En este interregno político que está sufriendo el Perú, no
han tenido mejor idea para oxigenar en algo el desalentador ambiente post catástrofe, que desempolvar el expediente Alejandro Toledo, un expresidente acusado de recibir
coimas de una transnacional latinoamericana símbolo del capitalismo autónomo de
la región, cuando todo los libros de Comercio exterior y Ciencias políticas afirman
que las trasnacionales de EEUU durante décadas se la han pasado realizando transacciones
“bajo la mesa” con muchas dictaduras latinoamericanas. Pero así es este tablero
de ajedrez que somete a unos cándidos peones que juegan a “pingüinos” en estas tierras sudamericanas.
Pero lo que se ve, es que el mayor “delito” que quizás cometió
Toledo fue terminar con la pasada dictadura de Alberto Fujimori, un posible “alter ego”
de los que actualmente han celebrado y celebran la instauración del nuevo
gobierno que Pedro Castillo ayudo a colocar gracias a sus torpes convulsiones políticas.
Alejandro Toledo, solo es una víctima como podrían ser los miles
de inmigrantes pobres y morenos que cruzan el río Bravo y se quedan absortos de
los cristales y los rascacielos, en esos delirios los captan como “conejillos
de indias” para sus experimentos sociales y cuando estos elementos creen que hicieron
bien su trabajo, seguramente, mareados por tanto ansiolítico y barbitúricos, en
plena resaca se dan cuenta que solo son instrumentos descartables, que se los
usas y luego se desecha.
Los actuales territorios que hace miles de años fueron grandes
focos de civilización en el planeta hoy están creciendo en prosperidad, poder y
dignidad y sobre todo en bienestar para su población, ante esto, nos apena que
el Perú siga estancado y a la deriva.
Es la conocida paramnesia peruviana que parece estuviéramos
condenados a vivir eternamente.