lunes, 21 de septiembre de 2020

Drusila Zileri y la puta ignorancia

 


Es el colmo.

Leyendo sobre aquellas epidemias que en distintas épocas han asolado la humanidad, pude notar que, en gran parte de ellas, después de ocurrido el desastre, la gente que sobrevivió y sus sociedades, en cierta medida, mejoraron, salvo el caso, del Tawantinsuyo en 1532.

Aplicando una especie de guerra biológica con sus virus y bacterias mortales (viruela, sarampión o la salmonela) que acabo con la vida de entre más del 50 y 80 % de los habitantes autóctonos de estos territorios, la invasión hispana, no solo trajo estos males, sino que, también, problemas que hasta ahora los peruanos no hemos logrado solucionar y que van desde el aspecto económico, social y hasta el político. 

Los españoles en su afán de afianzar su poder y mostrarse como la fuerza dominante sobre la civilización milenaria que encontraron, difundieron  entre los nativos sobrevivientes un mal que iba ser más debastador y endémico, fueron ideas erradas que  alimentaron en ellos unos terribles prejuicios sobre su propia cultura primigenia, prejuicios que iban a durar hasta nuestros días. Dentro de otras taras, a los peruanos les hicieron creer que su cultura andina milenaria y sus personajes que la representaban eran simple salvajes y primitivos y, lo mejor, era hacerla a un lado y adoptar los modos y costumbres que trajeron los hispanos ya que eran muy “superiores” a lo que se había encontrado. Monumental infamia que se ha difundido hasta ahora en el Perú.  

Gracias a las evidencias encontradas se sabe que cuando llegaron los conquistadores, en estos territorios, ya se practicaba la cirugía al cerebro y, como en medicina, los antiguos peruanos también habían lograron grandes avances en matemática, arquitectura, vías de comunicación, bienestar dentro de la población, organización política y un largo etcétera, que nos hacen afirmar que la cultura y civilización que encontraron los españoles en 1532 no fue menos que ninguna, y menos de aquella que desembarcaron en sus carabelas.

La monarquía española se largó en 1821, pero aquí sobrevivieron como las peores endemias esos prejuicios de ver a este importante pasado milenario peruano, representado en sus conocidos personajes, en sus idiomas, sus rostros, y hasta en los mismos apellidos, como deslucido y hasta ofensivo, lo cual es un error aberrante y principal causantes de nuestra baja autoestima como país o como sociedad.

Nos hacemos daño nosotros mismos porque seguimos ignorando nuestro verdadero valor.

La ignorancia produce y sigue produciendo todo esto y es caldo de cultivo para las supersticiones, los estereotipos y sobre todo estos prejuicios raciales y étnicos que están muy difundidos dentro de nuestra sociedad, y no solo lo decimos nosotros, ya que hace no mucho, una encuesta mundial realizada por la firma Ipsos Mori (2017) colocó a la población de nuestro país entre los más ignorantes del planeta y el cuarto de América latina.

Claro que, no todos los peruanos son ignorantes, pero hay un grupo muy numeroso y sobre todo muy influyente.

La ignorancia en el Perú, ha corroído distintos estratos socio económicos, inclusive, en aquellos grupos, que uno creería serían inmunes como la élite peruana, que los vulneró tanto, llevándolos, inclusive, hasta a su propia decadencia, porque les hizo cometer grandes errores, uno de ellos fue hacerles ver a su propio país como un enfermo incurable, un vejestorio que solo servía para extraerle sus partes usadas para repuestos, un lugar no apto para crear riqueza sino para expoliarlo y mantener a su población en la degradación de la pobreza.

Este pensamiento difundido en esa clase dirigente, fue cimentando ese Perú que durante los siglos XIX y XX fue derrotado por sus propios vicios cargados de trivialidades e inercia.

Esa ignorancia de esta clase social les hizo creerse patológicamente seres muy superiores, pero solo aquí, porque, París, Londres y Nueva York les hacía agachar la mirada, tan igual, como sus empleados en Lima o el resto del Perú lo tendrían con ellos.

