sábado, 7 de septiembre de 2013

Manuel Burga 8 – Fútbol Peruano 0

Se acabo el cuento. Duró mientras pudo. Eso de alargar la vida de un enfermo terminal les sirvió a toda esta prensa miserable liderada por Gonzalo Nuñez y Eddie Fleischman, casi hasta el último partido de estas eliminatorias. Se tuvo que llegar hasta este dramático final  para que estos lameculos se atrevieran a decir por las pantallas lo que hace un año ya estaba cantado por los puntos claves perdidos en casa. Y la buena campaña publicitaria durante estos dos años dio sus frutos,  porque  el Estadio Nacional estaba repleto y  la afición  creía ciegamente que había aun esperanzas. Pero,  la fiesta termino muy mal, porque unos  mercenarios,  haciendo de árbitros,  colaboraron para ello. Porque, es cierto,  también que,  para el negocio de la FIFA le conviene mucho que Uruguay esté en Brasil 2014.
Anoche una enloquecida  y defraudada hinchada por la impotente ira desbordada  buscaba culpables. Y de ello no se salvo ni el propio presidente.  Pero,  quién es el verdadero causante  o los culpables para que la afición  sufra tanto con otra eliminación más y para que el balompié peruano se encuentre en esta deprimente situación. Lo cierto es que si el fútbol peruano se encuentra con este fracaso  se debe sobre todo a los que lo manejan, que son esos conocidos e intocables dirigentes. Porque ellos  durante todos estos años no han podido sacarnos del fondo de la tabla. Este fracaso es provocado directamente por sus malos manejos.
Es que esta historia se repite desde la pasada era Delfino. Cada eliminatoria es un drama: primero para elegir el técnico y luego para que el hincha se trague  nuevamente el triste final de una eliminación.  Anoche los abucheos,  las botellas de plástico y líquidos extraños cayeron sobre la cabeza y  los rostros de varios en el estadio, pero  a  los verdaderos culpables no les tocaron ni un pelo. Estos estaban a buen recaudo.
Durante la década de los noventa Nicolás Delfino Puccinelli  y toda su torpe gavilla llevó al fondo de la CONMEBOL al futbol peruano. Fatigado de esto, le heredó el mando a su preferido: el intocable e inamovible Manuel Burga Seoane, cuya gestión sigue manteniendo una liga  local muy mal organizada  con equipos y selecciones que se pelean por ser los peores y van de fracaso en fracaso.
Mientras todo ese grupo de dirigentes no dejen el balompié  peruano, los malos resultados seguirán y  nunca podremos ver una selección nacional  en algún mundial de fútbol. A menos que el  Perú lo organice.
¡ESTA ELIMINACIÓN TIENE UN NOMBRE Y ES MANUEL BURGA SEOANE!


