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miércoles, 3 de agosto de 2016

Donald Trump y el último cowboy

A diferencia de los holgazanes que llegaron aquí en sus carabelas y tuvieron la suerte de encontrar cálidas moradas, productivas tierras de cultivos y  mano de obra barata; la gente que desembarcó del Mayflower solo halló frío, fango inútil y ariscas hordas paleolíticas. Los estadounidenses con su esfuerzo construyeron ese país. La solidaridad y  la dignidad y,  también su coraje,  fueron sus mejores herramientas; pero, lo que parecía ser la historia perfecta, aquel capital que sirve de empuje  para hacer fuerte y respetable una sociedad,  hoy,  como  Roma hace dos mil años, pasa por una etapa de crisis. No se necesita ser un experto politólogo para darse cuenta de esto, solo basta  observar lo que muestran  los principales rotativos  internacionales. Es que aquí el asunto lo conocemos de cerca, cuando existe una falta de liderazgo o estamos en ciernes de un periodo en el que escasean las  ideas y  flaquean las instituciones, aparecen estas prácticas. Lo hizo alguna vez Perón y  el fenecido Kirchner y,  hasta Humala en su efímera “borrachera de poder” amenazó con hacer lo mismo. Es que muchos  gobernantes  del hemisferio cuando dejan el poder a sus consortes no tienen mejor forma de mostrar sus más prehistóricos caudillismos.  Esta práctica que parecía propia de  los latinoamericanos,  nos sorprende ver que algo parecido se esté produciendo en la tierra del Tío Sam  ahora que la candidata por el Partido Demócrata es la esposa del ex presidente Bill Clinton.  Pero bueno,  ese no es el tema, sino que para estas próximas elecciones presidenciales de la mayor potencia del planeta, un personaje ha puesto de vuelta y media a la política norteamericana, y  no es para menos, es que cada vez que abre la boca este frustrado galán de Hollywood y millonario exhibicionista, levanta enorme polvareda. 
La  prensa local boba,  como viejas locas y sin dejar su aburrida costumbre de imitar a otras,  han rebotado aquí las críticas que le hacen al  polémico Donald Trump, lo acusan de todo, pero lo  que más le  resaltan es su racismo y xenofobia en contra de los mejicanos y con ellos al resto de latinos. Ahí discrepamos mucho, porque solo necesito observar los programas de Televisa, sus 50 % de pobres y al hombre más rico del mundo, sus maquiladoras, su presidente y su primera dama, y sus distintos personajes populares como el conocido Chavo del Ocho,  para darnos cuenta que lo que llega de ese país no es nada grato ni recomendable  para aquella persona que busca un desarrollo digno para el ser humano. Seguro que para muchos esto les parecerá inaudito y hasta exagerado, pero solo basta ver a este personaje, nos referimos al Chavo del Ocho,  cuando  junto  a  su pandilla se burla de aquel profesor que quiere llevarles algo de educación, riéndose se mofan  insolentemente del maestro y guía, y hasta le ponen sobre nombres;  no existe algo tan grotescamente parecido entre los personajes populares británicos, franceses, chino ni  japoneses, porque, tal vez,  en esas poblaciones, se respeta la disciplina que impone ese maestro y guía, pero en México y el resto de  Latinoamérica,  tierras  de la anarquía y de los torpes y egoísta caudillos, se festeja cuando se hace burla de aquel que quiere  salvarlos de la ignorancia.                     
La brutalidad de Donald Trump, quizás es el reflejo de lo que siempre existió en la  sociedad norteamericana y producto del desarrollo de los medios de comunicación hoy sale a flote porque en estos tiempos es muy difícil de ocultar. Hace algunos años, unos analistas políticos hablaban sobre la falta de motivación dentro de la población estadounidense, ya no les inspira nada, lo tienen todo, lo han ganado todo, no existe rival para ellos y,  seguramente, esto lo refleja su actual coyuntura  que no está  para ver  a personajes con notorias virtudes como  Thomas Jefferson o un John F. Kennedy,  solo tenemos un menguado escaparate que muestra  a  un áspero y lenguaraz  Trump  y a la mujer de un ex presidente.  

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