Fueron por pocas horas mi alegría
y tranquilidad hasta que dejaron sin efecto la disposición. Creí por unas horas
que por fin en este país plagado de
ignorantes y fundamentalistas religiosos,
alguien se atreviera a dar el primer paso
para ingresar a una real modernidad
y adentrarse en ese camino
que lleve a nuestra sociedad a ser verdaderamente civilizada y democrática.
Después que se propalara la
noticia sobre CONCYTEC y la prohibición de imágenes religiosas. Los noticiarios
más idiotas no tuvieron mejor idea que salir a las calles y preguntar cuál era su opinión a ese pueblo casi iletrado, pero
eso sí, fervorosamente religioso. El
tipo de repuesta que daban, era de esperarse,
la gran mayoría se oponía e inclusive algunos decapitados indignados, reclamaban que era
una total falta de respeto, porque, supuestamente atentaba contra su derecho de
libertad religiosa, sin saber que la falta de respeto está, cuando se intenta imponer una doctrina o un
pensamiento. Y estrujar en el rostro de cualquiera que no piensa igual, una cruz una esvástica o una media luna, es un
indiscutible irrespeto que atenta contra
la libertad de creencia y de pensamiento.
Falta de respeto que también comete ese funcionario público que permite
las cruces sobre la pizarra del
aula de cualquier colegio público, dejando que esos aparentemente inofensivos
símbolos religiosos cumplan la misma arbitraria
función que las imágenes de Kim Il Sung en las aulas de las escuelas norcoreanas. Los
niños son obligados todos los días a aceptar una doctrina muy discutida en el mundo moderno, desechando
en su lugar otros valiosos conocimientos
y condenándolos de por vida a adorar
deidades y volviéndolos a la vez, supersticiosos y prejuiciosos frente a la creatividad y la ciencia.
Esta falta de respeto se da
también cuando en ese trascendental protocolo, sin importarles su creencia, obligan a ese Presidente y Parlamentario
a juramentar el cargo frente a una cruz
o una biblia. O lo que es peor, silenciosamente
obligan a ese cadete a bautizarse en la religión católica, ya que es uno de los principales requisitos
para graduarse de oficial en el ejército
en la marina o de la aviación, atentando directamente contra sus derechos fundamentales como persona.
Falta de respeto también es que
en la curricula educativa peruana se siga
manteniendo como asignatura para enseñar en las escuelas públicas la
religión católica. Desde pequeñitos a los peruanos se les obliga, no, a
respetar las normas, sino, a memorizarse
un padre nuestro y confundirlos con la fábula que Adán y Eva,
convivieron con los dinosaurios. Esa
falta de respeto se da cuando los profesores permiten que en sus aulas nunca falte una biblia, pero eso sí, dejan que escaseen los
diccionarios.
Falta de respeto es que el
Estado Peruano no asuma su imparcial rol
formador, dejando esta importante
función a la iglesia católica que tiene
bajo su poder miles de nidos, colegios primarios y secundarios (alrededor del 50% de la educación
peruana) y que gracias a un
oprobioso convenio, difunden impunemente su doctrina como en los peores
países fundamentalistas religiosos.
Es la misma falta de respeto
que tienen con el resto aquellos piromaniacos sociales que en hordas organizadas toman
las principales calles y avenidas de nuestras ciudades y se
dedican a estallar
los tímpanos de los ciudadanos detonando inmisericorde e
indiscriminadamente sus ensordecedoras bombardas.
Esa falta de respeto se
encuentra también cuando
descaradamente Radio Programas
obliga a todos sus locutores ser fehacientemente confesos católicos apostólicos y romanos para que todos los días propalen por sus ondas todo ese fundamentalismo
religioso.
Es una total falta de respeto
que toda esa mangante tropa de cerriles ágrafos e iletrados ignorantes y por
supuesto prejuiciosos, crean que ser
ateo es ser el demonio encarnado o peor
aún, ser comunista. Y todo porque uno a leído un par de libros
más que toda esa manada de barbaros.