sábado, 31 de agosto de 2013

El peruano ultrajado

Mientras Billy Paul canta “Me and  Mrs. Jones”,  la primera dama peregrina Nadine Heredia gasta tres millones de soles solo en viajes, burlándose así de unos profesores y  enfermeras que "paran la olla" con apenas unos cuantos morlacos. Y no digo nada del presidente Ollanta Humala porque parece que  no  lo tuviésemos.    
Alan García no se quedó atrás, en plena marcha, sin importarle las cámaras de televisión, furibundo le regalaba un puntapié aun famélico seguidor que apenas se tambaleaba al frente. la patada lo hizo saltar de dolor, y el rechoncho ex presidente entre dientes le increpaba:  ¡Fuera mierda!
El maestro de todos estos fue Alberto Fujimori, porque despues de ver su reloj,  fugó como el más ágil roedor del barco que apestaba a letrina abierta, aprovechando su viaje a la APEC. Una vez que estuvo a buen recaudo, renunció por fax a su cargo de presidente de la República del Perú y se quedó riéndose  a miles de kilómetros de esos millones de peruanos a los que  les había introducido la yuca por diez años primero con un agresivo shock económico que les trajo despidos y hambruna, luego, con su dictadura,  amedrentandolos para que no salieran a las calles a reclamar por pan, empleo o sueldos dignos, porque aquellos que se atreviesen a hacerlo serian inmediatamente detenidos y acusados de “terrucos” previa tortura. Además les lavó el cerebro haciéndoles creer que todo aquel político que hable de justicia social y reclame sus derechos tenían que verlo también como un posible "terruco".  Pobre peruano. A cada rato los hacen “cholitos” por unos pendejos aprovechados que saben cómo hacerlo. Y esto es de siempre, por eso tengo las maletas listas  junto con mi infaltable manual del exiliado, y esto va en serio, porque la vida de mis compatriotas vale lo mismo que esos soldados soviéticos en  “Enemigo al acecho” cuando intentaban  cruzar el Volga para alcanzar las ruinas de Stalingrado. 
Y esta forma de vernos a las mayorías, no solo la utilizan los políticos cuando quieren patearnos el culo y robarnos a mansalva como lo hacen las AFP,  si no, también en nuestra  televisión  basura algunos realizadores de programas, como buenos aprendices, utilizan las mismas argucias para burlarse de los peruanos.
Si utilizo algún calmante para hacer más llevadera esta ciudadanía,  un remedio es la buena música. Aprecio y  respeto las buenas voces, sobre todo, aquellas que se abren paso, libremente, al oído más exquisito. Como tambien detesto aquellos alaridos que te provocan en ese momento tener sordera.
El formato del programa, como era de esperarse, despertó la atención de los televidentes y con esto también las malas artes de sus realizadores, unos pendejos que desfrutan de altos ingresos gracias a sus fábricas que diariamente se burlan de la inteligencia y los oídos de los televidentes.
Tenía varios años  de enterrada,  pero la voz de aquella concursante  la había  vuelto a la vida a la española Rocío Durcal. Era sin exagerar una copia exacta de la original. Pero ante el estupor de los que estábamos al frente, ese jurado “trucho” conformado por un cómico travestido, una improvisada  cantante de chicha,  y liderados por un tal  Ricardo Morán, escucharon otra cosa y  la despidieron sin siquiera dar al público una excusa coherente.  Lo mismo ocurrió en otra temporada con el imitador de José José.  La reproducción era perfecta,  ni siquiera se había escuchado algo parecido en los programas mexicanos del mismo corte. Las malas noches   los tragos y todos los excesos del príncipe de la canción no pudieron enmudecerlo porque este participante lo había regresado a los escenarios y, otra vez, ese jurado “mañoso”  se cagó en la leche y lo sacaron del concurso.
¡Ya está bueno de tanta pendejada!, yo no voy a soplarme  semejante estafa. Está bien que seamos desdentados y hambrientos según Laura bozo, y que tenemos gustos tan repulsivos como para hacer famosos a criaturas tan pestilentes  como Carlos Cacho o Laura Bozzo , y como bien lo decía el racista Raúl Romero: “que por cinco lucas te compras un fiscal,  un par de abogados…”  haber quien se sopla ese concurso trucho. 
Ricardo Morán cree que por no tener ni un pelo de tonto,  le da el derecho a subestimar al resto,  pero algunos tenemos otro pellejo que dista mucho de cordero.

