A partir del Manifiesto de Tacna,
muchos presidentes han desfilado por el
Campo de Marte, unos más infames que otros, pero eso sí, ninguno de ellos ha logrado superar o al menos igualar su trascendencia porque la imagen de Velasco, cada año
que pasa sigue creciendo en prestigio y
respeto.
Nací en su gobierno y maduré
creyendo, ingenuamente, –como muchos- , que las reformas que realizaron en el
Perú en el periodo 1968 – 1975, fueron el inicio de todos los males.
Hoy después de ver a mi alrededor,
me he dado cuenta, que estaba totalmente equivocado, porque sí su proyecto de
país no resultó, fue porque contra el conspiraron esos conocidos agentes
internos y sobre todo ese terrible bloqueo económico norteamericano que
terminaron por minar sus buenas intenciones.
Dignidad, autonomía, autoestima.
Creer en uno mismo, creer en una nación con un gobierno propio, y gobernantes autónomos
que conduzcan a un estado realmente soberano, es lo que esperaría cualquier
ciudadano que ama a su patria, porque, ahora, esto de la “marca Perú”, apesta a convertir
a este país en un verdadero mercado de baratijas en donde todo se remata,
sin límites, es como entrar a un burdel oscuro de atmosfera espesa y rubicunda,
en donde, las aquiescentes putas con rostros de miserables políticos -
mercenarios, ofrecen cada centímetro de un territorio patrio que otros peruanos
defendieron con su vida.
Hoy, no existe nada nuestro porque
todo se despacha, hasta una esmirriada victoria futbolística con nuestro eterno
antítesis chileno.
Antes existía una línea aérea de
bandera y capitales peruanos, pero la
desaparecieron, para que en su lugar
coloquen a una empresa mapocha que no hace ni hará la diferencia.
El sueño de ver desarrollado al
Perú, a este paso, seguramente, terminará en algo muy parecido a la pesadilla
mexicana.
He tirado la toalla, es que
estamos atrapados y sometidos a este desdichado zapateo donde nosotros somos
las cucarachas condenadas.
Pero, lo que quizás me tranquiliza
un poco y me da un atisbo de esperanza, es que
esta tragedia no siempre fue así, porque hubo en la historia reciente
del Perú un lapsus totalmente distinto.
De nuestro pueblo surgió un peruano o, mejor dicho, un grupo de compatriotas,
lúcidos militares con agallas, verdaderos héroes que no habían aparecido desde
Grau y Bolognesi, uno de ellos fue Mercado Jarrín, y Juan Velasco a la cabeza,
que se atrevieron agarrar al toro por las astas para dar una solución a
nuestros eternos males. De 1968 a 1975 Juan Velasco Alvarado, dirigió un gobierno que se preocupaba por la
alimentación de su pueblo, yo de niño fui testigo de esos frigoríficos con el
emblema de Pesca Perú estacionados en los lugares más recónditos del país, llevando
pescado fresco. Era un Estado distinto, uno que se preocupaba por su pueblo y
no lo abandonaba a las garras de los poderosos mercaderes.
Existió ese tipo de gobierno que a
estas alturas hasta resulta increíble, porque hablaba de dignidad para el
peruano, hasta existía su día en el calendario.
En esos años se protegían los recursos naturales del país. Era un gobierno
que te hacía sentir orgulloso, que
incentivaba la industria (Siderúrgica, metalmecánica, etc.) y daba créditos
para que esos empresarios invirtieran en su país, pero estos hijos de puta preferían
llevarse ese capital a Miami.
Un gobierno que tenía una idea de
nación que hasta esa época no existía, y
que ahora, hasta se ha olvidado.
A pesar de los años y la "tierra
arrasada" que se practicó en estos territorios en las décadas ochenta y noventa, para borrar ese Perú, y
después de ser testigo de esta “cachina” disoluta, la imagen de Juan Velasco
Alvarado y ese grupo que apartaron del
poder en 1975, va dejando una impronta imborrable del mejor gobierno peruano de todo el siglo XX, porque
honestamente, no siempre, todo tiene un precio.
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