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lunes, 21 de agosto de 2017

Los mercenarios del caos

Mientras cientos de miles de estudiantes del pueblo siguen perdiendo horas irrecuperables de  labores académicas, aprovechando este caos aparecen como pestilentes setas de fango estancado aquellos personajes  acostumbrados a vivir del rio revuelto y de la murga.
Emergen a manera de esos ídolos de adolescentes, como si unas manos hábiles y pendejas los hubieran puesto en ese lugar protagonista.
A una de las más discutidas  ministras del gabinete de PPK le tocó negociar con los huelguistas que, a pesar de todo, son justos sus reclamos  ya que  perciben uno de los sueldos  más exiguos de Latinoamérica.
Pero este paro de maestros ya ha sido demasiado. Mientras toda la sociedad deseaba escuchar que se había llegado a una solución para terminar con esta huelga, sale la ministra rodeada de gente que no sabe diferenciar a San Martín de Bolívar y, con un falso careto conciliador intentaba  en vano  llamar a la cordura a los maestros pidiéndoles que regresen a sus aulas;  mientras tanto, en la plaza San Martín, un Pedro Castillo con ínfulas triunfalistas agarra el micrófono  y se muestra como lo que es.
En su perorata no se escucha palabras que hablen de lo que realmente necesitan los miles de profesores. En su lugar demuestra ese lenguaje de agitador de plazuela y de mercenario del caos, un sinfín de bla, bla, blas, y luego los “cartoncitos” y el “frio” pero de lo otro nada, es que con este tipo de individuos nunca se puede llegar a algo constructivo, son vacíos, sin ideas salvo para mantener la encona y el enfrentamiento.
Nos lo han mostrado de cerca, son pérfidos  y ultras, los peores enemigos del mundo andino porque solo sirven para depredar, arrasar y dividir.
Viven de su dialéctica y tecnicismos como la gélida y apática escritura de ese trasnochado  catedrático de la UnSA  pintándose de “patrias rojas”, sutepistas, maoista o cualquier rojo,  tan peligrosos e inútiles  como los bichos  de alcantarilla  y que esa universidad  y  la pasada gestión de Juan Manuel Guillen Benavides en Arequipa nos han descrito sus perfiles didácticamente.
Pero, para lo que si son buenos estos,  son para hacer de esbirros de la anarquía y crear la escusa precisa para que una bota con un puntapié acabe con el tablero como decían los sobrevivientes de la pasada dictadura argentina.
En estas épocas democráticas seguirán apareciendo liderando marchas y dando la idea y motivando para trancar las calles y quemar llantas. Son fáciles de identificar porque dentro de sus cálculos y discurso siempre estará la violencia envuelta en caos,  para eso fueron creados  y para eso se les paga. Ya no pueden esconderse porque los tiempos nos han dado las herramientas necesarias para identificarlos y señalarlos, es que ya no estamos en los setentas ni ochentas.
Y hoy lo hacen con el magisterio. Un pedido justo lo convierten en la mejor ocasión para tambalear a esta democracia y hacernos regresar al pasado inestable de una tiranía de un gobierno militar que convoque a nuevas elecciones para una paramnesia tan peruviana que solo acabara cuando los valores de miles de años de evolución y desarrollo se plasmen en esta cuna de la civilización.  

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