Mientras cientos
de miles de estudiantes del pueblo siguen perdiendo horas irrecuperables
de labores académicas, aprovechando este
caos aparecen como pestilentes setas de fango estancado aquellos personajes acostumbrados
a vivir del rio revuelto y de la murga.
Emergen a
manera de esos ídolos de adolescentes, como si unas manos hábiles y pendejas los hubieran puesto en ese lugar protagonista.
A una de las más
discutidas ministras del gabinete de PPK
le tocó negociar con los huelguistas que, a pesar de todo, son justos sus
reclamos ya que perciben uno de los sueldos más exiguos de Latinoamérica.
Pero este
paro de maestros ya ha sido demasiado. Mientras toda la sociedad deseaba escuchar
que se había llegado a una solución para terminar con esta huelga, sale la ministra
rodeada de gente que no sabe diferenciar a San Martín de Bolívar y, con un
falso careto conciliador intentaba en vano
llamar a la cordura a los maestros pidiéndoles
que regresen a sus aulas; mientras tanto,
en la plaza San Martín, un Pedro Castillo con ínfulas triunfalistas agarra el micrófono
y se muestra como lo que es.
En su perorata
no se escucha palabras que hablen de lo que realmente necesitan los miles de
profesores. En su lugar demuestra ese lenguaje de agitador de plazuela y de mercenario
del caos, un sinfín de bla, bla, blas, y luego los “cartoncitos” y el “frio”
pero de lo otro nada, es que con este tipo de individuos nunca se puede llegar
a algo constructivo, son vacíos, sin ideas salvo para mantener la encona y el enfrentamiento.
Nos lo han mostrado de cerca, son pérfidos y ultras,
los peores enemigos del mundo andino porque solo sirven para depredar, arrasar
y dividir.
Viven de su dialéctica
y tecnicismos como la gélida y apática escritura de ese trasnochado catedrático de la UnSA pintándose de “patrias
rojas”, sutepistas, maoista o cualquier rojo, tan peligrosos e inútiles como los
bichos de alcantarilla y que esa universidad y la pasada
gestión de Juan Manuel Guillen Benavides en Arequipa nos han descrito sus
perfiles didácticamente.
Pero, para lo
que si son buenos estos, son para hacer
de esbirros de la anarquía y crear la escusa precisa para que una bota con un puntapié
acabe con el tablero como decían los sobrevivientes de la pasada dictadura argentina.
En estas épocas
democráticas seguirán apareciendo liderando marchas y dando la idea y motivando
para trancar las calles y quemar llantas. Son fáciles de identificar porque dentro
de sus cálculos y discurso siempre estará la violencia envuelta en caos, para eso fueron creados y para eso se les paga. Ya no pueden esconderse
porque los tiempos nos han dado las herramientas necesarias para identificarlos
y señalarlos, es que ya no estamos en los setentas ni ochentas.
Y hoy lo hacen
con el magisterio. Un pedido justo lo convierten en la mejor ocasión para tambalear
a esta democracia y hacernos regresar al pasado inestable de una tiranía de un gobierno
militar que convoque a nuevas elecciones para una paramnesia tan peruviana que
solo acabara cuando los valores de miles de años de evolución y desarrollo se plasmen
en esta cuna de la civilización.
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