sábado, 29 de octubre de 2011

Jessica Tapia y la noticia perfecta

No me interesa la nueva protesta ni mucho menos que algunas navajas furtivas de los deleznables opositores y gobiernistas reboten en este curtido rostro anatemizado. No me importa ni siquiera las cientos de víctimas que han sumado el día anterior los numerosos accidentes de tránsito. Honestamente, me importa un huevo de pato, que su ex compañero con ese peculiar careto de cabeza clava, muchas veces se haya mostrado poco imparcial defendiendo alguna que otra política abyecta o a esa comprobada empresa toxica. Me interesa en absoluto. Menos aun, ahora que todos están en contra de una ministra de la mujer gracias a los rezagos dejados por Alan García o que el novato Chehade se haya metido en camisa de once varas por un alambique azucarero. Esto, en serio, no me interesa.
Verla a ella, así y cruzada de piernas, es el mejor subterfugio matutino para esa atonía del encaminarse al sombrío trabajo diario. Panorama que te convierte sin querer en un descontrolado voyeur, deleitándote palmo a palmo como si subconscientemente no pretendieras desperdiciar ningún microsegundo de ese par de sublimes y sensacionales miembros inferiores. Adecuadas y finamente recubiertas por su siempre impactante lencería negra.
Jessica Tapia es uno de esos bellos y exactos ejemplares que corroboran con cada centímetro lo que escribimos. Porque cuando le toca tener la misión de entrevistar algún invitado, ella se sitúa en el mejor lugar que puede tener dentro de ese vericueto estudio de televisión. Es su indiscutible trono matinal. Esa férvida vitrina que nadie nos puede arrebatar. Su sitio justo es a la vanguardia del escritorio. Una vez ahí, cómodamente sentada, deja para aquellos que saben apreciar ese mensaje codificado, cargado con los mejores aromas emanados por aquellas frutas perfectamente maduras y desinhibidas; punto que logra traspasar la pantalla para que solo pueda ser percibido por el agudo olfato de algún antojadizo televidente.
Dentro de todos los numerosos matices que guarda el bello sexo, encontramos desde aquellas repelentes por su aspecto. Dos claros ejemplos de este infame grupo son las insufribles: Mónica Delta y Rosa María Palacios, señoras que al verlas -honestamente y con el respeto que se merecen- se convierten para este humilde servidor en verdaderos castradores químicos. Pero, también tenemos aquellas mozas que no necesitan estar desprovistas de sus habituales atuendos para despertarnos todo tipo de descontroles cuando hacemos el papel de cándido fisgón, puesto que por sus cuatro costados desprenden tal sensualidad que estimulan irreprimibles apetencias para quien se va deleitando visualmente con el poderío de sus partes inferiores.
Este país tan beato ha ido creando dentro de su sociedad mujeres tan frígidas y prohibidas para sentir placer que por las estadísticas que dan los expertos, encontrar a una que le agrade lo vetado y restringido y, que no “cobre” es realmente como buscar una aguja en un pajar.
Su cabello rubio coronando esos ojos rasgados y sobre todo el morbo que se ha tejido a su alrededor por esas inquietudes arrebozadas, aderezan antagónicos el singular exotismo erótico de su belleza como esos lascivos motivos que han hecho de las mujeres del sudeste asiático una de las más bellas del mundo.
Por estas justas razones, su magistral cruce de piernas es suficiente e inapelable para que disolutos la prefiramos algunas mañanas en nuestra pantalla de televisión. Ya que la sola confluencia de ese par de extremidades, a veces y tempranamente, nos ha provocado, irreprimibles apetitos para ejecutar un magistral clavado olímpico sobre su tórrido océano de oscuro nylon y después de muchos braceos, ir a zozobrar en esa travesía y como el más feliz de los náufragos a las orillas de esos arrecifes de fina seda negra. Finalizando el viaje y la escena en ese cabal motivo que ha hecho de ella una de las conductoras más sensuales que actualmente tiene la pantalla peruana.

