Se acabo el cuento. Duró
mientras pudo. Eso de alargar la vida de un enfermo terminal les sirvió a toda
esta prensa miserable liderada por Gonzalo Nuñez y Eddie Fleischman, casi hasta
el último partido de estas eliminatorias. Se tuvo que llegar hasta este dramático
final para que estos lameculos se atrevieran
a decir por las pantallas lo que hace un año ya estaba cantado por los puntos claves
perdidos en casa. Y la buena campaña publicitaria durante estos dos años dio
sus frutos, porque el Estadio Nacional estaba repleto y la afición
creía ciegamente que había aun esperanzas. Pero, la fiesta termino muy mal, porque unos mercenarios, haciendo de árbitros, colaboraron para ello. Porque, es cierto, también que, para el negocio
de la FIFA le conviene mucho que Uruguay esté en Brasil 2014.
Anoche una enloquecida y defraudada hinchada por la impotente ira desbordada buscaba culpables. Y de ello no se salvo ni
el propio presidente. Pero, quién es el verdadero causante o los culpables para que la afición sufra tanto con otra eliminación más y para
que el balompié peruano se encuentre en esta deprimente situación. Lo cierto es
que si el fútbol peruano se encuentra con este fracaso se debe sobre todo a los que lo manejan, que
son esos conocidos e intocables dirigentes. Porque ellos durante todos estos años no han podido
sacarnos del fondo de la tabla. Este fracaso es provocado directamente por sus
malos manejos.
Es que esta historia se repite
desde la pasada era Delfino. Cada eliminatoria es un drama: primero para elegir
el técnico y luego para que el hincha se trague
nuevamente el triste final de una eliminación. Anoche los abucheos, las botellas de plástico y líquidos extraños cayeron
sobre la cabeza y los rostros de varios
en el estadio, pero a los verdaderos culpables no les tocaron ni un
pelo. Estos estaban a buen recaudo.
Durante la década de los
noventa Nicolás Delfino Puccinelli y
toda su torpe gavilla llevó al fondo de la CONMEBOL al futbol peruano. Fatigado
de esto, le heredó el mando a su preferido: el intocable e inamovible Manuel
Burga Seoane, cuya gestión sigue manteniendo una liga local muy mal organizada con equipos y selecciones que se pelean por
ser los peores y van de fracaso en fracaso.
Mientras todo ese grupo de
dirigentes no dejen el balompié peruano, los malos resultados seguirán y nunca podremos ver una selección nacional en
algún mundial de fútbol. A menos que el Perú
lo organice.
¡ESTA ELIMINACIÓN TIENE UN NOMBRE Y ES MANUEL BURGA SEOANE!