jueves, 22 de enero de 2015

Alianza del pacífico y el futuro sombrío del Perú


“Dime con quién andas  y te diré quién eres”  dice el dicho popular.  Un día Alan García,  sin mediar plebiscito alguno  nos despertó con la noticia de que formábamos parte de una llamada Alianza del Pacifico. Fue tan precipitado   y   sorpresivo  esto,  que  no dejaba de despertarme dudas, sobre todo por la premura de su concepción, ensombreciéndolo como un acto forzado por algo o por alguien,   como cuando  eras niño y sentías  que tus padres a empellones  te obligaban  a estar con gente que no querías.   
¿Una alianza junto a  Chile,  Colombia y  México? Honestamente era como reunirse  con los  malos de la película y en cierta medida  también significaba  ir en contra de la historia y en lo que en este momento  están escribiendo los pueblos latinoamericanos.
Colombia, violenta y corrupta, su inequidad  ha obligado a una diáspora a muchos de sus pobladores.  Chile, antítesis histórica,  el judas de Sudamérica que sigue manteniendo esa humillante política en contra de muchos compatriotas. Y México, la top en decadencia, podredumbre  social  y su televisado narco estado y genocida. Bonitos indeseables   con los que tenemos que codearnos.
El caso mejicano es el más exagerado, son más de cien millones de hacinados en la meseta de Anáhuac,  salvo raras    excepciones, son cien millones de víctimas de sus propios prejuicios.  La ignorancia propagada  las veinticuatro horas del día por las pantallas de Televisa y otras cadenas parecidas han  vuelto a gran parte de ellos  tan torpes y desordenados como “el  Chavo del Ocho”, otros  tan cerriles  como ese  grupo de mierdecillas en ese programa de culto latinoamericano, haciendo  burla  del profesor “Jirafales” cuando este, intentaba llevarles  algo de civilización, y otros  tan superficiales,  segregacionistas,  arribistas y violentas como la misma “Doña Florinda”,  y tan ociosos y corruptos como el conocido  “Don Ramón”.
Alguna vez, Gisela  Valcárcel,  cuando le fue yendo mejor económicamente, uno de sus primeros viajes que realizó al extranjero fue a México. Cuenta que después de bajar del avión  y abandonar el Benito Juárez esperó encontrarse con aquellos  rostros  que  veía  en las  novelas,  series y películas que mostraba  la filial de Televisa en el Perú.  Pero, grande fue  su decepción al ver que la gran mayoría de mejicanos no poseían esos  rostros blancos  y europeos, sino, más bien,  eran morenos e indígenas. 
Esa es la realidad de México, un pueblo mohíno  y transido. El  bicentenario ha cogido al estado mejicano corrompido hasta la medula. Es tal la podredumbre  que a estas alturas  ya no se puede diferenciar a una autoridad pública de un mafioso del narcotráfico. Cuando alguien por dignidad quiere alzar su voz de protesta, ese estado no pestañea  ni lo duda un segundo para utilizar la masacre y el genocidio para acabar con esas protestas casi siempre de estudiantes, porque saben que matando a los más jóvenes acaban con el mal desde temprano. Ahí  están  la conocida masacre de Tlatelolco  y  últimamente en Iguala.  
El mejicano está solo porque nadie correrá en su ayuda, y lo peor es que no existe una conciencia nacional  porque si se encuentra algo parecido, esta, ya ha sido apropiada por televisa   y se encuentra digitada al antojo por sus élites.
Esa receta que se vendió a Méjico  durante el pasado siglo, de hacerles creer que son occidentales, ha fracasado, porque México no es Canadá ni Estados Unidos.
México, es un pueblo milenario aunque sus  medios de comunicación digan lo contrario y los haya desvinculado  de sus verdaderas  raíces  haciéndoles creer que son feos y despreciables, resignándolos a una eterna suciedad y corrupción.
Ese es el gran problema de México, aun no acepta su rico pasado y no lo interioriza  ni lo ha inspirado para crear una nación más moderna y autentica.
El modelo mejicano ha fracasado,  porque solo produce inequidad,  corrupción y muerte. Es un modelo inhumano y autodestructivo.
Pero lo más triste de este culebrón es que este modelo  hace buen tiempo se intenta implantar en  nuestro país.  Algún grupo de  idiotas en este país,  sigue  obstinado en hacernos creer que estas recetas llenas de inequidad desindustrialización, injusticia social, egoísmos, frivolidad, televisión basura, incultura,etc., son la solución para nuestros problemas; pero no saben que esta fórmula produce baja autoestima dentro de ellos  y tal  desánimo  y desvalor,  que se manifestará más pronto que tarde en caos,  corrupción y violencia.

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