martes, 13 de marzo de 2018

40 años de fujimorismo


¡Hija de puta! ¡Hija de puta! Gritaban los estudiantes. Era un coro ensordecedor  exigiendo  el regreso de la democracia y que este personaje abandonara de inmediato  su universidad.
Ante la bulliciosa protesta, Marta Chávez ni se amilanaba, todo lo contrario, con su conocido fanatismo y dando la espalda a esos jóvenes se apostó henchida frente a los micrófonos y pronunció unas premonitorias palabras.  
No sabemos si lo hizo para sacar “cachita” a  ese  numeroso grupo de universitarios de la Católica de Lima  o  fue la espontanea expresión de su recalcitrante pensamiento, lo cierto es que ese día Marta Chávez aseveró que para ver los resultados del régimen fujimorista, este tendría que estar en el poder cuarenta  años, solo así se salvaría al Perú  sacándolo  del subdesarrollo y  el tiempo que necesitaban era de “solo”  cuatro décadas.
Aquellas expresiones parecían uno más de aquellos exabruptos  a los que nos tenía acostumbrados la mayor defensora de aquella tiranía, se  escuchaban  exageradas y algunos hasta lo vieron como una broma de mal gusto o  casi como un grito desquiciado que no era para tomarlo en serio.  40 años de fujimorismo era una locura, ¿Quién iba a soportar semejante tortura y cómo un régimen podría durar  tanto en el Perú si ni Hitler en Alemania lo consiguió? ¿Cómo podría existir alguien tan pérfido como augurar semejante maldición para los peruanos?
Han pasado dieciocho años desde la renuncia por fax de Alberto Fujimori  y a partir de aquella fecha se han sucedido en el cargo de mandatario diferentes personajes con el rotulo de gobiernos democráticos; y si somos objetivos, la omnipotencia del fujimorismo en todos estos años ha demostrado estar intacta como para hostigar a todos los que han llegado a palacio de gobierno.  Nunca dejaroel poder, todo lo contrario, gracias a los medios y el capital han  sido los protagonistas de los principales hechos políticos, buenos y malos, pero siempre moviendo los hilos y poniendo el tema musical para que dancen  los presidentes de turno en esta denominada etapa democrática. Sus líderes y candidatos en estas casi dos décadas han mostrado un blindaje a prueba de múltiples denuncias,  que por su gravedad han llevado a prisión hasta al mismo matrimonio Humala. Es evidente la fuerza que tienen sobre esta comarca de frágiles y permeables instituciones.
En estos dieciocho años el objetivo de este juego de miradas y peleítas  nunca fue cambiar algo, sino continuar con este guión connivente con los bajos sueldos, el tarjetazo, el subempleo  y  la evasión de impuestos de las grandes empresas.  Mientras esto sucedía, se presentaban períodos en donde parecía que la paciencia  del pueblo peruano estaba a punto de reventar, era como una olla a presión. Pero cada cinco años en los sufragios generales el fujimorismo se  presentaba de nuevo amenazando con regresar al poder y hacer una razia sobre sus opositores. El pueblo desesperado así elegía al mal menor con  Toledo, García, Humala y el ultimo de este rosario de mal habidos encontramos a PPK.
Con el final de esta novela nos hemos dado cuenta de que todos jugaron para el mismo equipo: el fujimorismo, el conservadurismo, la extrema derecha, el fascismo, la galera romana y el expolio.
Para este viernes no vacarán a nadie, y si lo hacen  buscarán quizás un reemplazo disoluto  con Vizcarra o Araoz para que continúe la fiesta de este aburrido “Versalles” lorcho.
De ocurrir la vacancia, un respiro para esta democracia sería convocar a nuevas elecciones, pero esto es pedir mucho porque aquí lo que abundan son “fachas” que fingen ser demócratas macerados en estos cientos de años de conservadurismo y fanatismo devoto.
Pedir a la virgencita de Chapi un gobierno liberal y progresista en este momento es un imposible porque el “lavado de cerebro” ha sido eficiente haciendo que el elector en un acto de ingenuidad vote por su verdugo y crucifique  a su salvador.
Ya han pasado cerca de veinte años de aquella profecía.

