“Dime con quién andas y te diré quién eres” dice el dicho popular. Un día Alan García, sin mediar plebiscito alguno nos despertó con la noticia de que formábamos parte de una llamada Alianza del Pacifico. Fue tan precipitado y sorpresivo esto, que no dejaba de despertarme dudas, sobre todo por la premura de su concepción, ensombreciéndolo como un acto forzado por algo o por alguien, como cuando eras niño y sentías que tus padres a empellones te obligaban a estar con gente que no querías.
¿Una alianza junto a Chile,
Colombia y México? Honestamente era como reunirse con los malos de la película y en cierta medida también significaba ir en contra de la historia y en lo que en
este momento están escribiendo los
pueblos latinoamericanos.
Colombia, violenta y corrupta, su inequidad ha obligado a una diáspora a muchos de sus
pobladores. Chile, antítesis
histórica, el judas de Sudamérica que
sigue manteniendo esa humillante política en contra de muchos compatriotas. Y México,
la top en decadencia, podredumbre social
y su televisado narco estado y genocida.
Bonitos indeseables con los que tenemos que codearnos.
El caso mejicano es el más exagerado, son más de cien millones de
hacinados en la meseta de Anáhuac, salvo
raras excepciones, son cien millones
de víctimas de sus propios prejuicios.
La ignorancia propagada las
veinticuatro horas del día por las pantallas de Televisa y otras cadenas parecidas
han vuelto a gran parte de ellos tan torpes y desordenados como “el Chavo del Ocho”, otros tan cerriles como ese grupo de mierdecillas en ese programa de culto
latinoamericano, haciendo burla del profesor “Jirafales” cuando este, intentaba
llevarles algo de civilización, y otros tan superficiales, segregacionistas, arribistas y violentas como la misma “Doña
Florinda”, y tan ociosos y corruptos
como el conocido “Don Ramón”.
Alguna vez, Gisela
Valcárcel, cuando le fue yendo
mejor económicamente, uno de sus primeros viajes que realizó al extranjero fue a
México. Cuenta que después de bajar del avión
y abandonar el Benito Juárez esperó encontrarse con aquellos rostros
que veía en las novelas, series y películas que mostraba la filial de Televisa en el Perú. Pero, grande fue su decepción al ver que la gran mayoría de mejicanos
no poseían esos rostros blancos y europeos, sino, más bien, eran morenos e indígenas.
Esa es la realidad de México, un pueblo mohíno y transido. El
bicentenario ha cogido al estado mejicano corrompido hasta la medula. Es
tal la podredumbre que a estas alturas ya no se puede diferenciar a una autoridad pública
de un mafioso del narcotráfico. Cuando alguien por dignidad quiere alzar su voz
de protesta, ese estado no pestañea ni
lo duda un segundo para utilizar la masacre y el genocidio para acabar con esas
protestas casi siempre de estudiantes, porque saben que matando a los más
jóvenes acaban con el mal desde temprano. Ahí están
la conocida masacre de Tlatelolco
y últimamente en Iguala.
El mejicano está solo porque nadie correrá en su ayuda, y lo peor
es que no existe una conciencia nacional porque si se encuentra algo parecido, esta, ya
ha sido apropiada por televisa y se
encuentra digitada al antojo por sus élites.
Esa receta que se vendió a Méjico durante el pasado siglo, de hacerles creer
que son occidentales, ha fracasado, porque México no es Canadá ni Estados
Unidos.
México, es un pueblo milenario aunque sus medios de comunicación digan lo contrario y
los haya desvinculado de sus verdaderas raíces
haciéndoles creer que son feos y despreciables, resignándolos a una eterna
suciedad y corrupción.
Ese es el gran problema de México, aun no acepta su rico pasado
y no lo interioriza ni lo ha inspirado
para crear una nación más moderna y autentica.
El modelo mejicano ha fracasado,
porque solo produce inequidad,
corrupción y muerte. Es un modelo inhumano y autodestructivo.
Pero lo más triste de este culebrón es que este modelo hace buen tiempo se intenta implantar en nuestro país. Algún grupo de idiotas en este país, sigue obstinado
en hacernos creer que estas recetas llenas de inequidad desindustrialización, injusticia
social, egoísmos, frivolidad, televisión basura, incultura,etc., son la
solución para nuestros problemas; pero no saben que esta fórmula produce baja
autoestima dentro de ellos y tal desánimo y desvalor,
que se manifestará más pronto que tarde en caos, corrupción y violencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario