En el pasado siglo XX, cuando los niños y adolescentes jugaban
con maldad y querían burlarse de otros niños y adolescentes intentando hacerles
ver a sus víctimas como tontos o idiotas. Estas infames mierdecillas realizaban gestos y balbuceos con lo cual conseguían verse como unos verdaderos inválidos mentales.
Obviamente estas actitudes eran muy reprochables.
Las décadas pasaron y llegó el nuevo siglo con sus habitantes, y de pronto un día escuché sorprendido
esos mismos balbuceos, ecos bobos, como los bramidos afónicos de un moribundo animal
salvaje en la radio, en la TV, en las redes sociales, en las tabletas. Eran unos sonidos muy parecidos a los que en
el pasado siglo XX los niños y adolescentes solían hacer cuando querían imitar
a un idiota.
Quién diría que esos mismos sonidos hoy en pleno siglo
XXI como un moderno Flautista De Hamelin serviría para atraer a millones de seres
humanos para llenar estadios.
Sobre el autor de esos sonidos no se le puede achacar
nada porque solo está siendo utilizado, seguro
que hasta él mismo se creerá ese cuento que es un artista del nivel de Sinatra
o los Beatles.
Aunque siempre ha existido críticas para las nuevos “géneros”
musicales, pero en este caso y para estos balbuceos tienen justa razón.
Los “zombies” existen y hoy son millones. Están en la calles y consumen sin ningún
sentido crítico estólidamente todo lo que te muestra la pantalla de la TV, celular
o cualquier otro dispositivo, y son la mayoría y cuando les discrepas se descontrolan
buscando despedazarte. Por lo visto no
hay antídoto para ellos.
Y lo más aterrador es que esta murga no se limita solo a la
música.