domingo, 4 de agosto de 2013

Las matadorcitas y otros veinticinco años de perdedores

Si tú crees que el desarrollo de un país se limita a solo incrementar los ingresos de un determinado grupo de personas. Si crees que contar con los mismos ingresos de uno del primer mundo, ya te puedes  considerar como parte de ellos. Si eso es lo que crees. Pues, te digo con todo el dolor de tu falso orgullo, que estas, totalmente equivocado.
El subdesarrollo de una sociedad  causada por la pobreza solo es una pequeña parte del problema, porque, la principal causa de ese subdesarrollo y  estancamiento es la cuestión mental, es el conjunto de pensamientos que posee esa deprimida población.
Lo he escrito tantas veces o lo he dejado sobre entendido. El pensamiento del peruano no ha avanzado nada en autocrítica. En pocas palabras no ha evolucionado. Todo lo contrario. Se ha congelado en el tiempo o ha retrocedido. A pesar de haber vivido un periodo largo de extrema violencia interna con el enfrentamiento entre peruanos, no hemos aprendido la lección, porque, la inequidad social,  la corrupción institucionalizada, la ineficiencia de gestión y la ignorancia en  general se han mantenido y se ha propagado aun más.  Haciendo que el pensamiento crítico de los que deberían tenerlo se ausente o no exista.
Los mismos problemas y alegrías tenía el peruano de 1988. Hoy como hace veinticinco años ese temor del limeño de salir a la calle no ha variado, porque,  ahora esa violencia maoísta ha mutado en ejércitos de sanguinarios sicarios que han  tomado las principales ciudades, destapando a una seguridad  que como hace veinticinco años era ineficiente y corrupta.
Hoy como hace veinticinco años la educación que brinda el estado  es mediocre y no hay ninguna universidad privada que esté a la altura de las principales de Latinoamérica -y no menciono a las públicas-.
Hoy como hace veinticinco años la sociedad peruana sigue siendo en su mayoría mística y religiosa, desenvolviéndose -sin saberlo- con muchos miedos, prejuicios, estereotipos y supersticiones.
Hoy como hace veinticinco años no leemos, y si lo hacemos, leemos lo mismo.
Hoy como hace veinticinco años el peruano enfermo  sigue siendo racista, porque continúa despreciándose despreciando  todo lo indígena,  por temor a reconocer  o por desconocimiento  que como él, el 80 % de la población tiene una enorme carga amerindia en sus genes y rostros.
Hoy como hace veinticinco años,  no creemos que los peruanos –junto al “perturbado occidental” Alan García- formamos parte de una cultura milenaria repleta de conocimientos que nos insta a la perfección y a la consecución del objetivo, logrando hacer de él un ser humano cada vez mejor y  haciéndole renacer una milenaria fortaleza y  seguridad que le hará sobrevivir en las peores condiciones.
Hoy como en 1988 en las olimpiadas de Seúl, esa timorata mentalidad afro criolla no mantiene un resultado  y a pesar de estar ganando el encuentro, el lozano fruto de esta sociedad suspendida en el tiempo,  no cree en ese éxito que ellas mismas estaban gestando y caen derrotadas no por el rival que tenían al frente,  si no,  ante otro que es peor, porque, está oculto e imperceptible. Es esa vacilación y vulnerabilidad que da la herencia de una mentalidad perdedora, corrupta, licenciosa y desordenada, que trajeron los moriscos en sus carabelas y que  defienden los más obstinados tercermundistas, hoy como hace veinticinco años en el Perú.
