúcida que logre percibirlas.

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