La
participación de nuestra selección de futbol en lo que queda de estas
eliminatorias se ha convertido en la crónica de una eliminación anunciada. Son las
falsas esperanzas para un enfermo terminal, puesto que hace varias fechas ya estaban descartados.
Pero, ¿Por qué una selección peruana no puede clasificar a un
mundial de futbol desde España 82’? La respuesta es
algo amplia, por los diferentes aspectos que se toca.
Las
causas por las que nuestras distintas selecciones de futbol no clasifican
a los mundiales, van desde razones históricas y el aspecto
organizacional, tocan también la parte humana del jugador y la conducta de los
dirigentes desencadenando una crisis en todo el sistema del balompié peruano.
Obviamente, esto nunca lo dirá la prensa deportiva local,
porque en su gran mayoría, defienden sus jornales y los intereses de los auspiciadores.
Esta eliminación es causa directa de esa crisis que no es de
ahora, sino, que su origen –quizás- se
remonta desde la misma época en que el primer inglés lo trajo en su
equipaje y lo desembarcó en el Callao a finales de siglo XIX.
Ya
a comienzos del siglo XX, la popularidad de la práctica de este deporte
motivó la creación en 1922 de la Federación Peruana de Futbol.
Mientras
que en el nacimiento de otras ligas en el mundo, sus fundadores iban
instituyendo ciertos valores en sus federaciones, aquí ocurrió todo lo
contrario, porque sus autores le infundieron un carácter
pernicioso, incluyendo en sus estatutos esa conocida pusilanimidad del pendejo,
ese que no busca el desarrollo y la prosperidad de la institución si no que en
su lugar hace primar el egoísmo y los intereses personales. Ese espíritu
idiota, egoísta y perdedor se fue institucionalizando con los años,
logrando que este deporte naciera y creciera desorganizado,
inmanejable, por las enormes dosis de informalidad,
improvisación y desorden que le fueron engendrando. Y así lo fueron
manteniendo a través de las décadas. Mientras tanto, sobre esa realidad,
se fueron dando esporádicamente buenas actuaciones de nuestro
seleccionado (la buena generación de jugadores en la década de los años
setenta y las consecuentes clasificaciones a los mundiales de México
70’, Argentina 78’ y España 82’) y que la prensa local – miserable y
descerebrada- se encargó de sobre dimensionarlos, recordándonos
permanentemente, haciendo creer a la población de la existencia de
un futbol nacional con perspectivas de desarrollo.
Esa
prensa deportiva local, durante aquellas celebraciones, nunca se
detuvo en esos momentos de algarabía para meditar acerca del porqué
de estos resultados. Pero lo cierto era que la clasificación a esos mundiales y
la buena posición de nuestro futbol en Sudamérica durante aquella época, no fue
el fruto de un trabajo planificado de su dirigencia o la consecuencia de una
liga local muy bien organizada y con clubes acostumbrados a disputar las
finales de los distintos torneos internacionales. Si no que estos
triunfos se debieron básicamente al azar y a la aparición de una generación de
destacados jugadores.
Transcurrida la década de los setentas y la clasificación al mundial de
España 82’, la mediocridad del balompié peruano se fue agudizando,
y a esto se va ir sumando, la enorme corrupción que iría
infectando a sus dirigentes.
En los años noventa, mientras el futbol de Colombia, Chile y posteriormente
Ecuador destacaban internacionalmente clasificando a mundiales y
levantando sus clubes la copa libertadores, el futbol peruano, llegaba al
fondo de la tabla de CONMEBOL. Esta crisis institucional y dirigencial
que en épocas pasadas había sido opacado por los triunfos de sus
selecciones, ahora, salían a flote como en el retrete recién usado.
En esta etapa de nuestro futbol, los millonarios ingresos
producto por la venta de las transmisiones televisivas harán de sus dirigentes
personajes poderosos e inamovibles en sus cargos, ahí destacaran por el
cochambre las dinastías de los Delfino y los Burga.
Es durante esta época en donde el futbol peruano llega al subsuelo, ayudado
sobre todo por estos dirigentes y por un sector de la prensa
lameculos (Fleishman, Núñez, y tantos otros)
Esa escasa moral y ética de la década fujimorista fue imitado también
por los grupos que dirigieron y dirigen actualmente el fútbol peruano. Estos
personajes corrompidos hasta el tuétano, para proteger y mantener sus intereses
económicos siguen conservando este estado decadente del balompié local, porque
hacer alguna mejora significaría -para ellos- dejar de percibir sus lucrativos
ingresos. Esta es la realidad del futbol nacional. Por estas razones nuestras
selecciones no clasifican a los mundiales.
¿Si se podría
cambiar? Claro que sí. La solución sería la intervención del estado mediante el
Instituto Peruano del Deporte. Como principal ente de control debería realizar
los cambios necesarios que den solución a esta caótica situación. Creemos que
se debería para esto, previamente, formar una comisión reorganizadora que
modifique completamente los estatutos y la organización total del futbol
Peruano. Por los escasos peruanos conocedores sobre el tema se
debería de contratar expertos internacionales (europeos) para que asesoren en
la nueva organización. Esta reingeniería debe ser total. Claro que la FIFA
amenazaría con la desafiliación a cualquier intento de intervención, pero qué
más da, si por lo hecho, hace buen tiempo estamos desafiliados, porque en
ningún torneo internacional de equipos ni de selecciones la camiseta peruana
destaca ni pasa la primera ronda.