Mantenerse en el gobierno de un país más de la cuenta y,
mientras tanto, lograr enormes avances en todos los campos, es el sueño de
cualquier jefe de Estado que se maneja de forma autónoma.
Y, viendo todos los lideres y presidentes mundiales que
han destacado durante el pasado siglo XX, definitivamente, el que se lleva el “Oscar”
al mejor de ellos, es el controvertido Josep Stalin.
Creemos que su imagen ha sido exageradamente maltratada
por distintos sectores y algunos con actitud moralina, pero también quizás, con
justa razón, porque la vida de un ser humano siempre será más importante, sobre
todo, si hablamos de millones de víctimas.
Eso está claro. Pero si nos guiamos por los resultados,
el gobierno de Joseph Stalin fue uno de los más eficientes del planeta en todo
ese siglo XX, por no decir el primero.
Recordemos que gobernó la ex URSS desde 1924 hasta 1953,
y durante ese periodo alcanzó grandes logros, dentro de ellos, nos centraremos en dos sectores
(económico y militar) que es, justamente, lo que nos interesa por la
actual coyuntura que se está viviendo hoy en el frente oriental europeo. Veamos entonces:
Primero: Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido
como Josep Stalin, al asumir el mandato de la URSS se encontró con un país básicamente
agrícola, al morir este en Moscú ese 5 de marzo de 1953, dejó a la URSS como el
segundo país más industrializado del planeta.
Segundo: a pesar de gobernar dentro de un entorno muy
hostil, plagados de revisionistas, espías y traidores, logró mantenerse en el poder
hasta su muerte.
Tercero: Esta es la parte -creemos- más crucial, porque
durante la Segunda Guerra Mundial o como lo conocen en Rusia como la Gran Guerra
Patria, su desempeño como gobernante fue sobresaliente, muy superior a los lideres
de las grandes potencias de aquellos años.
Fue más pragmático que el resto, sino recordemos que, a
pesar, de saber que tenía a Adolf Hitler como su más encarnizado enemigo, no
dudo en pactar con él para repartirse Polonia ante el riesgo de quedar solos a
causa de la ambivalencia occidental.
Luego, sus purgas dentro del país desencadenaron numerosas
bajas en el mando de su ejército, lo cual, favoreció a la invasión nazi de su
territorio que llegó casi hasta las puertas de Moscú y Leningrado.
En ese momento, su astucia y capacidades sobresalientes
comparados con el resto de lideres mundiales, le llevó, inclusive, a aceptar, y
exponerse a las críticas por sus torpes decisiones, dando marcha atrás en
alguna de ellas, llegando a desencarcelar a varios oficiales expertos en la
batalla, dentro de ellos a Gueorgui Zhúkov que se convertiría en el mayor estratega
militar de ese contienda mundial.
Stalin aceptó sus limitaciones e hizo lo que hacen los
grandes líderes y hoy los empresarios más eficientes: se reunió con gente capaz,
con los mejores y les brindó su confianza para alcanzar la meta, en este caso,
vencer a Alemania en este conflicto. Y lo logró.
Del otro lado tenemos a los perdedores, y el peor de
todos, Adolf Hitler, que cayó víctima de sus egos descomunales, prejuicios e ignorancia,
y claro, sus pocas luces de estratega militar lo llevaron a no escuchar a sus oficiales
de mayor experiencia y talento. Hizo oídos sordos a los consejos, lo
cual le llevaron a cometer los desastres de Stalingrado, Kursk, etc.
Stalin, dejó esa gran enseñanza de aceptar nuestros
errores y nuestras limitaciones y tener la inteligencia de suplir estos desbalances
y vulnerabilidades, rodeándonos con un equipo capaz, con los mejores en cada
uno de sus campos, junto a ellos, el camino para alcanzar nuestros objetivos
será, definitivamente, menos riesgoso.
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