sábado, 30 de septiembre de 2017

Cataluña y el país de idiotas


Quién diría que en el  idioma que algunos pueblos hablan podemos encontrar respuestas a sus torpezas cuando intentan resolver sus principales problemas.  
Lo vengo vociferando casi en solitario hace buenos años  y algunos (muy pocos, para ser honestos)  que lo toman en cuenta, pero el consuelo está cuando lo mencionan en actos públicos, en donde, se logra reconocer que son de mi autoría.
Pero regresando al tema, el idioma dice mucho acercar de la habilidad que tienen los pueblos para resolver sus problemas. Por ejemplo en el idioma inglés (así como en el quechua) una palabra define  muchas acciones y coincidentemente  a través de su historia  los pueblos anglos (así también el quechua en su apogeo) han sabido resolver sus más complicados conflictos siempre de forma pragmática y lúcida, sin hacerse mucho problema; en cambio, los que nos comunicamos con el idioma español, llámese  castellano, encontramos dentro de este lenguaje  que, para nombrar cada acción realizada existe un sin número de expresiones, complicando así su comprensión y aprendizaje no solo para quien lo habla con frecuencia si no también para el que recién lo está aprendiendo, coincidentemente, los españoles  (y también, para mala suerte, la América hispana) al tratar de resolver sus problemas y teniendo las soluciones a la vista, eligen el caminos de la testarudez, de la irracionalidad  del fundamentalismo religioso, en resumen, de esa conocida torpeza que a través de los tiempos siempre los ha llevado por el caminos del caos, la disgregación,  el estancamiento y la decadencia.
Y, con el tema catalán se nota todo lo que afirmamos. Hoy España ha elegido el mismo camino de siempre, el peor y más lerdo, otra vez y parece paradójico, siendo una tierra apegada al toreo,  "no agarre al toro por las astas". Madrid ha elegido la  burla  y el menosprecio, la represión, para un problema que solo se resolverá, aunque cueste creerlo, con la construcción de una nueva España, una  que se ajuste a los nuevos tiempos: republicana  y federal. Esta sería la solución para un paciente que aún se puede salvar, que podría ser la unidad de ese país.  
Parece sencillo pero en la realidad es casi imposible  teniendo en cuenta  las características que describimos anteriormente.
Es incomprensible que se continúe con  una monarquía que arrastra esa sombra decadente que se obstinó  al igual que ahora a no hacer  los cambios que se necesitaron y se necesitan. Esa terquedad fue la que desencadenó el atraso y la posterior pérdida de Cuba, Filipinas,  Guam y Puerto Rico  en 1898, restos de su pasado imperio colonial, esa misma torpeza, -lo reitero-,  hoy  podría causar la peor de las salidas  para el tema de la independencia de Cataluña.
El circulo no se ha cerrado en la historia reciente española. Lo que ha surgido  después del periodo de transición es solo una España franquista  maquillada burdamente que oculta lo que realmente hay detrás, un careto moldeado con tiranía, cadáveres, soberbia  abusiva y un lenguaje confrontacional  que disocia al pueblo español y, claro, esa corrupción que dejó el franquismo. Cuatro décadas han pasado desde que murió el generalísimo  y su estado sigue existiendo y una muestra de ello fue la investidura del nieto de su principal heredero político,  coronado con las cabezas rotas de los manifestantes que exigían un plebiscito democrático para determinar si continuaba o no esa forma de gobierno.
Esas protestas fueron un intento de recordarle a ese Estado y a su opinión pública  que dicha monarquía los propios españoles la eliminaron en 1931, pero que el franquismo lo volvió a imponer a costa de una terrible represión y millones de muertos.
A los españoles les pasa lo mismo que a nosotros  con el fujimorismo, el Perú de hoy le cuesta apartarse de esa sucia mancha que tenemos en nuestra  biografía como país, esto también nos avisa a que nos enfrentamos. Significa un enorme  riesgo que va agudizar nuestros problemas si es que no hacemos los cambios que la enseñanza de la historia de otros pueblos  nos debería obligar.
Si toda esta torpeza implica hablar y pensar en "español ", entonces, mañana mismo, continuo con las clases intensivas de idioma quechua.

Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...