sábado, 3 de marzo de 2018

GRAÑA Y MONTERO y el golpe al capitalismo peruano


Hace algunos años en un discurso dado  frente a miles de sus compatriotas, el líder chino hizo hincapié en lo siguiente: Nunca el desarrollo de ese país sería posible mientras no  cuenten  con grandes y pujantes trasnacionales.   
Solo tuvieron  que pasar algunos  años para ver como el posicionamiento en el mercado global de Alibaba, Huawei  o Lenovo, iban  a la par del ascenso de la República Popular China como potencia mundial  amenazando el hegemon económico y político de los EEUU en el planeta.
En esa Plaza de armas de Arequipa lo escuché claramente cuando  vociferaban  sobre la prosperidad de las naciones gracias al Libre Mercado y para que no quedara ninguna duda ahí estaban los casos coherentes de Taipéi,  Singapur o Corea del sur. Eran ejemplos tangibles de que un país pobre podía crecer y prosperar, y lo decía Vargas Llosa allá por 1989, eran tiempos muy distintos a los de ahora, llenos de alentadoras expectativas gracias a esos grandes cambios que acompañaban a toda esta perorata con la perestroika y  el glasnost.  
El libre mercado entró  a nuestro país en los años noventa,   pero, no sabemos de qué tipo  y,  también en qué condiciones el Perú  ingresó a ese mercado mundial; lo cierto es que en estos años fueron pocas  las empresas nacionales que han crecido lo  suficiente como para destacar en el hemisferio.
Las pocas que han asomado han sido tan ínfimas que  no han logrado las suficientes  ganancias como para que crezcan y a la vez hagan prosperar a la economía nacional  y con ella a su incipiente  capitalismo.
Esto fue hasta que hizo su aparición la primera gran corporación “made in Perú”  nos referimos a GRAÑA Y MONTERO.
Era la primera trasnacional peruana con el suficiente vigor y eficiencia en la historia que llegó a saltar las fronteras y ocupar importantes mercados en Sudamérica, una de sus últimas hazañas fue la compra de la principal cementera chilena. El sueño se estaba cumpliendo y el desarrollo era posible, no era un cuento de ficción como lo auguraban los pesimistas y comunistas y los encomenderos feudales ni los de siempre, estábamos viendo el ascenso del capitalismo nacional  con el rostro de GRAÑA Y MONTERO.
Era imposible creerlo, pero era cierto, ahora sí podríamos ser como Taipéi o Corea del Sur. Esa empresa que nos ponía en esa expectativa era GRAÑA y MOnTERO,  la única transnacional peruana que se había destacado en este periodo de liberalismo económico, creciendo y traspasando las fronteras peruanas, la más importante que había surgido en nuestro país en su reciente historia capitalista.
Parecía que todo iba perfecto hasta que apareció el escándalo de Odebrecht. Todos hemos sido testigos de su magnitud y de lo que está arrastrando; lo más terrible fue que uno de los que cayeron junto a esta empresa brasileña fue el conglomerado GRAÑA Y MONTERO la joya de la corona peruana.  
Aquí nadie reparó en el daño producido a nuestra economía, pero lo cierto es que la caída de GRAÑA Y MONTERO fue tan catastrófico para el insipiente capitalismo nacional como si en los  Estados Unidos su General Motors fuera quitada de un golpe o si Telefónica en España fuera borrada del mapa así como en Chile Falabella.
Qué nos queda de toda esta murga.
Primero, el sueño de desarrollarnos de forma autónoma con nuestro propio capitalismo nacional ha terminado.
Segundo,  la riqueza producto del crecimiento de un capitalismo local nunca se logrará, así  el objetivo de alcanzar la prosperidad como Corea, Taiwán, alguien lo ha destruido con el golpe a GRAÑA Y MONTERO.
Tercero, hemos ingresado al mercado mundial como simples exportadores de materias primas sin valor agregado y mediocres importadores de productos manufacturados.
Veo el parque industrial de Arequipa y está activo, pero no de manufacturas e industrias sino solo de especuladores que se conforman con la ociosa y neutra actividad de importar productos manufacturados. Nula creatividad.
En eso se ha convertido el sueño peruano de ser un país próspero gracias  al Libre mercado. ¿Cómo negociaron los surcoreanos? ¿Cómo lo hicieron? Solo ellos lo saben. Aquí la elite peruana (si es qué existe) ha dejado que esto pase, y  nos han condenado a ser el eterno país en vías de desarrollo.

