viernes, 28 de septiembre de 2018

Belmont el aguafiestas del festín fujimorista



Después de esta burda opereta llamada “cuestión de confianza”  que entretuvo   a los peruanos por unos días con ese ‘’enfrentamiento’’ entre el ejecutivo representado por el presidente Vizcarra y sus creadores, ese congreso fujimoristas, y que al final queda como esos matrimonios por conveniencia o sea en nada.  
Parecía que en estas próximas elecciones municipales  las poderosas huestes de Keiko Fujimori que están más blindadas  que el último Armata ruso, se iban hacer con el municipio de Lima y en esa coyuntura  Reggiardo era el fijo. La mesa estaba servida y los medios de comunicación manejados por los oligarcas seguidores de la primogénita del exdictador Alberto Kenya,  lo tenían todo listo para que esto sucediera. Pero, otra vez, aparece Ricardo Belmont, como en 1989, cuando descarriló al favorito del FREDEMO y luego unos años después,  en pleno apogeo de la dictadura fujimorista, derrota en las urnas al candidato por el sillón municipal de  aquella  cleptocracia.
Si algo ha caracterizado a Ricardo Belmont durante  su carrera política es que jode y jode bien a aquellos candidatos que se asumen favoritos.  Aparece como outsiders malográndoles la fiesta, como ahora esta apunto de hacer con los fujimoristas que en este momento tienen el control del poder en esta democracia  a la peruana.
El famoso “hermanón” fiel a su estilo y con su claro dominio del escenario solo le sirvió mencionar algunas frases al público para ubicarse en las preferencias de los electores. Su popularidad subió como la espuma, y claro, tenía que despertar la preocupación de los que celan este establishment en dónde la mayoría  de peruanos no tenemos nada que hacer.  
El gallinero está revuelto, y toda esa mancha conservadora y aburrida, se jala de los pelos cada vez que Ricardo Belmont menciona algunas palabras. Mónica Delta que cada día se va pareciendo más a esa publicidad en dónde se autoproclama defensora de los derechos de las mujeres maltratadas, ahora se alarma cuando Belmont hace uso del micrófono.
Todos juegan en contra de él sobre todo esa prensa basura.
En ese mitin dijo algo muy cierto, que ''los grandes hombres lo construyen las mujeres'', y lo finalizó con una broma, trayendo en alusión “el cosito” y “la cosita”. No tenía nada de malo para los que conocemos su sentido el humor, pero fue provechado por la mala leche de esos medios parcializados, tildándolo de machista, haciendo un carga montón esa prensa que tiene bien aceitado su camión recolector para aventar su carga a todo aquel que moleste a su candidato preferido.
Para esto utilizan a sus conocidas rabonas como Mónica Delta, Verónica Linares, Juliana Oxenford y Milagros Leyva, gritando indignadas por este supuesto “monstruo”  machista.
Toda esta campaña de desprestigio  lo coronan sus encuestas al mismo estilo de las ‘’prostivedettes’’, yo diría, las ‘’prosti encuestas’’, salen los nuevos resultados, en dónde,  intentar confundir al elector afirmando que Belmont  ha caído estrepitosamente a un  tercer puesto. Patrañas, porque la principal encuesta será este 7 de octubre.
Belmont ha regresado y con nuevos bríos, es que, es como el pueblo, ambos se conocen, y otra vez se enfrentan a ese poder que lo maneja  todo, como a mediados de los noventa, y seguramente como en aquellos años, con todo en su contra, saldrá vencedor, porque el pueblo esta cansado del engaño  y de los caretos falsos que quieren acapararlo todo.
El “hermanon” ha regresado para bien al ruedo político como el gran aguafiestas de este festín fujimorista.

