Como alguna vez también lo hicieron con Cortez, Pizarro y Almagro, esos
numerosos seres humanos, se comportaron como una especie de mascotas dando vueltas alrededor del amo hispano cuando este les lanzaba un hueso y luego les pasaba la mano sobre el
lomo, estos párvulos celebraban patéticamente que habían sido aceptados por los
que creían seres superiores.
Han pasado quinientos años y vemos que todavía existen personas con esas
conductas y muchos de ellos son gente que sabe leer y escribir y hasta viven de
este último oficio.
Perú no es occidental, está rodeado de seudo occidentales pero el Perú y el
peruano no lo es. Y si alguien intenta incluirnos en ese grupo, caeríamos en la
ridiculez como querer llamarle occidental a un japonés o a un sur coreano. A
pesar de ello, ese occidente trata por
todos los medios seguir manteniendo su influencia en los libros, en las
escuelas o por otras vías, al final, lo quieran o no, todo este complejo sistema solo termina con quitarle
la identidad personal y étnica a ese 70 % de la población peruana de evidente origen cultural
andino no occidental.
Los noveles escritores locales también contribuyen con esto y caen en el
juego de los que quieren subestimar este resurgimiento andino que está ocurriendo
en el Perú cuando lo embute con ese variopinto grupo que cierta prensa
occidental llama indígenas.
Estos nuevos escritores salidos de esa cerril y decadente Lima urbana se vuelven en los mayores enemigos de lo quechua, son quechuas pero no aceptan esa realidad y
se alinean a ese discurso que lo quechua, lo reducen, lo inhiben, al incluirlo para desaparecerlo o confundirlo dentro de ese grupo numeroso, maltratado y sobre todo extraviado que parte del sistema lo denomina “indígena”; en
el Perú actual no cabe el termino, porque aquí existe un solo nombre que debe
enraizarse y que ya parte del pueblo lo ha ido entendiendo así al autodenominarse
quechua en el último Censo de población.
Es una tarea difícil reclamar tu verdadera identidad nacional cuando cada cierto tiempo los medios globales, en este caso, los que ofrecen esos conocidos
galardones literarios que vienen desde la península ibérica, hacen famoso a algún
peruano, y este al creerse el cuento, viajan a esos lugares para recibir su
premio, y se ven como Felipillo, sintiéndose menos, y caen como el tallán, en esa falsa alegría de ser aceptados por aquellos que su necio subconsciente
sigue viendo como superiores, y reciben la investidura de mercenarios de la
pluma, queriéndolo o no, continuando la negra cruzada de un premio Ortega y Gasset.
Cinco mil años de antigüedad, un idioma y una cultura que aún sigue viva,
civilizaciones que nos dejaron sus evidencias de orden y progreso, es demasiado
para incluir a los quechuas como parte de ese grupo que ciertos occidentales llaman indígenas.
Aquí en el Perú el término que debe utilizarse es el de quechua, es el que
corresponde a más del 70 % de la población, solo es cuestión de conocerlo y aceptarlo.
Vamos, tú puedes. Mejora como ser
humano regresando a tus raíces culturales, y forma un país democrático con
pobladores que quieren y aceptan su verdadera
etnia que en el Perú mayoritariamente es el quechua aunque cierta prensa global
no quiera aceptarlo, porque creen quizás que solo ellos pueden entender lo que
significa la tolerancia y la democracia y no también un quechua.
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