Solo bastó el proyecto de ley propuesto por el congresista Hugo Carrillo que busca establecer el quechua y el aymara como lenguas obligatorias en las universidades públicas y privadas de todo el país, para que eclosionaran las voces opositoras, que nacen desde un recóndito enfermo y traumatizado de complejos de inferioridad y que exteriorizan con esa innata aversión a todo lo andino.
Es que estas gentes me causan repulsión porque son los culpables para que nuestra sociedad no avance ni evolucione. Ocupan distintos cargos, pero son en estas ocasiones que se hacen presentes estos aburridos burócratas. Ociosos cuando se trata de limpiar a nuestro país del pensamiento subdesarrollado. Egoístas que no les interesan la autoestima colectiva ni el sentido de pertenencia. Vulgares ágrafos y ministras de pacotilla que deforman desde una óptica limitada y prejuiciosa.
La enseñanza de los idiomas primigenios no hay discusión en Irlanda, España o México pero aquí en este país manejado por una minoría de salvajes prejuiciosos se oponen con total descaro. Todos provenientes de la capital más acomplejada, fea y cobarde de Sudamérica. Cobardes opositores como una agitadora Hippie de nombre Sigrid Bazán que seguramente se asume izquierdista pero en el fondo es una caprichosa y contradictoria niñita de clase media y que tiene el importante cargo de presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Lima. Otra que se opone es la ex ministra Gloria Helfer, burócrata estéril que no hizo nada por la educación de su país claro que quizás por el hecho de poseer un apellido nórdico cree que es motivo que le impide conocer idiomas andinos.
Y otro académico timorato de la realidad que lo circunda es el conocido Leon Trahtemberg ya que cree que por solo saber matemática y comprensión lectora los futuros ciudadanos serán solidarios y respetarán y cumplirán las normas y las leyes de su sociedad, limitado concepto que desconoce totalmente por qué el neoyorkino y londinense respeta la luz roja. Ni que decir de la oposición de los que habitan las redes sociales en su gran mayoría analfabetos funcionales que se preguntaban por qué deberían aprender una lengua que quizás nunca utilizarían. Da ganas de gritarles a estos necios ¡Para formarte un sentido de pertenencia y en el futuro tus degenerados hijos no fracturen una piedra inca con una grúa mientras estén filmando un puto comercial, idiota!
Y el tristemente célebre congresista Yohny Lescano que sigue llevando sobre su espalda desde niño ese pesado complejo de ser un hijo de Puno.
Pero, la verdad es que si nuestra sociedad tendría los logros de Noruega y Suecia el quechua y el aymara no solo seria enseñado en las universidades peruanas si no también seria obligatoria en todas sus escuelas. Esa es nuestra realidad, una distinta totalmente, desgraciadamente muy distinta.