Este país se encuentra divido en “feudos” de poder
dominados por fuertes grupos económicos muy arraigados. En el sur, por ejemplo,
después de la construcción a fínales del siglo XIX del ferrocarril Mollendo-
Arequipa, esos grupúsculos, familias, clanes que han dominado la ciudad de
Arequipa y su área de influencia, tienen como sede institucional a la Cámara de
Comercio e Industria de Arequipa.
Cuando uno ingresa a sus instalaciones y asiste a sus reuniones, se puede palpar
lo bueno y lo malo que tiene este país y esta región, además, se descubre
con malestar, porque formamos parte de ese grupo de países débiles y subdesarrollados.
La mayoría de sus integrantes, étnicamente, son lo que conocemos aquí como mestizos,
pero ellos se asumen blancos, pero al observarlos detenidamente, sus pómulos
salientes, sus rostros redondos, sus cabellos, su estructura ósea, nos afirma claramente
que tienen un buen porcentaje de ADN indígena, notándoseles aún más cuando están
al lado de un anglosajón, de un vasco o de un rioplatense.
A pesar de tener ancestros indios, paradójicamente, detestan todo lo indígena, hasta pareciera que les causaría sarpullidos y fiebres el
solo hecho de tener cerca alguna muestra de cerámica Churajón por ejemplo, u
otras nomenclaturas, utensilios, gastronomía o atuendos que les rememore lo
precolombino. Es una repulsa similar a la que mostró con el
chicharrón el ex candidato a la presidencia Alfredo Barnechea.
Dominados por estos prejuicios, difundieron la errada rótula que hoy
resulta hasta huachafo mencionarlo, eso que Arequipa solo era hispana, blanca y
occidental.
Durante el transcurso del siglo XX la ciudad de Arequipa con su crecimiento
iría asumiendo su verdadero rostro andino, autóctono y peruano, que se mostró con mayor nitidez a comienzos de este siglo XXI cuando esos "nuevos arequipeños" fueron los protagonistas del denominado “arequipazo” del año 2002.
El proceso de aculturación que sistemáticamente se sigue aplicando en el
Perú, durante todos estos años, creó en Arequipa: profesionales, empresarios,
jueces, políticos, y muchos otros pobladores que, a pesar de ser biológicamente indígenas,
su cerebro, erróneamente seguía creyendo que su cuerpo era de un “blanco” descendiente
de un ficticio español, criollo o algo parecido
Los grupos de poder asentados en Arequipa, desde sus anatemas, todo este
tiempo, subestimaron al pueblo arequipeño pensando que acabarían igual de aculturizados que el resto de peruanos, pero se equivocaron notablemente, porque los arequipeños, haciendo honor a su idiosincrasia, fueron despertando identificándose con su verdadera identidad andina, pero de
una forma muy distinta de la que se iba produciendo en el resto del país.
La aparición de Elmer Cáceres Llica en el espectro político, no fue
producto del azar porque fue la manifestación de ese cambio en el pensamiento de
un buen sector de la población arequipeña que había logrado encontrar y aceptar su verdadera identidad étnica.
Esa nueva coyuntura social, fue hábilmente aprovechado políticamente por Elmer
Cáceres Llica ayudándole esto a ganar esa elección para gobernador de la Región
Arequipa.
Siendo imparciales y objetivos, su gestión está pasando intrascendente, y por lo mediocre, no se diferencia mucho del periodo de Yamila Osorio, pero el mundo andino no se mancha por estos oportunistas que aprovechan este histórico pedido de los peruanos para que regrese el inkarri y les libre de todos estos felones.
Pero regresando a esta nota, la gestión como gobernador de Arequipa de Elmer Cáceres Llica nunca tuvo la
aprobación de esos grupos de poder arraigados en esta ciudad, porque desde que asumió el cargo los ataques se incrementaron desde todos los frentes exigiendo inclusive su inmediata destitución, esas fuerzas desataron un conflicto personal contra él, una especie de guerra étnica que no iba a tener tregua. A las arremetidas
se sumaron los racistas medios locales, TV, prensa escrita, etc., que diariamente bombardeaban con críticas con el único fin de ridiculizar su gestión y aprovechar cada traspiés suyo para intentar destituirlo.
Las torpezas de los agresores revelaron que la principal causa de esta
inquina en contra del cayllomino fue, aparentemente, el mismo mal que también
carcome los interiores del resto de peruanos, que son, los prejuicios raciales.
El hecho de ver a una persona, y más aún, una autoridad, que muestra con orgullo su identidad autóctona y que, inclusive, llegaba lúcidamente a superponer su apellido quechua sobre el apellido de origen hispano impuesto a los peruanos desde la época
colonial, eso fue, el mayor acto moral y digno que un personaje político podía haber
hecho en Arequipa y en el Perú, pero, también fue visto como una amenaza para
aquellos clanes que protegen el establishment porque podía ser imitado por otros.
El vaso terminó por derramarse cuando en los primeros días de este mes de
noviembre la gestión de Elmer Caceres Llica por medio de la Gerencia Regional
de Educación de Arequipa dispuso focalizar en algunas instituciones educativas
de la región la enseñanza del idioma Quechua.
Esta noticia seguramente encrespó a todos esos grupos intolerantes. Tener a
un gobernador que se asume quechua era ya insoportable, pero ahora, tener el
temerario atrevimiento de implementar la enseñanza del idioma quechua en su
feudo hispanófilo, esto era ya, inadmisible.
No transcurrió ni un mes desde aquella vanguardista iniciativa educativa y ya
nos encontramos con la noticia que un juez de la localidad dispuso que
el gobernador Elmer Cáceres Llica sea destituido por una mala gestión ante la
COVID-19.
Un caso inédito en el mundo, ya que las distintas autoridades en China,
Italia y hasta en los EEUU, explicaron que el desborde de los hospitales y las
numerosas muertes por la pandemia fueron provocados básicamente por la rápida
propagación de la enfermedad.
Entonces, ante esta situación, solo nos queda, una vez más, regirnos por nuestro
olfato.
Según el último censo nacional, un gran número de peruanos y arequipeños
están asumiendo su verdadera identidad étnica, y esto, es saludable para el
país, porque expresa la libertad de pensamiento dentro de un entorno democrático.
Pero, a la vez, es preocupante ver que una autoridad, después de tener la
iniciativa lucida y coherente de implementar en su región la enseñanza de un
idioma que ha sufrido una injusta discriminación, reciba coincidentemente como “premio" un pedido de destitución.
Hace unas semanas la prensa peruana publicó las amenazas de muerte a la descubridora
de la ciudadela de Caral y ahora intentan destituir a un gobernador que
implementa la enseñanza del idioma quechua en su región. Son señales de alarma,
pero también son manotazos de ahogado de aquellos grupos que con todo el poder
que detentan no pueden detener estos cambios que para bien se está produciendo dentro de los pueblos que habitan el Perú.
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