domingo, 18 de febrero de 2018

El gabinete de la mediocridad

Júzguelo usted por entero.
La información más utilizada sobre el fenotipo para la población nacional corresponde a la «CIA» en su documento: «The world factbook», donde consignan los grupos (raciales) para el Perú de la siguiente manera: Indígenas 45%, mestizos 37%, caucásicos 15%, otros 3%.
Observando los rostros de cada uno de los profesionales que integran el actual gabinete del presidente Pedro Pablo Kuczynski se nota que pertenecen al grupo de los denominados caucásicos o sea  a ese 15% de la población del Perú.  Salvo una que otra excepción,  esta,  casi  homogeneidad “blanca” en un gabinete peruano  no se veía desde los tiempos de la República Aristocrática a comienzos del pasado siglo XX.
Esto quiere decir que dentro de todo ese universo de profesionales, intelectuales y demás gente que con sus estudios y experiencia pudiera aportar positivamente para el desarrollo de nuestro país y que seguramente lo conforman personas de diferentes colores y rostros, para la visión de los que nos gobiernan, de todo ese ejercito de gente diversa y valiosa parece que solo merecen ser convocados aquellos que tengan características faciales de ese reducido15%.  De los treinta millones de peruanos que somos, necesitan únicamente  4,5 millones.  
Sería una deprimente realidad que PPK  gobierne con esa visión sesgada y anacrónica y que nos retrocedería cien años en el pasado. Un grave lastre.  
Seguramente ahí encontraremos las razones de las flaquezas de este régimen y el origen de las torpezas e inhibiciones porque simplemente no estarían los mejores.   
A Pedro Pablo Kuczynski  parece que le ha quedado enorme  el cargo que te obliga la banda presidencial. Su poca lucidez política le estaría pasando factura  a él y a sus asesores que no logran simular las principales vulnerabilidades de un régimen aquiescente con la idea de un país en  proceso de “mexicanización”.  Con el perdón a los mexicanos.
Como si fuera una improvisada gestión que posee la filosofía y la  visión que dejó en Centroamérica el filibustero Walker subestimándonos  como a una pusilánime  republiqueta  bananera poblada por barbaros fáciles de burlar y tenernos cinco años en “piloto automático”.
A estas alturas es necesario hacer un réquiem anticipado a este nefasto  interregno.
Para la próxima vez, necesitamos presidentes con mente más abierta que  gobierne sin estereotipos ni prejuicios, uno que se aleje de la ambición ciega de un trapero y  que posea  notorios  valores democráticos de tolerancia e inclusión y no lo que estamos viendo con el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski,  que deja tristemente una  atmosfera  racista y excluyente.  

jueves, 15 de febrero de 2018

Diez semejanzas entre PPK y Maduro

Primero: Tanto Maduro como PPK actualmente se declaran fervientes católicos aunque antes de ser gobernantes  no destacaban públicamente sus inclinaciones religiosas.
Segundo: Maduro  goza del rechazo de algo más de la mitad del total de la población venezolana; PPK solo cuenta con un 20% de apoyo de los peruanos.
Tercero: Maduro, mediante sus malas artes renovó su parlamento con gente allegada; PPK mintiendo a sus electores soltó a Alberto Fujimori, con esta acción se aseguró el apoyo de un legislativo de mayoría fujimorista.
Cuarto: Sobre Maduro pesa importantes acusaciones de corrupción igual que el actual presidente peruano con el caso Odebrecht.
Quinto: Dentro del árbol genealógico de ambos se pueden encontrar ancestros de origen judío.
Sexto: Ambos han sometido a sus respectivos países al mandato  de grandes potencias beligerantes; mientras que Maduro ha puesto a Venezuela en la órbita de China y Rusia,  PPK ha hecho lo mismo pero a la sombra de los EEUU.
Séptimo: Ambos no realizan grandes obras dentro de sus países que sirvan para el desarrollo. Nada de grandes infraestructuras.  Solo benefician a sus allegados políticos mientras el resto de la población sigue con el  peso del desempleo y los bajos sueldos.
Octavo: Ambos están minando la paz y la estabilidad de sus respectivos países con sus erradas acciones.
Noveno: Ambos regímenes han sido observados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.  
Décimo: PPK liberó a un acusado de genocidio y robo, Maduro ha hecho lo mismo en Venezuela. Ambas acciones han originado innumerables marchas y protestas en sus respectivos países. 

