En la última
década del siglo XX, Francis Fukuyama con “El fin de la
historia y el último hombre” y Samuel P. Huntington con su “Choque de
civilizaciones”, encendieron el debate sobre lo que sería en el nuevo siglo las
relaciones entre las sociedades y los países.
Si bien estas
tesis en su época cumplieron su principal objetivo de entretener celebrando orgullosamente
la disolución de la ex URSS y el triunfo de los EEUU en esa pasada Guerra Fría. Quién diría que tres décadas después solo los pomposos
títulos de aquellos escritos, en cierta forma, hoy se iban hacer realidad pero de distinta forma.
Ese choque de
civilizaciones que auguraba un renovado “Manifest Destiny” estadounidense justificando así la propagación de su civilización por todos los rincones del planeta mediante
la llamada globalización, derivó en el renacimiento de países como China,
Rusia e India, entre otros, que, bajo distintos matices son gobernados hoy por regímenes
que se muestran parecidos al valorar su pasado cultural milenario utilizándolo como forma de cohesión para sus respectivos pueblos apoyando en la conformación de un nuevo mundo multipolar como vértice para su política
internacional un nuevo mundo multipolar.
Occidente va cediendo aceleradamente sus privilegios que venia ostentando los últimos 500 años, y así el mundo se va dividiendo en dos bloques diferenciados por el aspecto cultural.
Occidente defiende una sola cultura global que se sobrepone
sobre el resto, y el nuevo bloque defiende la sobrevivencia de sus respectivas culturas milenarias.
Los valores occidentales que fueron un faro para el planeta hoy hasta los mismos occidentales lo han olvidado, ¿O nunca existieron?, y esto me lo confirmó de nuevo una parisina de la Alianza Francesa de esta ciudad, que desconocía completamente las ideas de la Ilustración y hasta la existencia del mismo Jean-Jacques Rousseau o Voltaire.
Una burócrata ignorante que representa tristemente la arrogancia de un mundo en
decadencia que aún conserva los recursos suficientes como para mantener con su
agrafia que hoy censuran esas ideas del siglo de las luces y ningunea hasta al mismo Napoleón.
“El fin de la
historia y el último hombre” que pronosticaba un mundo guiado por la democracia
liberal sustentado en una economía de libre mercado, un gobierno representativo
manteniendo sus derechos jurídicos, hoy, al otro lado de la cortina construida
por Occidente, vemos países que han resurgido gracias a un Estado fuerte que
maneja su propia economía de mercado, es decir una especie de capitalismo
estatal.
En esas entidades los dueños de
las grandes empresas están supeditados a su Estado y siguen una política económica
planificada desde ese mismo ente fortalecido haciendo que la Económica de Mercado
sea más eficiente acelerando así el progreso y esa “mano invisible” de Adam Smith
se vuelve “visible” cuando observas la rápida reducción de la pobreza y la
mejora del bienestar de la mayoría de la población o en la vertiginosa construcción de la más
extensa red de trenes rápidos en el mundo o en la fabricación de misiles y
blindados sin el sobre costo y la lentitud de una burocracia lánguida y torpe.
El Multiverso
que Fukuyama y Huntington nunca
imaginaron hoy se va configurando cuando Egipto se convierte en una potencia
regional en esa parte del Mediterráneo y del norte de África, Arabia Saudita
solicita su ingreso al BRICS, China exige respeto a EEUU, la India se va
posicionando como el tercer hegemón económico del planeta e Irán se vuelve
protagonista en el Medio Oriente, junto con México que ha desempolvado una desconocida
dignidad y liderazgo en América Latina y lo sustenta con su rico y variado pasado
milenario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario