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sábado, 11 de julio de 2015

Juan Velasco Alvarado y el Perú digno


Han pasado cerca de 40 años desde que fue traicionado por su “compadre” Francisco Morales Bermúdez que en un acto muñidor lo apartó del poder.
A partir del Manifiesto de Tacna, muchos presidentes han desfilado por  el Campo de Marte, unos más infames que otros, pero eso sí, ninguno de ellos ha logrado superar o al menos igualar su trascendencia porque la imagen de Velasco, cada año que pasa  sigue creciendo en prestigio y respeto.
Nací en su gobierno y maduré creyendo, ingenuamente, –como muchos- , que las reformas que realizaron en el Perú en el periodo 1968 – 1975, fueron el inicio de todos los males.
Hoy después de ver a mi alrededor, me he dado cuenta, que estaba totalmente equivocado, porque sí su proyecto de país no resultó, fue porque contra el conspiraron esos conocidos agentes internos y sobre todo ese terrible bloqueo económico norteamericano que terminaron por minar sus buenas intenciones.
Dignidad, autonomía, autoestima. Creer en uno mismo, creer en una nación con un gobierno propio, y gobernantes autónomos que conduzcan a un estado realmente soberano, es lo que esperaría cualquier ciudadano que ama a su patria, porque, ahora,  esto de la “marca Perú”, apesta a  convertir  a este país en un verdadero mercado de baratijas en donde todo se remata, sin límites, es como entrar a un burdel oscuro de atmosfera espesa y rubicunda, en donde, las aquiescentes putas con rostros de miserables políticos - mercenarios, ofrecen cada centímetro de un territorio patrio que otros peruanos defendieron con su vida.
Hoy, no existe nada nuestro porque todo se despacha, hasta una esmirriada victoria futbolística con nuestro eterno antítesis chileno.
Antes existía una línea aérea de bandera y  capitales peruanos, pero la desaparecieron,  para que en su lugar coloquen a una empresa mapocha que no hace ni hará  la diferencia.
El sueño de ver desarrollado al Perú, a este paso,  seguramente,  terminará en algo muy parecido a la pesadilla mexicana.
He tirado la toalla, es que estamos atrapados y sometidos a este desdichado zapateo donde nosotros somos las cucarachas condenadas.
Pero, lo que quizás me tranquiliza un poco y me da un atisbo de esperanza, es que  esta tragedia no siempre fue así, porque hubo en la historia reciente del Perú un lapsus  totalmente distinto.
De nuestro pueblo surgió  un peruano o, mejor dicho, un grupo de compatriotas, lúcidos militares con agallas, verdaderos héroes que no habían aparecido desde Grau y Bolognesi, uno de ellos fue Mercado Jarrín, y Juan Velasco a la cabeza, que se atrevieron agarrar al toro por las astas para dar una solución a nuestros eternos males. De 1968 a 1975 Juan Velasco Alvarado,  dirigió un gobierno que se preocupaba por la alimentación de su pueblo, yo de niño fui testigo de esos frigoríficos con el emblema de Pesca Perú estacionados en los lugares más recónditos del país, llevando pescado fresco. Era un Estado distinto, uno que se preocupaba por su pueblo y no lo abandonaba a las garras de los poderosos mercaderes.
Existió ese tipo de gobierno que a estas alturas hasta resulta increíble, porque hablaba de dignidad para el peruano, hasta existía su día en el calendario.
En esos años se  protegían los  recursos naturales del país. Era un gobierno que te hacía sentir orgulloso,  que incentivaba  la industria (Siderúrgica, metalmecánica, etc.) y daba créditos para que esos empresarios invirtieran en su país, pero estos hijos de puta preferían llevarse ese capital a Miami.
Un gobierno que tenía una idea de nación que hasta esa época no existía,  y que ahora, hasta se ha olvidado.
A pesar de los años y la "tierra arrasada" que se practicó en estos territorios en las décadas  ochenta y noventa, para borrar ese Perú, y después de ser testigo de esta “cachina” disoluta, la imagen de Juan Velasco Alvarado  y ese grupo que apartaron del poder en 1975, va dejando una impronta imborrable del  mejor gobierno peruano de todo el siglo XX, porque honestamente, no siempre, todo tiene un precio.


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