martes, 25 de febrero de 2020

El Tribunal Constitucional y sus sanguinarios


Que es cruel y violento, que produce o muestra derramamiento de sangre, es el significado de las palabras sanguinario o sanguinaria, nos indica claramente la RAE.
Adicionado a esto, la psicóloga Claudia Pradas Gallardo, en el portal Experto Animal, dice: "Las torturas esconden algo más profundo que es el deseo, a veces la necesidad, de sujetos psicológica y socialmente débiles, de mostrarse grandes, fuertes y valientes. Actos de violencia contra especies animales revelan problemas psicológicos por abuso y maltrato normalmente en edad infantil".
El perfil psicológico de una persona que comete estos actos hacia los animales dice mucho de su vida, de su personalidad y de su historia, ya que de acuerdo a la psicóloga Mary Rivas, suelen tener problemas no solo psicológicos, sino psiquiátricos desde mucho antes de su edad adulta, y en este caso, se debe poner atención a los signos de alarma psiquiátrica.
Según la psicóloga, “no todo individuo que haya maltratado animales será un maltratador de humanos; sin embargo, casi todos los individuos que son maltratadores de humanos han tenido episodios de abusos hacia los animales en la infancia, por tanto, es un buen predictor de los trastornos de conducta futuros”.
En gran parte del mundo civilizado la corrida de toros está prohibida, pero en el Perú no. Ese  sangriento hábito que tienen (por suerte) algunos pocos de celebrar la literal tortura  que se le hace a ese toro cuando se le clava numerosas estacadas en su lomo y aun estando  vivo  desde las tribunas de esos templos de torturas que aquí les llaman plaza de toros vitorean exigiendo que le  cercenen  la cola y las orejas, esa barbarie hoy en el Perú continuará gracias  este Tribunal Constitucional.
Este Tribunal debe ser uno de los más escandalosos de los últimos tiempos. No hace mucho hizo noticia cuando soltó a Keiko Fujimori provocando una crisis política que a los peruanos casi nos costó el mismo sistema democrático.  
Hoy ese mismo Tribunal Constitucional declaró infundado la demanda sobre la inconstitucionalidad de la corrida de toros, desoyendo el clamor popular.
Ante está desición, cómo podemos mantener la democracia peruana y el Estado de derecho si los juristas  que tienen la importante tarea de reformar la Carta Magna, la ley de leyes, la Constitución Política de un país que se dice democrático desoyen la voluntad popular y se muestran como sátrapas que se deleitan con la sangre de un animal drogado e indefenso. Quién nos asegura que en el futuro cercano no protegerán a un grupo paramilitar que torturará y asesinara   civiles.
Cómo estos magistrados vigilaran que nuestra Constitución Política contenga normas que protejan los Derechos Humanos de los ciudadanos de este país si la mayoría de los miembros de ese Tribunal Constitucional cree que esa corrida de toros no es una sangrienta tortura de un animal.




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