viernes, 29 de marzo de 2013

José María “Chema” Salcedo y la generación estúpida


Este periodo o etapa que vive el país, se refleja en el tipo de radio y televisión que se escucha y se observa. Escasea el buen criterio y la lucidez. En su lugar, abundan los ignorantes y limitados, todo tipo de inválidos mentales y  un gran  enjambre de temerosos beatos y lameculos. Se extraña por ejemplo a Hildebrandt. Suena paradójico, que durante  el régimen dictatorial fujimorista, este periodista aparecía con frecuencia en las pantallas de la televisión de aquella época, con presiones de todo tipo, accidentada, pero sus opiniones eran escuchadas en señal abierta por el televidente.  En cambio, ahora, que los peruanos -se supone-  recuperaron la democracia, y se vive en un ambiente supuestamente  libre y de respeto del estado de derecho, el nombre de este periodista está totalmente prohibido en las más importantes cadenas de televisión.
Esta etapa que vive el país ha sido tomada por el conservadurismo el estancamiento intelectual  el letargo y la religiosidad.   La mayoría de los medios de comunicación se han alineado en este sistema y para mantenerlo ponen en las pantallas  a bustos sosos que cubren los más miserables intereses  y las infames expectativas de la tiránica visión de ese  broadcaster,  pero no ayudan en nada para mejorar esta decadente sociedad ni la formación del televidente.
Uno de estos representantes es el periodista José María “Chema” Salcedo. Su vil racismo y huachafo elitismo lo mostró al quitar de las pantallas de la TV el histórico programa "Informalísimo". Cuando tengo la oportunidad de  sintonizarlo, mi tolerancia logra soportarlo no más de quince minutos. Tiempo suficiente como para darme cuenta que estamos al frente de un personaje tan pacato y aburrido que empujarnos el espacio completo sería como el suplicio de toda una liturgia.
Como aquella vez que tenía de invitado a Mikel Erentxun. Fuera del tema musical y farandulero que era obvio, tenía que tocarlo. Uno, esperaba preguntas mucho más interesantes -por no decir inteligentes- como: la realidad española vista desde un vasco o tocar el tema de la autonomía. En realidad, asuntos que despierten la cognición del televidente. Pero no, el conocido periodista, más se dedicó a ventilar por las pantallas su rebuscado origen vasco, a cada momento repetía que como su entrevistado también corría sangre vasca por sus venas. Digo, en un país de mayoría indígena y mestiza y sabiendo que sus rostros están prohibidos en la televisión racista, redundar sobre estas costumbres en ese momento rallaba casi el ridículo.
Otras veces lo hemos escuchado más  insoportable aun, sobre todo cuando hace de un improvisado sacerdote, mostrando su fundamentalismo religioso casi como el más virginal de los curas. Sus opiniones nunca salen de lo mohoso y conservador. Pareciese que si se asomara en su delante  una vagina, el pobre, aterrado se apartaría a un rincón del edificio y se azotaría, porque, sus puras pupilas cometieron el semejante pecado de mirar aquellas imprevistas y  lascivas tentaciones.
Tanto conservadurismo y religiosidad,  solo nos recuerda a la época de los años cincuenta. Como el más torpe de los crustáceos, hemos retrocedido culturalmente  más de medio siglo.  Porque, los que colocan el menú de los píos corderos han elegido el conservadurismo antes que la libertad de que el pensamiento del ser humano avance y evolucione.  Porque, todas esas ideas, como se practican, comúnmente en nuestra sociedad,  son limitadas o prohibidas en Singapur. Es la triste realidad. Este crecimiento económico nunca traerá un desarrollo verdadero a nuestra sociedad.  Porque todas esas ideas y conductas  que desencadenaron la desigualdad y la posterior violencia de los años ochenta, hoy se han reverdecido como la más mortífera planta venenosa.
Pasará  esta etapa de buen  precio de nuestros metales, luego vendrá la siguiente de esta conocida paramnesia peruana.  

