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miércoles, 29 de mayo de 2013

El cholo cojudo


No es que sea machista, pero,  esto se da desde que el hombre es hombre y la mujer hembra.
El respeto y la admiración de la fémina hacia el varón siempre ha sido la base para que una relación de pareja vaya por buen puerto.
Debería haber sido algún día previo a las elecciones presidenciales del 2001. Esa mañana soleada, como casi siempre sucede en este paraíso, iba caminando por Cayma, cuando compré en ese puesto de revistas el diario “Liberación”- creo que ese era el nombre-, pero, de lo que si estoy seguro, fue lo que encontré dentro de sus páginas, que hablaban de una supuesta denuncia hecha por Alejandro Toledo en una comisaría de la Gran Lima a finales de los años ochenta. En ella, se manifestaba un supuesto abandono de hogar por parte de Eliane Karp, la cual, según constaba, se había marchado con otro hombre, no faltaron los platos rotos y todos aquellos detalles que siempre están detrás de este tipo de líos; en ese momento, recordé las palabras de mi "pata" Eugenio, cuando se fue a lavar platos a Hamburgo, él afirmaba que las "gringas" son así, son tan independientes estas "crudas", que a la primera, te mandan a la mierda y se van con el primer falo que se les cruce por su camino.
El pobre Alejandro quizás pagó caro el deseo de tener una hembra blanca, no sabía el ingenuo que estas son diferentes a las nuestras, sería la onerosa tarifa que el tonto tenía que pagar para darle algo de "blancura" a su genealogía.
Es que esto es recurrente, porque el problema del cholo es que no acepta su aspecto, no se atreve a ponerse frente al espejo y gritar: ¡Carajo! ¡No soy feo! solo que mis rasgos representan a una etnia distinta, una muy distinta de la que te da la iglesia, el diario “El comercio” o la misma televisión. No es que sea espantoso, sino que soy diferente, nada más, y por esto, yo también merezco lo mejor para mí.
Parece sencillo esto, pero en la realidad estas pullas te vulneran demasiado, sobre todo, en aquellos cholos que han construido su persona sobre estos miedos y complejos disimulados y falseados.
Toledo obtuvo el poder utilizando el mismo discurso mesiánico que Humala, llegando hasta en sus más incoherentes excesos a autodenominarse Pachacutec. No era, ni nunca será Pachacutec, ni mucho menos su ushuta, porque solo era un cholo aculturizado más, una  muestra aleatoria de esos restantes 26 millones de peruanos que no son blancos. Esos millones de cholos cojudos que caen en la trampa de esa formación dirigida y publicidad que atonta que los hace enfermar desde adolescentes con esa locura de que algún día serán blancos y, de adultos, les harán rogar a su “tatito” que a sus hijos les dejen ingresar a ese colegio exclusivo para que logren codearse con la mayor cantidad de blancos, aunque estos les insulten, los ignoren o los miren con desprecio.
Saludan cuando la hija morena y recia es desposada con un "blanco", se enorgullecen a pesar de que este blanquiñoso es un mantenido y le pondrá la cabeza como un alce por los innumerables cuernos. Igual que aquel negro o cholo que contrae nupcias con una mujer blanca aunque esta sea la puta más recorrida del barrio, se traga esas vergüenzas porque es el único camino que le dio esta sociedad enferma para que sus futuros hijos nazcan más claros y así sufran menos.
Toledo fue utilizado varias veces, en un primer momento por los que lo trasladaron a EEUU para hacer sus experimentos sociales, después, fue llevado por sus debilidades que le hicieron elegir la compañera equivocada, por último fue manipulado por los intereses de los poderosos lobbies que estuvieron detrás de su candidatura y lo manejaron a su antojo durante toda su gestión como presidente.
Esta derrota de Alejandro Toledo se inició mucho antes, cuando despreció sus orígenes y lo que él era. Su vulnerabilidad comenzó cuando se acostumbro a depender del resto y no creer que era importante, porque nunca fue autónomo. Qué distinto es el respeto del extranjero cuando te ve con estas virtudes y no como un simple cholo cualquiera.
Y si hay algo que les digo todos los días a mis hijos varones es que no sigan los malos ejemplos, sobre todo que nunca sean como esos numerosos cholos cojudos, porque somos herederos de un pueblo milenario que a través de estos miles de años de historia hemos pasado por malos y buenos momentos y que tenemos muchos motivos para ser felices y orgullosos de nosotros mismos, y hoy, en estos territorios, no existen argumentos suficientes como para poder contradecirnos y por esto, merecemos una vida mejor, una mujer mejor y un país mejor.

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