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domingo, 25 de enero de 2009

LA II REPUBLICA ESPAÑOLA: HOMENAJE A UNA ESPAÑA DIGNA


Este 14 de abril, quizás para un peruano pase totalmente inadvertido y hasta rutinario por las frecuentes noticias sobre huelgas, actos de corrupción de autoridades, accidentes de tránsito etc. –En realidad, estos dos últimos ejemplos son muy comunes en estas tierras-. 
Pero, ¿Qué tiene de especial esta fecha para un habitante de esta parte de Sudamérica? 
Pues, significa conmemorar un acontecimiento muy significativo por el legado que  deja. 
Este día se recuerda el nacimiento de la Segunda República Española que, por muchas razones, quizás, constituya la etapa más digna y gloriosa de ese pueblo.

Cuando uno lee la historia hispana se encuentra con un sin fin de hechos mayormente marcados por la derrota, la crisis y la poca inteligencia de sus gobernantes, fracasos que te sorprenden cuando te sientes aludido con el tema, porque te parecen familiares, por ser tan comunes  en cada una de las historias de nuestros pueblos latinoamericanos. 

Todos esos periodos de irracionalidad y decadencia que habían marcado la historia española iban a tener un respiro, un momento de lucidez con la efímera existencia de esa Segunda República. Con ella, nacería un Estado, -o mejor dicho-, el embrión de lo que hubiera sido si este continuaría existiendo. 
Dentro de todos esos intentos para transformar a esa España estúpida y cautiva de los que siempre jugaron en contra sus intereses, entró en vigor la constitución de 1931, con ella, se incorporaba principios vanguardistas dentro de su sociedad, que aquí, en el Perú en pleno siglo XXI  aún son totalmente desconocidos. 
En esa carta magna se estipulaba por ejemplo la igualdad de los españoles ante la Ley y el principio de laicidad por el que se iba más allá de la mera separación entre la Iglesia y el Estado para adentrarse en un ámbito de total eliminación de la religión de la vida política.

Esa Segunda República que estaba llena de valores y pensamientos tan progresistas y vanguardista, -estamos seguros-, le hubieran dado con el tiempo a su población esa autoestima suficiente como para llevar a España a ese lugar preponderante que siempre mereció tener en el concierto europeo.
Porque estamos seguros que la base de un pueblo es la autoestima y creemos que esa generación sí la tuvo, haciendo que creyeran en ellos mismos y en los cambios radicales que se sucedieron.
Recuerdo mucho una entrevista en  Televisión Española al entonces Secretario General de la OTAN (1995-1999), el español Javier Solana, en el cual, me sorprendía y a la vez me daba las luces suficientes como para entender a ese país y sus infiernos.  

Solana decía: “debemos dejarnos de complejos y creer que un español puede asumir estos cargos.” 
Estas palabras expresaban mucho para conocer sobre la autoestima de la España contemporánea.
¿Cuánto cree el español promedio sobre sus capacidades? 
Hoy, España es mucho más rica que la de 1931, pero esa riqueza ¿te da dignidad? ¿Te da una autoestima sana?
Si fuera así, porque Solana tenía que pronunciar esas palabras. 
Estamos seguros que los españoles de ahora serían y pensarían muy distintos, para mejor,  si esa II República hubiera sobrevivido a la Guerra Civil. 
Es que la ahora rica y prospera España no es más que el producto de aquella dictadura franquista, conservadora, genocida, amoral y sin principios, que no solo destruyo la dignidad de un pueblo callándolo con consumismo y envejecimiento, sino que, acabó con ese pequeño paréntesis de lucidez y democracia que iluminó su historia, esa  Segunda República Española. 
Por estas razones, nuestro homenaje a la distancia a esos miles de mártires que ofrendaron su vida por ver a una España digna y libre de ataduras con el pasado, que son bases de la autoestima sana de un pueblo y,  porque la riqueza definitivamente no da esa dignidad ni la felicidad a un pueblo ni mucho menos a un solo ser humano. Hoy la sociedad española sufre una enorme laguna en su memoria colectiva, prefiere no recordar, porque discutir aquella dictadura probablemente sería como contradecir su prosperidad actual como aquel hijo de puta que no se atreve a aceptar el pan que le da el oficio más antiguo de la humanidad.



Momentos de la proclamación de la II República. Madrid (1931)










Bandera de la II República (1931)

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