martes, 13 de febrero de 2018

Las arepas sospechosas


¿Qué será de la señora Betty? Una guapa iqueña que se marchó con toda su familia (esposo y tres hijos)  a la patria de Bolívar a finales de los años ochenta.  Vendieron todo hasta el Lada recién comprado.
Pedro Pablo Kuczynski lo vociferó por la TV, convirtiéndose en el más importante promotor  de la inmigración venezolana y los medios lo apoyan; admirable acción, sabiendo que durante los años setenta y ochenta más de 200,000 peruanos fueron a parar a ese país caribeño.
El chavismo nos resulta  ridículo como el arroz con mango del etnocacerismo,  las miradas al cielo de Chávez o cuando Maduro cuchichea con los pajaritos. Lo que  nos molesta es que nos tomen por cojudos al querernos vender “gato por liebre” con el problema venezolano.
A pesar que los medios locales todos los días hablan de la gravedad de la denominada “crisis venezolana”  dando a entender que la vida en ese país caribeño está peor que acá,  la familia de la señora Betty  ni los miles de peruanos  que por esos años enrumbaron  a  Venezuela aun no han regresado al Perú (yo me pregunto, cómo retornarían  si allá el estado les provee de tres millones de viviendas mientras aquí en la era PPK y su segundo fujimorismo para tener una casita  tienes que contar con al menos 100,000 dólares que son imposible de juntar si el sueldo promedio de un peruano llega a duras penas a unos magros 250 dólares).
Otro aspecto que resulta sospechoso es cómo llegan  los forasteros  y que se suben a diario a los buses,  mientras que los peruanos emigrados a ese país caribeño en los años setentas y ochentas lo conformaban  familias, los venezolanos que ahora están ingresando al Perú se los ve como artificiales migrantes, solitarios como si fueran individuos expulsados de la manada y con el  mismo corte y edad castrense, delgados como un asalariado esbirro caribeño. Uno de ellos se desenmascaró el otro día en un bus de la capital.  Uno de estos personajes que tanto defiende PPK y su prensa, le agarro a golpes a un peruano. En esa ciudad sin identidad no se podía esperar más, sin el mínimo grado de unión ni sentido de pertenencia, nadie en ese transporte  repleto de disminuidos perjuros se levantó a defenderlo o mínimo a separarlos.
Esto hubiera pasado desapercibido como una simple gresca sino fuera por la reacción del venezolano, y tras revisar  una u otra vez el video vemos que cuando  arremete sobre nuestro compatriota lo hace con múltiples jab de derecha e izquierda demostrándonos que tiene un entrenamiento especial en defensa personal, muy alejado a un simple y asustadizo inmigrante.
Alguien los trae.  Cuál será el objetivo, solo el tiempo lo dirá. Mientras tanto el mundo observa cómo se van acomodando las piezas en este tablero de ajedrez movido por el ascenso de Rusia y China en la escena internacional.
El engorde está en proceso para después sacrificar el cerdo. Una historia tan trillada que el que sabe algo de esta murga me entenderá claramente.  