Es el eterno subdesarrollo. Es el eterno estancamiento. Mientras tanto nos conformamos con putear, saquear, embriagarnos, o un simple cuarto puesto, cuando pudimos pelear el primero. ¡A la mierda con todo!    

viernes, 2 de agosto de 2013

Edwin Donayre y el Donayre homosexual

Una población ignorante  que desconoce mucho, se maneja bajo el mandato despótico de los prejuicios, estereotipos y supersticiones. Son cristales polarizados que van desfigurando  sus vidas  y la visión que tienen de todo lo que les rodea.
Y a propósito del barullo que se armó cuando se quiso imponer el sorteo para el servicio militar. Ese día leí en un diario las declaraciones   provenientes  del conocido general en retiro Edwin Donayre. Este, como la gran mayoría de peruanos estaba en contra de aquella discriminatoria norma. El, alegaba que no solo los pobres deberían hacer el servicio militar, no teniendo mejor forma que fundamentarlo diciendo: “ya basta que solo los quispes y mamanis vayan al cuartel”.
Estas palabras dicen mucho y hablan de un pensamiento que está muy generalizado en la población, por lo cual es de obligatoria necesidad hacer ciertas precisiones para acabar con estas arcaicas ideas.
Para el señor Edwin Donayre y como toda aquella persona que ve  el mundo a través de  esta forma de estereotipos y prejuicios,  pobre es  sinónimo de Quispe y Mamani. Dentro de esa visión sesgada que tiene de los peruanos  Edwin Donayre,  no se ha dado cuenta que algunos quispes y mamanis gracias al esfuerzo –quizas- progresaron un poco dejando con el correr del tiempo y no pocas gotas de sudor ese estado de pobreza en la que se habían desenvuelto. Y que en esta realidad  hoy por hoy existe un numeroso grupo de quispes y mamanis emprendedores y que ya no forman parte de los sectores más deprimidos económicamente porque existen también –y es bueno que lo sepa- quispes  y mamanis exitosos,  profesionales  triunfadores  y  prósperos empresarios. Hubo alguno por ahí  que ha llegado a  ser inclusive ministro y no falta también uno que otro ocupando algún puesto de funcionario importante.     
Y no solamente esta diversidad se nota en la cuestión económica sino también se muestra en esa amalgama y variopinta realidad  étnica de  nuestra sociedad  mestiza en la que  conviven quispes y mamanis con la piel oscura como también transitan por ahí otros quispes y mamanis con la piel más clara. O como aquellos quispes y mamanis  que tienen los rasgos marcadamente andinos,  pero, también los hay algunos con rasgos occidentales.  Y esta variedad de ejemplos ocurre también con los gustos y conductas porque están los quispes y mamanis heterosexuales como también los hay homosexuales.
Esa es la realidad de una sociedad tan diversa como la peruana. Es un abanico de rostros y colores y de nombres y apellidos, todo mezclado, como para retar a las más imposibles convivencias pacíficas.
Lo que ocurre es que algunos peruanos no se han dado cuenta de esto y al  igual que el señor Edwin Donayre aun perciben este mundo tan diverso que les rodea con excesivos prejuicios y estereotipos producto de todo ese desconocimiento.
Así que señor Donayre ilústrese algo mas  y deje de ver a los peruanos  con esos primitivos y labriegos estereotipos y  prejuicios, ya que dentro de esa pluralidad como quispes y mamanis también existe una gran variedad de  Donayres, y dentro de ellos habrá acaso algún Donayre blanco como otro negro, algunos donayres ricos y otros pobres, también como no, habrá el donayre heterosexual como también el donayre homosexual.   