Y lo paradójico es que, por esa misma ignorancia y tanto despreciar lo indio y sus rasgos que los llevó hasta considerarlos seres inferiores. Contemplaron tanto esa desgracia que, sin pensarlo, se mimetizaron con ellos, viéndose por fuera blancos, pero sus mentes eran las de unos indianos sometidos y colonizados.

Y no es necesario nacer dentro de estas familias para tener una idea de cómo serían las biografías de algunos de los integrantes de estas proles que en décadas pasadas abarrotaban los clubes más exclusivos, hoy vacíos y polvorientos.

Muchos migraron a Occidente echando raíces en esos lugares y ahora viven tranquilos porque lograron su mayor objetivo de vida que era regresar a esa Europa que a sus ascendientes el hambre les había echado.

Los que se quedaron enfermaron más, algunos acabaron en la locura superioridad de Hitler, a otros, las adicciones de sus modelos de conducta hicieron mella en ellos. Si reaccionaban mostrando algo de voluntad solo era para recordarse que no podían “cruzarse” con los plebeyos peruanos, así que tenían que buscar pareja en Europa o los Estados Unidos, pero, muchos de ellos no lo lograron, así que tuvieron que conformarse, aunque sea con el nieto o la nieta de un escoses extraviado en la miseria de algún humedecido arrabal rodeado de fango a orillas de ese riachuelo pestilente que desemboca en el gran Paraná argentino.

Fueron estos patéticos despojos, que tuvieron, y creo, siguen teniendo al Perú en sus manos.

El otro día, una de sus integrantes se hizo presente, asfixiada e impotente de ver que el rostro de este Perú andino estaba en todos lados hasta en la pantalla gigante de su televisor. La rabia no le hacía pasar la saliva, ver indios y cholos por todos lados, tenía que gritarlo, pero como ahora estamos en democracia y todos, se supone, tenemos los mismos derechos, no podía hacerlo con una persona de carne y hueso, sino que descargo su veneno ignaro contra el gran Túpac Amaru II, llamándolo simplemente como aquel indio que fue desmembrado.

“Fue un error y ya está, no pasa nada. Fue un lapsus, es lo que pasa cuando uno está en vivo y tienes todo pasando al mismo tiempo y fue un comentario equivocado de mi parte” dijo  Drusila Zileri para intentar no darle importancia al hecho, pero sí tiene enorme importancia. Llamar como un simple indio, (y no lo digo creyendo que el término “indio” sería peyorativo sino todo lo contrario, porque para este servidor, es un alago porque ser indio en el Perú representa una civilización realmente impresionante), pero ese no es el problema sino que, lo dijo, con la intención de colocar a Túpac Amaru II como un anónimo más, sin darle la la debida trascendencia histórica porque fue el personaje que inicio la gesta libertaria en Sudamérica, tarea que luego finalizarían Bolívar y San Martin.

Túpac Amaru II, y es bueno que lo sepa esta mangante, es una figura mundial que hasta en el mismo museo británico preservan aun escritos de su proeza. Pero esto, Drusila Zileri, lo desconoce totalmente y lo zanja con un “aquí, no pasa nada”, y sí, aquí pasa, y mucho, pasa sobre todo esa puta ignorancia que no te hace valorar lo peruano y sus personajes históricos y sobre todo aquellos que han trascendido en la historia universal.

Es la misma puta ignorancia que te lleva a NO proteger tu patrimonio histórico y cultural por eso vemos cada cierto tiempo a los propios peruanos destruyendo y subestimando a su propia cultura, como esa grúa manejada por unos publicistas limeños rompiendo  un pedazo de roca de ese solar inca en Machu Picchu o cuando esos estudiantes, también peruanos, en viaje de promoción, patearon ese muro Chan Chan en Trujillo, o como aquella vez ese rector de la UNSA haciéndose de la “vista gorda” dejó que unos “ladrones” se llevarán costosos tapices wari.

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