miércoles, 13 de marzo de 2013

La revocatoria y el espíritu limeño

Las gentes que habitan una determinada urbe, desarrollan ciertas particularidades que se irán constituyendo  con el tiempo en  su sello personal, siendo una especie de  distintivo de toda su población. Así se formó ese aire cosmopolita y de apertura del neoyorkino o el apego de acoger la literatura de otras culturas que tiene el parisino.
Esa  malsana  humedad y su insufrible cielo gris junto a la aridez de sus alrededores va influir mucho a sus pobladores  y el hecho de que sus fundadores  procedían de una patria que los  marginaba por ser mozárabes pobres y oscuros, hizo de ellos, seres podridos en complejos de inferioridad. Estos orígenes bárbaros de los fundadores de Lima les crearán miedos y traumas, marcándolos para siempre, una de esas heridas serían los prejuicios raciales, látigos que ellos conocían muy bien por ser mestizos de sangre mora.
El desenvolverse entre la inmundicia y con los peores  proscritos les fue moldeando  como los mejores discípulos en el robo y la falta de honor y dignidad.
El analfabetismo e ignorancia les produjo muchos temores y supersticiones cayendo por estas razones vulnerables en las manos del fanatismo irracional de la religión católica.
Sus recelos hacia el mundo  andino y su sabiduría hicieron de ellos abrazar los compases africanos y esa violencia furtiva de marginal  ensombrecería siempre sus acciones  llenándoles de cobardía. Estos fueron los principales ingredientes que formaron el espíritu limeño heredado de sus  fundadores que  tuvieron también estos apellidos. Aunque por vergüenza algunos lo callan.
Ese particular espíritu significó, en cierta forma, el origen del triste final que encontraron estos y con los siglos, para mala suerte, del resto de peruanos, estas innobles enseñanzas se propagarían  como uno de los peores males por toda la ciudad y el resto del país.
Hasta mediados del siglo XX  gracias al aislamiento que ella misma se había impuesto frente al  interior,  todas esas boñigas se mantuvieron contenidas dentro de los linderos de esa  ciudad,  pero, con las décadas y el desarrollo de las comunicaciones, toda esa cultura corrupta e improvisada,  llena de egoísmo  y entreguismo y que provocaron la derrota de la Guerra del Pacífico y la reducción de nuestro territorio, gracias a la política centralista del estado se fueron  diseminaron libremente  por el resto del territorio peruano, contaminando a su población con todo ese decrépito espíritu limeño.
Hoy somos observadores una vez más de la insensatez del poblador de la capital de la república, otra vez los limeños se enfrentan entre ellos desperdiciado cuatro años valiosos,  mientras tanto, esa ciudad que posee la tercera  parte de la población del país sigue tomada  por el caos y la delincuencia. Y esta conducta no es de ahora, porque hace más de cien años,  mientras el numeroso  ejército  chileno    desembarcaba en Lurín,  los limeños no idearon mejor defensa para su urbe que enfrentarse entre ellos  en una estúpida guerra civil.
Es de nuevo ese espíritu que caracteriza a la población de  esta gran urbe, son esas particularidades que se fueron instituyendo con los años, adquiridas de sus fundadores cuando  allá por el siglo XVI sin pensarlo Pizarro y sus maneras heredó a la futura población de la ciudad que estaba erigiendo.   
Los resultados de esta revocatoria, será lo de menos. Al final quien salga triunfante no interesa, si es Castañeda, Alan García, Susana Villarán, Lourdes Flores o el fujimorismo. Lo cierto es que la gran derrotada una vez más será  la propia ciudad de Lima,  porque perdió tiempo valioso en discusiones egoístas de grupos que siempre anteponen sus propios intereses por sobre las verdaderas necesidades de esta caótica ciudad.