viernes, 28 de junio de 2013

¿Por qué la selección peruana de fútbol no clasifica a un mundial?


La participación de nuestra selección de futbol  en lo que queda de estas eliminatorias se ha convertido en la crónica de una eliminación anunciada. Son las falsas esperanzas para un enfermo terminal, puesto que hace varias fechas ya estaban descartados.                                    
Pero,  ¿Por qué una selección peruana no puede clasificar  a un mundial de futbol  desde España 82’?   La respuesta  es algo amplia, por los diferentes aspectos que se toca.        
Las  causas por las que nuestras distintas selecciones de futbol no clasifican  a los  mundiales, van desde razones históricas  y el aspecto organizacional, tocan también la parte humana del jugador y la conducta de los dirigentes desencadenando una crisis en todo el sistema del balompié peruano.  Obviamente,  esto nunca lo dirá  la prensa deportiva local, porque en su gran mayoría, defienden sus jornales y los intereses de los auspiciadores.        
Esta eliminación es causa directa de esa crisis  que  no es de ahora, sino, que su origen      –quizás- se remonta desde la misma época en que el primer inglés lo trajo en  su equipaje y lo desembarcó en el Callao  a finales de siglo XIX.         
Ya a comienzos del siglo XX,  la popularidad de la práctica de este deporte motivó la creación  en 1922 de la Federación Peruana de Futbol.                                           
Mientras que en el nacimiento de otras ligas en el mundo, sus fundadores iban instituyendo ciertos valores en sus federaciones, aquí ocurrió todo lo contrario, porque  sus autores  le infundieron un carácter pernicioso, incluyendo en sus estatutos esa conocida pusilanimidad del pendejo, ese que no busca el desarrollo y la prosperidad de la institución si no que en su lugar hace primar el egoísmo y los intereses personales. Ese espíritu idiota, egoísta y perdedor se fue institucionalizando con los años,  logrando que  este deporte naciera y creciera desorganizado, inmanejable,  por  las enormes dosis de informalidad,   improvisación y desorden que le fueron engendrando. Y así lo fueron manteniendo a través de las décadas. Mientras tanto,  sobre esa realidad, se fueron dando esporádicamente  buenas actuaciones de nuestro seleccionado (la buena generación de jugadores en la década de los años setenta  y las consecuentes  clasificaciones a los mundiales de México 70’, Argentina 78’ y España 82’) y que la prensa local – miserable y descerebrada-  se encargó de sobre dimensionarlos,  recordándonos  permanentemente,  haciendo creer a la población de la existencia de un futbol nacional con perspectivas de desarrollo.                     
Esa prensa deportiva local,  durante aquellas celebraciones,  nunca se detuvo en esos  momentos de algarabía  para meditar acerca del porqué de estos resultados. Pero lo cierto era que la clasificación a esos mundiales y la buena posición de nuestro futbol en Sudamérica durante aquella época, no fue el fruto de un trabajo planificado de su dirigencia o la consecuencia de una liga local muy bien organizada y con clubes acostumbrados a disputar las finales de los distintos torneos internacionales. Si no que  estos triunfos se debieron básicamente al azar y a la aparición de una generación de destacados  jugadores.                           
Transcurrida la década de los setentas y la clasificación al mundial de España 82’,  la mediocridad del balompié peruano se fue agudizando,  y  a esto se va ir sumando,  la enorme corrupción que iría infectando a sus dirigentes.             
En los años noventa, mientras el futbol de Colombia, Chile y posteriormente Ecuador destacaban  internacionalmente clasificando a mundiales y levantando sus clubes la copa libertadores, el futbol peruano,  llegaba al fondo de la tabla de CONMEBOL.  Esta crisis institucional y  dirigencial  que  en épocas pasadas había sido opacado por los triunfos de sus selecciones, ahora, salían a flote como en el retrete recién usado.                                                
En esta  etapa de nuestro futbol,  los millonarios ingresos producto por la venta de las transmisiones televisivas harán de sus dirigentes personajes poderosos e inamovibles en sus cargos, ahí destacaran por el cochambre las dinastías de los Delfino  y los Burga.                      
Es durante esta época en donde el futbol peruano llega al subsuelo, ayudado sobre todo por estos dirigentes y  por un sector de la prensa lameculos  (Fleishman,  Núñez, y tantos otros)   
Esa escasa moral y ética de la década fujimorista fue imitado también por los grupos que dirigieron y dirigen actualmente el fútbol peruano. Estos personajes corrompidos hasta el tuétano, para proteger y mantener sus intereses económicos siguen conservando este estado decadente del balompié local, porque hacer alguna mejora significaría -para ellos- dejar de percibir sus lucrativos ingresos.                           Esta es la realidad del futbol nacional. Por estas razones nuestras selecciones no clasifican a los mundiales.   
¿Si se podría cambiar? Claro que sí. La solución sería la intervención del estado mediante el Instituto Peruano del Deporte. Como principal ente de control debería realizar los cambios necesarios que den solución a esta caótica situación. Creemos que se debería para esto, previamente, formar una comisión reorganizadora que modifique completamente los estatutos y la organización total del futbol Peruano. Por los  escasos  peruanos conocedores sobre el tema se debería de contratar expertos internacionales (europeos) para que asesoren en la nueva organización. Esta reingeniería debe ser total. Claro que la FIFA amenazaría con la desafiliación a cualquier intento de intervención, pero qué más da, si por lo hecho, hace buen tiempo estamos desafiliados, porque en ningún torneo internacional de equipos ni de selecciones la camiseta peruana destaca ni pasa la primera ronda. 