martes, 25 de septiembre de 2018

No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes



“No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, debería ser la frase que resumiría  la historia ferrocarrilera del Perú.
Los ferrocarriles son las venas y arterias de una nación,  y en este ‘’polvos azules’’ político peruviano,  nadie se ha detenido siquiera a meditarlo. 
El Perú dos veces perdió la soberanía sobre sus estratégicos ferrocarriles: la primera fue cuando los británicos se quedaron con ellos después de ganarnos la esa infausta Guerra de 1879 y el consiguiente contrato Grace. La segunda, ocurrió  como parte de las privatizaciones que se dieron durante la  dictadura de Alberto Fujimori, y claro, otra vez, el Perú, en escombros, pero, ya no  por una guerra exterior si no por algo más calculado, un conflicto interno.
Los gobernantes desde Lima (y volvemos al meollo del asunto) nunca dieron la importancia debida a este medio de transporte, dominados por los prejuicios de esa capital. Es esa inquina virreinal que se le tiene a los Andes.  Ya que esos rieles, como conducían a la sierra, eso significaba, para ellos, que esos trenes no iban a ninguna parte. Por eso para Lima los ferrocarriles siempre fueron una carga, si no los remataba por una derrota lo hacía privatizándolos  con la  excusa de que eran obsoletos, olvidándose así de su valor estratégico.
Sería el año de 1997 y un alma caritativa me compró los boletos, partimos esa misma noche desde Arequipa. 
Una experiencia imborrable, sentado ahí observando a los viajantes desde esa enorme ventana. 
Las luces de la estación eran  como en las películas tenues en una noche brumosa y fría.
Desde mi asiento alcazaba a ver una pequeña placa cerca a la puerta de salida que decía: "made in Rumania", seguro fue construido cuando aun ese  país  de Europa oriental aun poseía esa importante  industria ferrocarrilera que hoy, después de la caída del muro de Berlín  y  las consiguientes  privatizaciones de la década de los noventa solo han quedado recuerdos y lamentos cuando su poderosa industria exportaba coches y locomotoras, hoy de eso no queda nada.
Un golpe repentino del acople nos estaba anunciando que el tren estaba a punto de partir de esa estación arequipeña que es una verdadera joya de arquitectura. Luego vino otro choque un poco más intenso y ya estábamos en marcha, listos para el inicio  de esta travesía que sería imborrable, dejábamos la ciudad de Arequipa.
El rítmico vaivén y el sonido del hierro golpeando era el tren en movimiento que en su lenguaje  nos recordaba  que aún estaba vivo manteniendo en pie ese orgullo y fortaleza que solo poseen aquellos países  ferrocarrileros.
En medio de la travesía, el tren se detuvo unos minutos en la zona de Imata, tiempo que aproveché al máximo. 
Por la amplia ventana se lograba ver un gastado poste de madera su farol apenas alumbraba pero era suficiente para ver caer los copos de nieve.   
-Esto, no me lo pierdo- dije, y me dirigí hacia esa puerta de salida.
Las manijas estaban en buenas condiciones, se notaba, que el coche era nuevo. 
Ya, afuera, sobre ese piso de rejillas, de bajo, alcanzaba a ver el enganche con el otro vagón, y la nieve continuaba cayendo, pero ahora, con mayor intensidad.
Esa noche, estaba sobre ese tren alejado de ese sol calcinante, tropical, holgazán  y subdesarrollado,  disfrutando del frío, la nieve y ese tren de pasajeros que, -quién diría-, unos años despues, dejaría de funcionar. 
No cabe duda que viajar en ese tipo de transporte fue todo un privilegio. 
Unos meses antes de caer la cleptócrata dictadura de Alberto Fujimori, ese ladronzuelo y genocida lo privatizaría, o mejor dicho, "regalaría" ENAFER PERÚ a sus más cercanos complices, y como era de esperarse, los nuevos dueños, infames y miserables, quitarían ese servicio de pasajeros a los peruanos, arrebatándoles así el más seguro transporte que había entre las principales ciudades del sur del Perú.  
Las privatizaciones aquí como en Rumania no han traído mejoras en cuestión de ferrocarriles, y despues de veinte años de esa tragedia, solo ha quedado un ferrocarril del sur abandonado, estancando  en el tiempo con  sus viejas locomotoras diésel hoy pintadas con ese enlutado azul oscuro que muestra el nefasto manejo que hacen estos infames y antiperuanos oligarcas que se han apropiado de nuestros ferrocarriles, rotulando con el desprestigiado nombre de PERURAIL.    
Hace algunos meses leí que el servicio de pasajeros se iba a reponer, pero, este, siguiendo el pensamiento segregacionista y antiperuano de PERURAIL,  solo sería para turistas millonarios. 
Es que ahora está segura forma de viajar en estos tiempos de inequidad, egoísmo mercantil y gobiernos que abandonan  a su población, ese pueblo no merece disfrutar de este cómodo y seguro viaje. Para estos gobernantes limeños les importa un píloro  las cientos de muertes que se producen anualmente en esa carretera Arequipa-Juliaca, que es una de las más peligrosas del mundo.
Pero esta novela de expolio  tiene nombre  y apellido, porque uno de estos personajes que se han apropiado de nuestros ferrocarriles es un frecuente candidato a la presidencia de la república, Rafael López Aliaga.   

Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...