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jueves, 13 de enero de 2011

Tierra de caínes

Cuando escribo sobre mis compatriotas y no siempre refiriéndome a ellos con términos agradables sino destapando muchas veces conductas realmente grotescas, no es porque le tenga una inquina especial a todos ellos, ni mucho menos, solo nace de referir sin exagerar lo que todos los días distingo con un olfato de sabueso y que algunas veces no es necesario tenerlo porque el solo hecho de encender la televisión o leer los diarios nos confirman que lo dicho por este humilde servidor no tiene mejor asidero.
Hay una frase muy popular por estas tierras que dice: “No hay peor enemigo para un peruano que otro peruano”. En la escuela en la calle en el trabajo nunca esperas de tu conciudadano unas palabras honestas y alicientes. Tu amigo tu compañero o los que te rodeen en ese momento, todos se encuentran a la defensiva, como si estuvieran en sobre aviso para responder algún improperio infame que equivocadamente sospechan que el otro está preparando para ellos, como esos programetes de televisión en el que sus conductores se enfrascan en luchas para medir quien es el más rápido para burlarse del otro, con el mismo torpe mal gusto como si estuviéramos viendo al más tonto grupo de adolescentes.
Esta mala leche como ya dijimos lo encontramos en el trabajo, cuando un empleado muestra de repente eficiencia y creatividad, rápidamente, aquella eficacia es respondida por el resto no con la adhesión ni mucho menos con el alago, sino con el verduguillo furtivo y el ninguneo cobarde.
Este rencor del peruano hacia sus propios connacionales se vio y se ve todos los días como cuando aquella actriz peruana y de rasgos andinos recibía el “Oso de oro” de la Berlinale, no faltaron aquí esas desatinadas expresiones de algunos de sus compatriotas, preguntándose si su estadía en esa ciudad europea era para recibir un premio o simplemente estaba ahí para vender alguna artesanía de su tierra natal, o cuando la misma actriz meses después ganó el casting para participar en una película española, no faltó la respuesta de una conocida y despechada actriz nacional de ascendencia africana ninguneando algún posible talento, minimizando a la ayacuchana como una simple “india” con suerte.
Recuerdo hace algunos años cuando llegó la noticia que el conocido ex jugador peruano Guillermo “Chemo” del Solar había asumido un importante cargo en uno de los clubes de futbol más importante de España. Estaba por ese entonces dirigiendo las divisiones menores del Real Madrid. Ni bien asumió el cargo “Chemo”, aquí en Lima eclosionó en los medios locales una antigua prueba de antidoping hecha al jugador hace ya varios años, en donde salió positivo y con rastros de cocaína, el efecto no se dejo esperar, a las pocas horas el “Chemo” tuvo que abandonar ese importante cargo en ese club madrileño.
Ese peculiar rencor anti peruano hacia el propio peruano se da también cuando por las simples e insanas envidias de unos caciques locales movilizan azuzando a toda la población de una provincia cusqueña para oponerse irracionalmente a la construcción de una represa como de Angostura en Arequipa o cuando gritaban hace más de cien años muchos políticos y militares limeños: “Antes que Santa Cruz, los chilenos”.
Quizás esta pusilánime felonía tan peruana se deba dentro de otras causas a que los fundadores de este orden social establecido en nuestro país, terminaron eliminándose entre ellos, sin siquiera, darse el tiempo de disfrutar del oro y los esclavos que habían conseguido como trofeo en su reciente conquista. Las cabezas de Pizarro y Almagro avizorarían estas vilezas tan peruanas hace más de cuatro siglos o es que también no eran hermanos Huáscar y Atahualpa. Es que aquí la deslealtad pareciera milenaria no le parece.
Como cuando abandonas al que en el pasado protegió tus espaldas, aquel que fue tu mejor lugarteniente. Eran otros tiempos. En esa época su principal líder estaba perseguido, en ese momento nadie se atrevía a mencionarlo, su nombre significaba desfalco, embuste y había un precio por su cabeza y el régimen fujimorista se había obstinado en obtenerla a toda costa. Por ello aparecían denuncias de todo tipo en una seguidilla interminable de ataques en contra de Alan García. Nadie en ese momento se hubiera atrevido a levantar un dedo por la defensa del prófugo ex presidente, solo uno de sus lugartenientes había sobrevivido y se mantenía atrincherado defendiendo su causa. Ese personaje era Jorge del Castillo. Durante esos años noventa misántropo, este personaje aprista solitariamente hacía del mejor escudero de Alan García, por aquellos días se lo veía enfrasco en una pertinaz defensa de su exiliado ex presidente.
Como han pasado los años. Ahora, lo veo solo y con esa expresión en el rostro que solo poseen aquellos que se sienten abandonados a su suerte por aquel y a quien anteriormente depositaron toda su confianza. Sentado y frente a esos periodistas que entre suspicacias, trataban inútilmente de extraerle el nombre de la persona que lo quería fuera de la lista congresal aprista para estas elecciones, pero dando a entender que el que estaba detrás de todo esto, era nada menos, el que hace diez años había defendido lealmente.
Miren, no es que sea exageradamente pernicioso con mis comentarios, pero el peruano es así, nunca guarda las formas cuando se trata de acabar con alguien y sobre todo cuando se trata de su compatriota, en eso, no hay nadie que les gane, así el costo sea la debilitación de su propio partido político.
Podrá ser un partido político un país una familia unos hermanos. Nunca faltaran las escusas y la ocasión para que ese homo peruviano muestre esa vil herencia que pareciera insalvable con los ejemplos que hemos dado anteriormente.

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