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viernes, 3 de mayo de 2013

CONCYTEC y el verdadero respeto


Fueron por pocas horas mi alegría y tranquilidad hasta que dejaron sin efecto la disposición. Creí por unas horas que por fin  en este país plagado de ignorantes y fundamentalistas religiosos,  alguien  se atreviera a dar el  primer paso  para ingresar  a una real  modernidad  y adentrarse  en ese   camino que lleve a  nuestra sociedad  a ser verdaderamente civilizada y  democrática.    
Después que se propalara la noticia sobre CONCYTEC y la prohibición de imágenes religiosas. Los noticiarios más idiotas no tuvieron mejor idea que salir a las calles y preguntar cuál era  su opinión a ese pueblo casi iletrado, pero eso sí,  fervorosamente religioso. El tipo de repuesta que daban, era de esperarse,  la gran mayoría se oponía e inclusive  algunos decapitados  indignados, reclamaban  que  era una total falta de respeto, porque, supuestamente atentaba contra su derecho de libertad religiosa, sin saber  que la  falta de respeto  está, cuando se  intenta imponer una doctrina o un pensamiento. Y estrujar en el rostro de cualquiera que no piensa igual,  una cruz una esvástica o una media luna, es un indiscutible  irrespeto que atenta contra la libertad de creencia y  de pensamiento. 
Falta de respeto que también comete  ese  funcionario público  que permite  las  cruces sobre la pizarra del aula de cualquier colegio público, dejando que esos aparentemente inofensivos símbolos religiosos  cumplan la misma arbitraria  función que las imágenes de Kim Il Sung  en las aulas de las escuelas norcoreanas. Los niños son obligados todos los días a aceptar una doctrina  muy discutida en el mundo moderno, desechando en su lugar otros valiosos  conocimientos y condenándolos  de por vida a adorar deidades y  volviéndolos a la vez, supersticiosos  y prejuiciosos  frente a la creatividad y la ciencia.  
Esta falta de respeto se da también cuando en ese trascendental  protocolo,  sin importarles su creencia,  obligan a ese Presidente y Parlamentario a  juramentar  el cargo frente a  una cruz   o una biblia. O lo que es peor,  silenciosamente obligan a ese cadete a bautizarse en la religión católica,  ya que es uno de los principales requisitos para graduarse de oficial  en el ejército en la marina o de la  aviación,  atentando directamente  contra sus derechos fundamentales como  persona.
Falta de respeto también es que en la curricula educativa peruana  se siga manteniendo como asignatura para enseñar en las escuelas públicas   la religión católica. Desde pequeñitos a los peruanos se les obliga,  no,  a respetar las normas, sino,  a memorizarse un padre nuestro   y confundirlos con la fábula que Adán y Eva, convivieron con los dinosaurios.  Esa falta de respeto se da cuando los profesores permiten que en sus aulas  nunca falte una biblia,  pero eso sí, dejan que escaseen los diccionarios.
Falta de respeto es que el Estado Peruano no asuma  su imparcial rol formador,  dejando esta importante función a la iglesia católica que tiene  bajo su poder miles de nidos,  colegios primarios y secundarios  (alrededor del 50% de la educación peruana)  y que gracias  a un  oprobioso convenio, difunden impunemente su doctrina como en los peores países fundamentalistas religiosos.
Es la misma falta de respeto que tienen con el resto  aquellos piromaniacos  sociales que en hordas organizadas  toman  las principales calles y avenidas de nuestras ciudades  y  se dedican  a  estallar  los tímpanos de los ciudadanos detonando inmisericorde e indiscriminadamente sus ensordecedoras bombardas.
Esa falta de respeto se encuentra también cuando  descaradamente  Radio Programas obliga a todos sus locutores ser fehacientemente confesos  católicos apostólicos y romanos  para que todos los días propalen  por sus ondas todo ese fundamentalismo religioso.
Es una total falta de respeto que toda esa mangante tropa de cerriles ágrafos e iletrados ignorantes y por supuesto prejuiciosos,  crean que ser ateo es ser el demonio encarnado o  peor aún,  ser comunista.  Y todo porque uno a leído un par de libros más que toda esa manada de barbaros.

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