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viernes, 9 de julio de 2021

John Kelvin en el patíbulo


 

Mientras esperamos que proclamen de forma oficial al próximo presidente del Perú y a pocos días de cumplirse el bicentenario, eclosionan los peruanos que en estos doscientos años siguen sufriendo el garrote de este sistema de castas establecido en estos territorios.

De vez en cuando los medios de comunicación, libertinos y gamberros, colocan en el paredón de la opInión pública a personajes para que hagan escarnio de ellos, para luego arrojar sus despojos en un terreno baldío.

Un personaje del ambiente farandulero hoy se ha convertido en el protagonista de las noticias policiales, nos referimos a John Kelvin. Si bien es cierto que, hoy lo ponen como el villano golpeador de una mujer indefensa, si hacemos un imparcial análisis sobre los hechos y el contexto social peruviano en medio de este año del bicentenario, nos daremos cuenta que este muchacho es solo una víctima más de este sistema de castas que aun sobrevive en nuestro país.

Ese 28 de julio de 1821, una de las principales preocupaciones de los píos criollos hispanófilos hacedores de este país, fue cómo tener dominado a esa enorme población indígena, que formaba y forma aun, la mayoría de la población.  

En la primera centuria simplemente eligieron su exterminio y, luego, conforme los derechos humanos iban avanzando en el resto del planeta, esto derivó a un proceso de aculturación. Esta acción de despersonalización del pueblo peruano se hacía mediante la educación, el sistema social, los normas, los libros, los diarios, la radio y, después, la televisión y el cine. El objetivo era hacer que el peruano indígena sintiera vergüenza de su rostro de sus apellidos, de sus proles, de su ascendencia.

Esta política se fue dando durante todo el siglo XX y continuó hasta nuestros días, logrando que ese peruano de pueblo, mestizo e indígena, después de este “lavado de cerebro”, busque, enfermizamente, “blanquearse”, y el resultado, fue terrible porque los que cayeron en esta trama, ese hombre y mujer, mestizo (a) o indígena, a parte, de buscar empleo y salir de la pobreza, tenía también que hacer frente a este sistema de castas  que le obligaba a,  cambiar su rostro, hispanizando sus apellidos, y sobre todo, obligándoles a buscar formar su familia con un blanco o una blanca, y esto es enfermizo, cómo puedes buscar esto en un país en donde los blancos o blancas son minorías. Algunos, como el aymara ex candidato presidencial, Johnny Lescano, tuvieron que encontrarla en el extranjero, pero, la gran mayoría no conseguiría ese objetivo.   

John kelvin, un muchacho de pueblo, su instrucción básica no le alcanzó para encontrar el equilibrio y salvarse de esta aculturación que te hace odiar tus rasgos y estructuras óseas y biotipos indígenas o mestizos, salvar estas operaciones de banda gástrica, blanqueamiento y afinamientos de rostros, y, sobre todo, te empuja, como a muchos, “cholitos” en “indígenas” aculturizados y con recursos, a buscar “enfermiza” e “irracionalmente” una mujer blanca para “mejorar raza”. En su desesperación no reparan que estas féminas blancas y extranjeras, pueden carecer de la lealtad, moral y otras virtudes que poseer las damas connacionales. Los pobres cojudos no perciben esto, y cuando se dan cuenta se encuentran ante una realidad que los llevará a cometer enormes errores.  

En el Perú existen millones como John kelvin víctimas de esta aculturación que se sigue aplicando en nuestro país y que ninguna reforma política y social ha logrado erradicar con firmeza y que al final termina degradando a estos seres humanos.

Un discípulo me preguntaba si existen los “zombies”, y sí, existen millones que se rigen por estos ganaderos, muy pendejos.

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