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lunes, 8 de junio de 2009

El huevo de Genaro Delgado Parker




En los últimos veinte años en la vida de este cómico país a través de la televisión, hizo su aparición siempre de forma esporádica la figura de los hermanos Delgado Parker destacando de todos ellos nítidamente la presencia de Genaro.
Con el correr de los años, como todos aquellos que se la dan de pendejos eternos en este “mercadillo popular” en el que se ha convertido nuestra sociedad, terminan en el ocasos de sus carreras desprestigiados por toda esa mierda que soltaron con ventilador durante sus años de señores de esta chacra en la que convirtieron a este deprimente país.
El huevo que reventaba en el rostro de Genaro esa noche, lo volvía a esa realidad de carne y hueso, sintiendo en carne propia y dándoles en la yema del gusto a los que lo despreciaban por el abuso y la burla a las que sometió cuando eran sus trabajadores.
Genaro Delgado Parker, representa eso, al típico empresario peruano que durante sus primeros vagidos y balbuceos,  heredó de su madre,  seguro una típica mujer conservadora, católica a morir, racista honorable, y amante pasiva de un marido civilista que le apestaba el Perú y miraba a los militares como una salvación contra esa, a veces, incontenible indiada salvaje, amamantó  con su  leche  una peculiar y degradada escala de valores  que viene desde la época de la conquista: cuando una bárbara gavilla de bandidos llegó en 1532 a estos territorios y al verse con tan tremendo botín, no se les ocurrió  mejor idea que eliminarse entre ellos.
Ese modelo de conducta, lo plasmaron en el Perú sus hijos y los hijos de sus hijos. Es la filosofía del encomendero: rezar sin trabajar, dejando el esfuerzo a esa gran masa de indios explotados y esclavizados. Ese tipo de pensamiento colonial se fue enquistando en la mente del empresario peruano. El burgués peruano no ha evolucionado, como no ha evolucionado el país. Este país fracasado es el producto de esa burguesía ineficiente, fracasada y llena de prejuicios.
El libre mercado a hecho de Taiwan y Corea del Sur lo que son ahora y tiene a Tailandia con un 10 % de pobreza. En el despegue económico de estos países tuvo mucho que ver la calidad de su clase empresarial. Los empresarios de estas verdaderas potencias emergentes tienen la autoestima y la eficiencia suficiente como para progresar ellos y dejar progresar al resto de su población;  y no son la clase de empresariado,  como el peruano, en donde, campea la argolla, la falta de creatividad, de competitividad, la pendejada y escasea la innovación, la disciplina y la siempre necesaria eficiencia.
Genaro Delgado Parker es el más claro ejemplo de esto, sumido en esa corrupción moral, viven en una felicidad sicodélica seguramente de la cocaína que inhalan, conformándose con  la dignidad del más elegante comerciante sajón de opio de finales del siglo XIX y doran sus cuerpos grasosos en alguna playa apartada de Asia o Miami.
Él, en este momento estará mirando al Perú lamentándose del furibundo huevazo y soltando quizás una irónica sonrisa que solo emiten aquellos embaucadores que han aprendido a burlarse de ellos mismos cuando les falla alguna de sus ocasionales víctimas.
Creemos en la democracia, en la libertad de expresión, en el libre mercado, en la libertad en todos los sentidos, pero también creemos que al igual que el peruano de a pie necesita salir del subdesarrollo y barbarie, el empresario peruano -en un gran numero- debe modernizarse y dejar esa conducta tercermundista que solo corresponden al más salvaje de los coloniales encomenderos.

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