Hasta
que se escuchó algo que valga la pena y que salga de ese
trillado libreto de fantoche que
últimamente caracteriza a los mandatarios de la
Alianza del Pacífico.
Desde
la época de Lázaro Cárdenas del Río no se veía algo parecido. Hoy México ha
dado un giro de 360° con Andrés Manuel López
Obrador, liderando al hemisferio latinoamericano al levantar la poca dignidad que aún queda al sur del Río Grande hasta Tierra del fuego.
Exigir
disculpas al Papa o al Rey de España por el genocidio de los pueblos
originarios en México o en el Perú, es como pedir peras al olmo, pero al menos hay
que recordarles lo que hicieron sus antecesores o a los que ahora representan.
Es
entendible la reticencia del Vaticano conocidos en el mundo por ser connivente con sus numerosos acusados
de pedofilia. Si por estas razones no se
disculpan menos lo harían por esos millones de nativos que eliminaron al imponerles
su religión.
Lo
mismo ocurre con el nuevo rey de España, Felipe VI, el rostro de una monarquía
que por su accionar se parece más a un califato magrebí. Coronado
a espaldas del pueblo español, blindado en su palacio mientras afuera las
cabezas rotas de jóvenes exigían un referéndum democrático para consultar
al pueblo si continuaba o no ese régimen heredero del franquismo. La represión antidemocrática
sobre Cataluña y la proliferación de la censura habla claramente que el régimen
monárquico español no es un buen referente para aprender lo que debería ser una
democracia.
Es
que el daño ha sido enorme y no forma parte de una leyenda negra sino que
es muy real y aún está vigente carcomiendo
las iniciativas para que algún día brote una verdadera identidad nacional dentro
de los pueblos latinoamericanos.
Y
no es solo porque destruyeron a dos culturas (aztecas e incas) que son la
admiración en el mundo entero sino que pareciera que la actual España es una “mala
influencia” para todos los que hablamos este idioma a este lado del charco.
Nos
afectó mucho su papel disociador que nos heredaron y que fueron las causantes
directas para que no siguiéramos el ejemplo de federación y descentralización de las trece colonias inglesas.
Deben
disculparse por su histórico fundamentalismo
religioso que ahoga la ciencia y la creatividad del ser humano.
Pedir
perdón por sus torpezas para gobernar al no tener los cojones para realizar las
reformas debidas que lleven a sus pueblos a la modernidad, la misma
pusilanimidad, retraimiento y subordinación que han transmitido a tantos grupos
gobernantes en Latinoamérica para no atreverse a sacar del subdesarrollo a sus respectivos
países.
Sí,
están obligados a disculparse con México y con toda Latinoamérica porque son un
mal ejemplo, pero también nos dan ese manual de qué no se debe hacer para que
un país avance.
Muy
distinto sería si fuese una República Federal. Parece sencillo. Son esa lucidez
y sensatez, elementos escasos en la cultura hispana, pero eso sí la corrida de
toros, el relajo, y la improvisación, son los ingredientes que nunca faltarán en
esa paella ibérica.
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