domingo, 9 de junio de 2013

La hacienda del abuelo y la diosa de Vítor

¿Hacia dónde voy ahora? Si están empujando sus carritos por todos lados, devotos, desordenados,  y ahora sacando pecho,  porque se estrenan como actores principales en este conocido papel de consumistas. 
No crean que me he vuelto un sociópata,  pero, ustedes, me entenderían, si vieran con que  maceran el subconsciente  algunos de mis compatriotas,  llevándolos, por ejemplo, a  hacer largas colas para ver ese bodrio de ¡A su mare!  Así que mejor de lejos y guardando siempre la distancia.
Hasta que encontré el lugar perfecto. Aquí podré tomarme  un respiro. Siquiera por algunos minutos disfrutare  de esta efímera libertad.
Soy honesto, la boca se me está haciendo agua y casi delirando creo percibir la astringencia que deben provocar esos anaqueles repletos de riojanos, franceses,  chilenos y mendocinos. No lo soporto más. Voy a romper ese cristal y saldré huyendo del lugar con algunas botellas. Miro a ambos lados del pasadizo, creo que es el momento, pero, carajo, hay una puta cámara  atenta a todos mis movimientos. Creo que será para otra ocasión.
Un poco decepcionado pero más tranquilo sigo hurgando en esa sección de vinos del supermercado, y después de observar,  como dando brincos para hacerse notar,  el parpadeante brillo de unas  botellas de hombros altos me van seduciendo lentamente.  Sus etiquetas eran sencillas, pero, con grandes pretensiones. ¡Qué sorpresa! Si son de la recordada “Hacienda del Abuelo”.  ¿Cómo ha pasado el tiempo?  Ya era hora. 
Cogí una de ellas y con sumo cuidado la arrullé entre  mis manos. No era para menos,  sí fueron las mejores  cómplices  aquella noche,  o como diría mi tío Frankie: ¡Oh, What A Night! ¡Qué nochecita!
Fue el trabajo el que nos juntó. Teníamos una semana de conocernos y como media hora en ese viejo Volkswagen celeste que con las  justas nos transportaba. Dando tumbo tras tumpo  a través de ese camino tortuoso se iba introduciendo  entre esos enormes cultivos, o mejor dicho,  más parecía que fuéramos  engullidos por toda esa maleza. Cercano se escuchaba el ruido torrentoso  del rio vítor.  
No podía tener mejor compañía –si yo mismo la escogí-, preciosa y lozana,  no debería de pasar de los veintidós  años, y por lo que había olfateado,  con un poco de empeño el resto del día sería para mi libro. 
La región Arequipa es tierra de buenos vinos  y  de esto no cabe la menor duda.  Desde la llegada del primer español  allá por el siglo XVI se comenzó a cultivar la vid en estos territorios (Inclusive antes que en Chile y Argentina) por estas razones, hoy no existe poblado en  esos  valles cálidos y templados  que no se dediquen a
la noble actividad de producir vinos.  Uno de estos prolíficos valles vitivinícolas es Vítor,  localidad situada a algo más de una hora de la ciudad de Arequipa.
Después de unas cuantas sacudidas  más por esa interminable trocha  llegamos a nuestro destino. Es que  no me hubiera perdonado, estar en Vítor  sin  antes visitar alguna de sus conocidas bodegas.  
Bajamos de nuestro funcional transporte, y observamos  el lugar algo desolado. Por un momento dudé un poco ¿Dónde había venido? Pensé. Porque  parecía la escena de aquellas  conocidas películas de terror en donde los estúpidos forasteros terminaban siendo mutilados por los aborígenes.   
-Tonterías- dije,  y seguimos con nuestra aventura. Había al frente una vieja casona que seguramente vendría a ser la bodega del que tanto nos había estado hablando el conductor que nos trajo.
 – ¡Buenas!  Grité hasta tres veces. No se oía respuesta. Después de un par de minutos más, se  asomó una mujer gorda desde un balcón  y comenzó a aullar escandalosamente. No sé  qué coño de nombre dijo. Habrá sido: “Cayetano”  “Juan” o “Miguel”, lo cierto es que al instante apareció el susodicho.
-¡Queremos comprar vino!  -le dije-.  Y amablemente  el tipo,  nos invitó a acompañarlo. 
Nos dirigimos hacia esa imponente casona. Tenía el arraigo de esos viejos templos que guardan celosos dentro de sus muros valiosas joyas. Y es que era cierto.
Al abrir  los enormes portones el crujir de las bisagras  ponían el suspenso necesario para después poder revelarnos las numerosas historias que seguramente se habrían vivido dentro de sus  claustros en  todos estos  años.
Ingresamos al lugar, estaba algo oscuro, pero fresco. El piso era de tierra y al fondo en el interior se lograba ver  unos enormes depósitos de cerámica con una inscripción del siglo XVIII. 
Nuestro anfitrión nos seguía describiendo el lugar, hasta que le comenté  -con buena intención, claro-  sobre aquella oportunidad en que unos chilenos  -en realidad un par de preciosas chilenas, pero con navaja en la mesa- habían afirmado que el vino peruano en la tierra del Mapocho solo lo utilizaban para enjuagar sus copas. 
Nuestro guía ante semejante historia, replicó: “Eso será con el vino peruano, porque el vino arequipeño es distinto y particularmente el de Vitor”,  y para que no quedara ninguna duda en estos dos visitantes, desempolvó  unos merlot y malbec celosamente guardados. Brincando de depósito en depósito  y  desviviéndose  en atenciones para con nosotros, copa tras copa nos hizo degustar compartiendo como buen  samaritano  ese mosto divino, intentando de esta forma borrar de nuestra mente  la afrenta hecha por  esos chilenos. Cosa que al final se logró.
 ¡Pruebe este! ¡Y este!  
Era lógico, después de tan agradable cortesía,  se enterraron para siempre esos  malintencionados comentarios de ese par de chilenas.
No lo  niego, esos tintos estaban deliciosos, que hasta ahora me acuerdo.
Nos proveímos de unos generosos  hectolitros y algo sazonados nos dirigimos al único hospedaje del pueblo.   Vaya noche: el mejor vino de Arequipa y la diosa de Vítor. Era el maridaje perfecto. 



