La imagen de esa
mano levantada del finadito arquitecto -se
los juro- intento olvidar, porque solo me trae los amargos recuerdos de los dos periodos que gobernó el país. Terribles
momentos. En el primero, se negó a implementar la reforma agraria y la pendejada del Acta de Talara y la página 11 provocaron el golpe de estado de Velazco de
1968; en su segunda parte, la crisis
económica y los coches bomba pusieron las melodías más dramáticas para un pueblo que desesperado por la hambruna, el desempleo y la inflación encontraron consuelo en las cantatas de Alan García. Y su apoyo a
la sanguinaria dictadura argentina y su torpe
lucha antiterrorista que en la búsqueda
de senderistas se llevó de encuentro
niños y mujeres quechua hablantes junto
con ocho periodistas en Uchuraccay, le pusieron la cerradura exacta para nunca
querer, siquiera, mencionarlo.
Intento olvidar esa
mala época, pero es imposible, porque
todavía existen pelmazos engreídos que con
sus desatinos me los arranca dolorosamente como el peor muelero
de donde los tenía relegados.
Cuando Gastón
Acurio nos recuerda a los peruanos el “adelante”, quizás crea que nos está endulzando con su mejor almíbar; pero, no se da cuenta qué para muchos se ve más como un gesto
arrogante y burlón, como si nos batiera en el rostro una pesada masa, cuando su adorado líder nos tenía igual de calatos que los desplumados pollos en
esos puestos de mercado que visita frecuentemente en sus programas de televisión.
No le culpo, porque, seguramente, esa interjección belaundista le evocará aquellos imborrables años caramelizados de glotonería y fortuna.
El reconocido chef Gastón Acurio, no solamente se rodea de una oprobiosa guarnición de ignorantes de los milenarios ingredientes andinos
que utilizan –como un tal chef apellidado
Grau- , demostrando en el fondo su limitada
visión del país, si no, que, además, pone en una
sucia batería un “adelante”
que mezclado con los insumos anteriores
hacen de su estofado un
brebaje intragable, sobre todo,
cuando deja flotando en su caldo los
huesos y pellejos de los desastrosos gobiernos belaundistas.
Cómo no lo va
extrañar, si su “adelante” le evoca
la niñez , cuando disfrutaba de las
comodidades que le daba ser el hijo de
uno de los más cercanos colaboradores del -en ese entonces - presidente Fernando
Belaunde Terry; mientras tanto, la mayoría de peruanos sufríamos la carestía provocada
por los malos manejos económicos que
hacía su recordado mentor.
Gastón Acurio, fue
uno de los pocos privilegiados en ese
gobierno belaundista que pasaba por las
narices de los peruanos una suculenta y larga tripa de cerdo embutida de hambre,
ineficiencia y corrupción , que no acabaría hasta desencadenar la debacle del alanismo y la dictadura fujimorista,
y que irónicamente con su “adelante” tiene
la mala leche de recordármelo, y que,
yo creo, que otra
persona de buen corazón, con algo de lucidez y -como
no- con una generosa porción de modestia se lo guardaría bien adentro por el respeto a
las víctimas que a duras penas sobrevivimos.
Gastón Acurio se
parece mucho a keiko Fujimori sobre todo cuando sabemos que ambos tuvieron la
suerte de formarse en costosos centros de estudios en el extranjero
porque sus padres pudieron
costear esas exorbitantes pensiones gracias a las fortunas que amasaron ejerciendo importantes cargos en sus respectivos gobiernos, uno como
senador gobiernista y el otro como dictador.
Después de enumerar
esta lista de ingredientes, le pedimos humildemente que su “adelante” -por respeto- lo encierre
en su cocina en siete llaves, ya
que el Perú va por otro camino, porque, no queremos volver a probar ese amargo menú del
vetusto caudillismo belaundista, argollero e hipócrita, la crema y nata de los políticos tradicionales
y que en tus manos hongueadas de conservadurismo haría del
proyecto de un delicioso platillo el peor
y nauseabundo mejunje preparado
en esa impresentable cacerola acciopopulista de los años ochenta.
1 comentario:
Quien te conoce papá?
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