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sábado, 31 de agosto de 2013

El peruano ultrajado

Mientras Billy Paul canta “Me and  Mrs. Jones”,  la primera dama peregrina Nadine Heredia gasta tres millones de soles solo en viajes, burlándose así de unos profesores y  enfermeras que "paran la olla" con apenas unos cuantos morlacos. Y no digo nada del presidente Ollanta Humala porque parece que  no  lo tuviésemos.    
Alan García no se quedó atrás, en plena marcha, sin importarle las cámaras de televisión, furibundo le regalaba un puntapié aun famélico seguidor que apenas se tambaleaba al frente. la patada lo hizo saltar de dolor, y el rechoncho ex presidente entre dientes le increpaba:  ¡Fuera mierda!
El maestro de todos estos fue Alberto Fujimori, porque despues de ver su reloj,  fugó como el más ágil roedor del barco que apestaba a letrina abierta, aprovechando su viaje a la APEC. Una vez que estuvo a buen recaudo, renunció por fax a su cargo de presidente de la República del Perú y se quedó riéndose  a miles de kilómetros de esos millones de peruanos a los que  les había introducido la yuca por diez años primero con un agresivo shock económico que les trajo despidos y hambruna, luego, con su dictadura,  amedrentandolos para que no salieran a las calles a reclamar por pan, empleo o sueldos dignos, porque aquellos que se atreviesen a hacerlo serian inmediatamente detenidos y acusados de “terrucos” previa tortura. Además les lavó el cerebro haciéndoles creer que todo aquel político que hable de justicia social y reclame sus derechos tenían que verlo también como un posible "terruco".  Pobre peruano. A cada rato los hacen “cholitos” por unos pendejos aprovechados que saben cómo hacerlo. Y esto es de siempre, por eso tengo las maletas listas  junto con mi infaltable manual del exiliado, y esto va en serio, porque la vida de mis compatriotas vale lo mismo que esos soldados soviéticos en  “Enemigo al acecho” cuando intentaban  cruzar el Volga para alcanzar las ruinas de Stalingrado. 
Y esta forma de vernos a las mayorías, no solo la utilizan los políticos cuando quieren patearnos el culo y robarnos a mansalva como lo hacen las AFP,  si no, también en nuestra  televisión  basura algunos realizadores de programas, como buenos aprendices, utilizan las mismas argucias para burlarse de los peruanos.
Si utilizo algún calmante para hacer más llevadera esta ciudadanía,  un remedio es la buena música. Aprecio y  respeto las buenas voces, sobre todo, aquellas que se abren paso, libremente, al oído más exquisito. Como tambien detesto aquellos alaridos que te provocan en ese momento tener sordera.
El formato del programa, como era de esperarse, despertó la atención de los televidentes y con esto también las malas artes de sus realizadores, unos pendejos que desfrutan de altos ingresos gracias a sus fábricas que diariamente se burlan de la inteligencia y los oídos de los televidentes.
Tenía varios años  de enterrada,  pero la voz de aquella concursante  la había  vuelto a la vida a la española Rocío Durcal. Era sin exagerar una copia exacta de la original. Pero ante el estupor de los que estábamos al frente, ese jurado “trucho” conformado por un cómico travestido, una improvisada  cantante de chicha,  y liderados por un tal  Ricardo Morán, escucharon otra cosa y  la despidieron sin siquiera dar al público una excusa coherente.  Lo mismo ocurrió en otra temporada con el imitador de José José.  La reproducción era perfecta,  ni siquiera se había escuchado algo parecido en los programas mexicanos del mismo corte. Las malas noches   los tragos y todos los excesos del príncipe de la canción no pudieron enmudecerlo porque este participante lo había regresado a los escenarios y, otra vez, ese jurado “mañoso”  se cagó en la leche y lo sacaron del concurso.
¡Ya está bueno de tanta pendejada!, yo no voy a soplarme  semejante estafa. Está bien que seamos desdentados y hambrientos según Laura bozo, y que tenemos gustos tan repulsivos como para hacer famosos a criaturas tan pestilentes  como Carlos Cacho o Laura Bozzo , y como bien lo decía el racista Raúl Romero: “que por cinco lucas te compras un fiscal,  un par de abogados…”  haber quien se sopla ese concurso trucho. 
Ricardo Morán cree que por no tener ni un pelo de tonto,  le da el derecho a subestimar al resto,  pero algunos tenemos otro pellejo que dista mucho de cordero.

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