viernes, 21 de octubre de 2011

La procesión del Señor de los Milagros. Morado agobio

Es hora punta y la dilatada ciudad se encuentra congestionada por el tráfico de toda esa chatarra circulando a diestra y siniestra por sus calles, además de estrechas, sembrados de cráteres de todos los tamaños. Herencia dejada por unas miopes e ignorantes autoridades que pensaron que este pueblito nunca iba a crecer y convertirse en este insalubre conjunto de guetos y arrabales en el que se ha convertido este muladar.
Pero hoy este infernal atolladero se ha prolongado más de lo normal. El motivo, una de esas conocidas procesiones que por este mes de octubre, aparecen de imprevisto y sin que nadie los haya invocado. Brotan con las mismas formas perversas de llamar la atención como lo haría cualquier otro extremista grupo de escandalosos manifestantes. Pero estos son peores, porque se exhiben inmisericordes con toda esa bulliciosa e insoportable música de cortejo fúnebre, acompañados por sus infaltables píos devotos que -a decir verdad- son pocos, pero son lo suficientemente alborotadores y se manejan con tal impunidad que logran detener el tránsito de cualquier principal arteria de esta ciudad y de paso decirnos arrogantemente: "oye pecador miserable escúchame y ora".
Qué interesa que profeses otras creencias o por último, ninguna. Por la puta que te parió, tienes que tragarte toda esa toxina de incienso y joderte los tímpanos con sus insensibles detonaciones de estos piromaniacos sociales, acompañando a unas de las más cojudas manifestaciones de idolatría en el mundo.
Los rostros de los personajes vestidos de morado que acompañan a estas conocidas manifestaciones, varían en gesto y en actitud. Los hay desde los que tienen el careto de un cachudo nerd oficinista hasta aquel viejecito queriendo parchar las perradas del pasado, buscando con persignaciones y alabanzas esa lotería de un cielo que él está seguro que cuando le vengan a tomar por saco, disfrutará de ese paraíso eterno.
Lo resaltante –también- en estas moradas procesiones, son la gran cantidad de personas representantes de la tercera edad, y los jóvenes –si los hay- son aquellos tímidos junto con los “pendejitos” aprovechando estos agrupamientos para ligar alguna que otra jovencita. Y también no faltan los cacos, mezclados entre los devotos, llegando a utilizar –inclusive- hasta los mismos atuendos morados. Estos, esperan sigilosamente el rezo cándido de su próxima víctima, para así, hacerse de la billetera o de cualquier otra cosa que el cándido soplapollas tenga de valor. Claro está, que el ladronzuelo no invocará al Cristo de Pachacamilla para que todo le salga bien, si no, se encomendará a su conocida Sarita Colonia, porque, hasta estos hijos de puta tienen sus propios santos.
Ahora que el demócrata expresidente, que algunas veces ha tenido las reacciones del más tirano de los genocidas de Darfur, nos ha nombrado a los peruanos por decreto supremo, obligados devotos del Cristo morado. Solo nos queda aceptar este martirio con la misma tozudez como cuando nos soplamos todo ese griterío y la indolencia de esos huelguistas que diariamente nos topamos por las calles.
Todavía nos quedan algunos días de este decimo mes del año y en lo que respecta a este martirio que se repite por todos los rincones de esta querida comarca, seguiremos viendo impotentes toda esta muestra de que vivimos en el lugar menos indicado, con un tipo de ser humano que –provocado quizás por su “educación” - nunca entenderá de racionalidad ni libre pensamiento.
A pesar, de la era del conocimiento y que además se ha logrado descifrar el mapa genético humano, así como, se ha creado la primera célula artificial y se ha descubierto, que los que gobiernan el Vaticano son tan buenos humanos y delicados seres como los son Alan García o George W. Bush. Toda esta gente continuarán empeñosos con sus tumultuosas procesiones moradas, esas salvajes y ensordecedoras detonaciones y sus cada vez, menos devotos, que con tan característica devoción y atuendo morado nos recuerdan a esos pueblos estancados en el tiempo y que se niegan a abandonar el deplorable estado en el que se encuentran.

Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...