sábado, 25 de noviembre de 2017

El Luzhniki, Alan y el Estadio Nacional

Con algo más de un millón de habitantes, la ciudad de Arequipa  no posee  un solo teatro con cierto nivel, alguno que por lo menos iguale en capacidad y diseño  a  aquellas que dan categoría a otras ciudades en el mundo; pero eso sí, en esta ciudad enclavada a los pies del volcán Misti sus autoridades derrochan  los recursos públicos en la  construcción de un gigantesco y millonario templo religioso en medio del desierto.
Somos tercermundistas somos subdesarrollados eso está claro, somos primitivos,  y estos desaciertos nos dan toda la razón.
Algunos políticos y gobernantes actuales  privan de muchas cosas a los  peruanos sobre todo de infraestructuras que podrían servir para promover actividades sanas para el ser humano como el deporte o aquellas artes que para desarrollarlas necesitan de ciertos escenarios.
Los recursos existen pero se utilizan muy mal  y esto deja a nuestras ciudades peruanas sin grandes teatros o como el caso que a continuación narraremos nos privan de estadios importantes.
El estadio Luzhniki de Moscú, donde se jugará  el partido inaugural y la final del mundial de fútbol Rusia 2018, después de tres años de trabajos lo han dejado como  uno de los más modernos y atractivos del mundo.
Esa arena que cobijó importantes eventos deportivos como las Olimpiadas de 1980 y la final de la Champions League del 2008, ha quedado perfecto.  La pista atlética despareció y en su lugar construyeron unas tribunas que en armonía llegan simétricamente hasta el borde de la cancha, y no terminan cortados bruscamente  como en el  centenario de Montevideo o el del Cusco y tantos otros que al intentar ampliar los estrados sobre lo que era la pista atlética terminan edificando verdaderos bodrios. El costo para toda la remodelación del Luzhniki fue de alrededor de 45 millones de dólares.
Hace unos días notamos  que el Estadio Nacional resultó pequeño para disputar el repechaje entre los seleccionados de Perú y nueva Zelanda, es inconcebible  que para una gran urbe como Lima que ronda los 9 millones de habitantes  ese estadio solo tenga la capacidad para albergar algo más de 50 mil espectadores y, lo más terrible de todo esto es que fue recientemente remodelado. Alan García en un colorido show entregó al público un ínfimo estadio con unos enormes, desastrosos y feos palcos suites,  no solo son deformes y de mal gusto sino que envían un mensaje al mundo sobre un Perú muy dividido y exageradamente  desigual e injusto, en donde los ricos (más claros)  desde sus horribles palcos (reflejo de su incultura), miran desde arriba a un pueblo hacinado sentado sobre un frío pavimento. Sus diseñadores con los cerebros de unos tercos tercermundistas que todavía están congelados en las divididas Republica de indios y la República de españoles,  dejaron una inútil pista atlética eliminada  de forma inteligente y eficiente en la remodelación del Luzhniki.
La supuesta  “modernización” que se hizo al Estadio nacional de Lima fue insuficiente y torpe, dejando un recinto grotesco que  deja un mensaje negativo sobre nuestra sociedad peruana que busca  ser democrática e igualitaria como las más avanzadas sociedades.
La remodelación del Estadio nacional durante  el gobierno de Alan García tuvo un costo de alrededor de 60 millones de dólares que supera enormemente a los 45 millones de dólares que se invirtieron en el Luzhniki de la capital rusa.

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