Mientras esperamos que proclamen de forma oficial al próximo
presidente del Perú y a pocos días de cumplirse el bicentenario, eclosionan los
peruanos que en estos doscientos años siguen sufriendo el garrote de este
sistema de castas establecido en estos territorios.
De vez en cuando los medios de comunicación, libertinos y
gamberros, colocan en el paredón de la opInión pública a personajes para que
hagan escarnio de ellos, para luego arrojar sus despojos en un terreno
baldío.
Un personaje del ambiente farandulero hoy se ha
convertido en el protagonista de las noticias policiales, nos referimos a John
Kelvin. Si bien es cierto que, hoy lo ponen como el villano golpeador de una
mujer indefensa, si hacemos un imparcial análisis sobre los hechos y el
contexto social peruviano en medio de este año del bicentenario, nos daremos
cuenta que este muchacho es solo una víctima más de este sistema de castas que
aun sobrevive en nuestro país.
Ese 28 de julio de 1821, una de las principales preocupaciones
de los píos criollos hispanófilos hacedores de este país, fue cómo tener
dominado a esa enorme población indígena, que formaba y forma aun, la mayoría de
la población.
En la primera centuria simplemente eligieron su
exterminio y, luego, conforme los derechos humanos iban avanzando en el resto
del planeta, esto derivó a un proceso de aculturación. Esta acción de
despersonalización del pueblo peruano se hacía mediante la educación, el
sistema social, los normas, los libros, los diarios, la radio y, después, la televisión
y el cine. El objetivo era hacer que el peruano indígena sintiera vergüenza de
su rostro de sus apellidos, de sus proles, de su ascendencia.
Esta política se fue dando durante todo el siglo XX y
continuó hasta nuestros días, logrando que ese peruano de pueblo, mestizo e indígena,
después de este “lavado de cerebro”, busque, enfermizamente, “blanquearse”, y
el resultado, fue terrible porque los que cayeron en esta trama, ese hombre y mujer,
mestizo (a) o indígena, a parte, de buscar empleo y salir de la pobreza, tenía también
que hacer frente a este sistema de castas que le obligaba a, cambiar su rostro, hispanizando sus apellidos, y sobre todo, obligándoles a buscar formar su familia con un blanco o una blanca, y esto es enfermizo, cómo
puedes buscar esto en un país en donde los blancos o blancas son minorías. Algunos,
como el aymara ex candidato presidencial, Johnny Lescano, tuvieron que encontrarla en el
extranjero, pero, la gran mayoría no conseguiría ese objetivo.
John kelvin, un muchacho de pueblo, su instrucción básica
no le alcanzó para encontrar el equilibrio y salvarse de esta aculturación que te
hace odiar tus rasgos y estructuras óseas y biotipos indígenas o mestizos,
salvar estas operaciones de banda gástrica, blanqueamiento y afinamientos de rostros,
y, sobre todo, te empuja, como a muchos, “cholitos” en “indígenas” aculturizados
y con recursos, a buscar “enfermiza” e “irracionalmente” una mujer blanca para “mejorar raza”. En su desesperación no reparan que estas féminas blancas y extranjeras,
pueden carecer de la lealtad, moral y otras virtudes que poseer las damas connacionales.
Los pobres cojudos no perciben esto, y cuando se dan cuenta se encuentran ante una realidad que los
llevará a cometer enormes errores.
En el Perú existen millones como John kelvin víctimas de
esta aculturación que se sigue aplicando en nuestro país y que ninguna reforma política
y social ha logrado erradicar con firmeza y que al final termina degradando a estos
seres humanos.
Un discípulo me preguntaba si existen los “zombies”, y
sí, existen millones que se rigen por estos ganaderos, muy pendejos.
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