domingo, 2 de junio de 2013

Henrique Capriles y las pirañas hambrientas



En la actualidad, si en algo se perecen las republicas que liberó  Bolívar,  es que poseen una  inconfundible clase política, en su gran mayoría: corrupta, caudillista, autoritarios y antidemocráticos, fervientes supersticiosos, y obviamente poco racionales que recaen permanentemente en sus viciados instintos. Son los comerciantes más barateros, cuando de regalar los recursos naturales de sus distintas patrias se trata. Y salvo por sus diferentes acentos, toda esta numerosa masa de políticos deberían de tener el mismo pasaporte porque dan la impresión de descender de un mismo tronco genealógico.  Todas estas corrompidas  peculiaridades de estas pirañas hambrientas son las únicas culpables de que sus poblaciones les tengan inquina  y les hayan perdido la fe,  porque han exagerado en su papel de aves de rapiña.  Los partidos políticos que fundan en su gran mayoría carecen de bases  democráticas socavando de este modo las mínimas condiciones para que en un futuro cercano  hagan posible la consolidación no solamente de estas organizaciones si no también del sistema democrático en sus respectivos países. Pero sus tiránicas maneras al final harán  que estos remedos de partidos políticos terminan reduciéndose  a una chacra más o el feudo de la familia que puso la primera piedra.
Sus poblaciones mayormente devotas y desesperadas ante semejantes representantes, pierden la brújula y el sentido de la realidad, llevándolos en sus devaneos a elegir la mejor toxina para  acabar con esa enfermedad de subdesarrollo. Ponen así en el poder y con todas las expectativas que viene al caso,  líderes  que supuestamente acabaran con sus problemas. Grave error, porque, solo harán que estos se multipliquen y  terminen peor que cuando los eligieron. Al final esta improvisada  cura terminará siendo peor que la enfermedad.
Así,  aparecieron como setas en estas republicas bolivarianas: los Fujimori, los Morales, los Correa, los Belaunde, los Chávez  y  los Velasco. Todos estos mandatarios llegaron al poder en sus determinados paísescasi siempre, utilizando las mismas rutas. Y sus poblaciones los cargaron en sus hombros porque se soplaron ese discurso  que atacaba a  esa abyecta clase política, pero,  al final, ven el verdadero rostro que estaba detrás de esa máscara reformista y se  dan con la ingrata sorpresa  que son igual a los que tanto criticaban, finalizando este culebrón en una  situación peor que cuando la iniciaron.
Venezuela se encuentra en un periodo muy crítico  de su historia y lo peor que le pudo ocurrir a su democracia fue la muerte de Hugo Chávez, porque hoy su imagen sigue presente, sobre todo,  ayudado por el carácter mítico que le han dado a su recuerdo  sus herederos y también  en gran medida por la excesiva religiosidad y poca instrucción de su pueblo
Cuando uno ve y escucha en sus distintos discursos a Capriles  y sobre todo cuando  observamos sus gestos y movimientos, notamos que es el típico representante de esa clase política que habíamos descrito anteriormente. Su interés por mejorar a su país es el mismo que tenía el impresentable compadre de Alan García: Carlos Andrés Pérez.   
Capriles y los que están detrás de él no traerán nunca las soluciones para un país con tantos problemas como Venezuela.
El chavismo tiene un gran reto para sobrevivir con Maduro,  pero,  también el retorno y subsistencia de la democracia venezolana están muy lejanos,  si en este momento, se cuenta como único rostro que la represente a ese tal Capriles  y las pirañas hambrientas que hoy están detrás de él.

Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...