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domingo, 16 de diciembre de 2018

Llica y los derechos de autor



Ahora que lo recuerdo, tenía un gran parecido con el señor Burns,  aquel  personaje de los Simpson. Enseñaba la asignatura de Educación por el Arte  y no pasaba ni un solo día en que no nos recordara que su  apellido Centi era de origen italiano.  Si bien nos aprobó el curso por comprar su libro, no dejaba de ser un repulsivo racista. Sus prejuicios lo cegaban a tal punto  que lo hacía ver  como el más cerril e ignorante, una vez, llegó a asegurar que la ciudad de Arequipa se encontraba en la costa, y se mostraba seguro y obstinado en su afirmación, a pesar que  tenía a sus espaldas el mapa de Javier Pulgar Vidal en donde se veía claramente que esta urbe con sus 2,335 m.s.n.m., se situaba  iniciando  la región quechua.
Era soberbio y déspota  a extremos y renegaba contra toda aquella persona que usara polleras o tenga aspecto de indio, era un insufrible fascista seguidor de Mussolini  y extraviado en medio de los Andes, un  desquiciado, martirizado hasta sus últimos días por vivir en una ciudad andina que hasta el final no quiso aceptarlo, como muchos por aquí.
Es que la ciudad de Arequipa es andina por donde la mires, a pesar de su centro histórico que aún conserva ese distante y obsoleto hispanismo. Y justamente, ese carácter andino, se mostró  en las últimas elecciones regionales.
Esa mañana el muro que está al costado de ese mal hecho “bye pass”  construido por el ex alcalde Zegarra con dinero de la minera Cerro Verde, amaneció con una enorme inscripción que decía: “LLICA”.
Ya habían pasado unos meses desde que nos cancelaron el programa de radio, seguramente por despotricar en contra de la iglesia y sus monjes, no recuerdo bien, pero, de todo lo que dijimos en ese programa durante los nueve meses que existió, cuando había la oportunidad, con evidencias, mostrábamos que la cultura andina peruana, oriunda, autóctona, nativa, etc., no tenía nada de inferior cuando la comparamos con la hispana y que los prejuicios en contra de los apellidos andinos no tenía razón, ya que para un peruano llevar un apellido indígena, andino u originario peruano debería ser motivo de orgullo.  Parece que todo esto caló hondo en muchos,  sobre todo, en aquellos políticos que quieren salir de lo común. Fue lo primero que pensé cuando vi esa inscripción en aquel muro. Luego lo corroboré en un diario local, en una entrevista del ex alcalde de Caylloma, cuando afirmaba que sobrepuso su apellido quechua Llica sobre el hispano Cáceres porque se sentía más identificado con lo andino.
Para desprestigiar a alguien en este país o te acusan de maricón  o de lo contrario de violador, y fue lo que pasó con Cáceres Llica en esta última campaña electoral, así que no caeremos en lo mismo, solo trataremos de ser objetivos.
Cáceres Llica ganó estas elecciones regionales porque supo aprovechar su origen andino que es el de la mayoría de la población en Arequipa y en el resto del Perú.  
No solo resalto su apellido quechua sino que aprovecho uno sus debates para revalorar al puma, desconocido para la mayoría de arequipeños que es propio de la fauna local, y  que nosotros, hace algunos  meses, ya lo habíamos afirmamos, que el verdadero “León arequipeño” no era ese africano que muestra constantemente el confundido FBC Melgar, sino, ese puma andino, y  esto, debería de difundirse y revalorarse en la ciudad blanca. 
En ese debate, parece que Llica escuchó este clamor y cuando estaba acorralado por los ataques del contrincante, no tuvo mejor idea que poner en la mesa de discusión el tema del gran felino arequipeño, dejando a Ísmodes y a toda su prensa como ignorante y prejuiciosa.
Por estas razones se produjo el triunfo de Elmer Cáceres Llica.
A pesar de haber tenido una intrascendente gestión como alcalde provincial de Caylloma, tuvo la inteligencia de seguir estos consejos, lo cual le ayudaron para obtener la victoria.
No cobraremos derechos de autor ni mucho menos, pero es una realidad que cuando uno rescata en el Perú estos aspectos milenarios el triunfo les estará siempre acompañando, sobre todo en política.
La coca nos dice que Elmer Cáceres Llica, una vez en el sillón de gobernador de Arequipa, tendrá dos caminos, uno predecible y esperado por muchos,  el que igualará en inoperancia y torpeza  a la saliente ex favorita de los magnates de la política local, el de los escándalos y ritos demagogos y frívolos, saturado de persignaciones, rezos y sacrificios a los apus, nepotismo y enriquecimiento ilícito.
El otro camino es de asumirse el reto del líder andino, obrando con lucidez y reciprocidad milenaria con las mayorías, es la senda del estadista, es que el sur esta agitado, es como si estaría aún vigente el aliento del gran Andrés de Santa Cruz  cavilando para que renazca ese estado sur peruano y esa Confederación que nunca debió extinguirse.

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