Y lo más triste de este culebrón es que esta  ciudad llena de gentes insensatas “guían” al resto del país por esas trochas llenas  de incertidumbre y confusión.

lunes, 4 de marzo de 2013

Phillip Butters y el cholo bruto


Los cobardes y crueles de todas las latitudes se parecen mucho. En Argentina, por ejemplo, cuando se les antoja,  protestan en contra de su justicia cuando esta quiere mandar a la jaula a Videla o Galtieri. En Chile, estos,  después de salir sudorosos de la eucaristía y luego de despedirse de sus amigos en ese influyente círculo religioso, en su momento,  se dieron el tiempo de reclamar indignados,  cuando  los ingleses retuvieron por algunas horas en Londres  a Pinochet,  por haber,  desaparecido algún ciudadano  británico en su pasada dictadura.
Hoy,  en nuestro país, que en estos veinte años se ha ido formando  como un espécimen amorfo  hecho  con los desperdicios rescatados de  los servicios higiénicos de Wall Street y los desechos del insignificante capitalismo  que viene desde el Manzanares y el Mapocho. Estos desalmados seres de vez en cuando salen a la palestra amenazando con romperle la cara   cualquiera que ose oponerse a sus ideas, casi siempre, autoritarias y represivas,  porque, desde su abyecta genealogía lo  acostumbraron a ello. Estos medrosos en el fondo son  seres aquejados por los peores males originados por sus patéticos trastornos  que por las noches  les hacen sufrir la terrible pesadilla de amanecer algún día maricón.
En esta tierra de caínes y navajeros y cerriles de todo tipo,  los más abyectos  y violentos son fácil de identificar porque  casi siempre poseen  los mismos distintivos. En su gran mayoría son fervientes católicos y admiradores de aquellos personajes  que  gustan de patear el culo al más indefenso. De estos, los más peligrosos son aquellos que detentan algún cargo importante o influyente, cuando esto sucede,  riegan a la sociedad impunemente con una lluvia de inequidades,  injusticias, abusos e intolerancia, prejuicios y estereotipos. Uno de esos especímenes lo encontramos aquel día jadeante y trastornado esperando las preguntas incomodas del entrevistador.
Aquella mañana, estaba Phillip Butters sentado en ese programa de televisión. La primera impresión que nos dio fue  su aspecto que exageradamente distaba del nombre británico que dieron en  su presentación,  ambos estaban tan alejados étnicamente  como los nuevos apellidos que encontraron los esclavos negros recién desembarcados  en América o como esos millones de peruanos, aculturizados y  con rostros oscos,  llevan  estólidos aquellos motes  como de Del Castillo o  García, cuando en la realidad,  más les correspondería un auténtico Mamani o un Quispe. 
Phillip Butters demostró en esos minutos lo que esconden estas personas. Transpirado y nervioso,   a la primera sensación de amenaza, no agudizaba sus sentidos con mejores argumentos, sino,  le recordaba al que tenía en frente,  su metro ochenta y que con solo una pecheada de su robusto cuerpo podía partirle el alma  a cualquier hijo de puta que se atreviera a discutirle. Esa  violencia al hablar solo es el muro aparentemente infranqueable para que los hostiles de siempre no vulneren sus entrañas  temerosas, delicadas y rodeadas  de femineidad.
Se alinea con lo más conservador, por eso,  la malévola imagen de Cipriani hace de  sumo pontífice en su cosmovisión violenta y tirana. Lleno de contradicciones se tambalea de la mano con Haya de la Torre y su vecindad alanista  y acaricia las axilas del fujimorismo excusándolo  torpemente de sus  excesos antidemocráticos.
Un típico personaje más de nuestra abyecta sociedad, criado en las mejores familias limeñas, juntos con los blandinis y los huevermeyers,  todos cobardes por antonomasia que se orinan ante el chileno o el extranjero, pero, eso sí, los mejores cuando se trata de humillar a la empleada o al  jardinero, sumidos eternamente en ese océano de miedos desde cuando  niños un salvaje a golpe de puteadas les fue moldeando.



Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...