domingo, 4 de febrero de 2018

PPK y el consejo del Rex

El  muro que está construyendo Donald Trump en su frontera con México, para uno que ha nacido y vive aún a los, 16° latitud sur del continente americano, ha sido una ofensa a la sana convivencia y el respeto mutuo entre la superpotencia y los países que se sitúan desde el sur del rio Grande hasta la Tierra del fuego.
Esto será lo que siempre ha sido o consecuencia de una rápida y agresiva  decadencia. Lo que sea, es esa institucionalidad lograda en el país norteamericano la que  nos hace ver lo que solo es Trump, un ave de paso en la historia de los Estados Unidos de Norteamérica.
Los valores que han hecho grande ese país son los lazos que nos acercan, la democracia por ejemplo. Las libertades de los ciudadanos, la libertad de expresión, siempre constituirán aquellos puntos para un dialogo permanente y viable. A pesar de todo esto, está claro que ese régimen recién  comienza así que los exabruptos habrán  que sopórtalo no solamente los latinoamericanos sino que buena parte de sus conciudadanos y el mundo.
A propósito de esto el Secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, por estos días visitará  nuestro país que en las últimas dos décadas se ha constituido en uno de sus principales aliados en el hemisferio. El tema venezolano parece que se ha apropiado con la agenda, pero eso no quita la importancia que tiene la presente crisis política a la que nos ha llevado PPK el actual mandatario peruano.
Creemos que el Perú no es un “país de mierda” aunque algunos por aquí intenten con gran esfuerzo dar esa impresión.
Los peruanos somos parte de una cultura milenaria y merecemos respeto, son miles de años de existencia, producimos y somos inteligentes. No en vano durante  estos miles de años hemos creado estados tan ejemplares en organización y creatividad como los incas.
Creemos también que nos hemos dado cuenta de la importancia del orden y que dentro de ello la democracia y su estabilidad son factores que contribuirán en el objetivo de alcanzar ese desarrollo. El problema está en los gobernantes que tenemos, gran parte de ellos aprovechados que no tienen el menor respeto por la población sobre todo cuando no cumplen con la palabra empeñada; son los típicos  “piolas” sudacas, risibles personajes pero nefastos  para el sostenimiento de la democracia ya que la burla constante a la población hace que este pueblo considere que el sistema es inútil y que no difiere de cualquier otra tiranía bananera.
Las erradas acciones de Pedro Pablo Kuczynski y ahora sus posibles vínculos con Odebrecht hacen insostenible su presencia en el cargo de Presidente de la República, es más, su poca representatividad constituyen hoy un amenaza para la estabilidad de este frágil sistema democrático; así que, esperemos que por estos días le den un buen consejo por el bien de la gobernabilidad democrática en este país andino y que dé un paso al costado  convocando a nuevas elecciones en el plazo más corto, con el loable fin de continuar con este sistema democrático, el estado de derecho y,  sus valores legados por Jefferson y Rousseau. 

jueves, 1 de febrero de 2018

La muerte de la voleibolista

Johnny, agitado y sudoroso se levantó precipitado de la cama, sentía que el aire le era escaso. Respiraba con dificultad y tenía la boca seca.  Estaba sofocado casi al  punto del ahogo.
- ¡Maldito calor! ¡Maldito calor! repetía y seguía sin poder dormir esa noche. Los ojos, los cerraba con fuerza como si al abrirlos de nuevo intentara en vano ver que todo lo ocurrido había sido una maldita pesadilla.
-¿Cómo pudo suceder? ¿Qué mala suerte? -Maldecía Johnny- ¿Qué va ser de mi carrera ahora?
Caminó lentamente hacia la ventana y mirando el Parque Central, la fuerte luz de los faroles, le regresaron a aquella mañana.
Todo empezó con el teléfono timbrando repetidas veces. Era Sandra, aquella joven charapita con la que venía saliendo a escondidas hace seis meses. Tenía un cuerpo que nadie le creería que era menor de edad, es que era deportista, la gran promesa del vóley nacional.  
Notó en la pantalla que había varias llamadas perdidas y el teléfono sonó nuevamente.
- ¿Qué quiere ahora? murmuró mientras levantaba el fono.
Habló con ella y se quedó frío, colgando de inmediato el teléfono.
Se alistó rápidamente y tomó unas pastillas del cajón del velador. Bajó a la cochera y sacó su auto, no  avanzaría mucho porque  seis cuadras más adelante, en esa esquina del parque, se encontrarían.
Descendió la luna polarizada y con un gesto, la conminó para que subiera.  
La llevó al mismo hostal de siempre. Ingresaron a la habitación, pidiendo dos cervezas al muchacho que atendía.   
- No te preocupes, eso pasa, debiste cuidarte, pero no hay problema –le dijo Johnny.
Y sacó del bolsillo del pantalón la tableta de pastillas (decía cytotec con pequeñas letritas).
- Apenas llegues a tu casa tomate seis, de dos en dos cada 6 minutos, te duermes un rato, y te va “bajar”,  y todo solucionado, -le aseguró Johnny-.
- No te preocupes hijita, no te va a pasar nada, salimos de esta y nos vamos a  casar como te prometí.
Sandra estaba de miedo, sentía un mal presentimiento, dudó. Es que era la primera vez que se embarazaba, pero le creyó, lo quería a pesar del poco tiempo que se conocían, la escondía pero se sentía bien con el veinteañero futbolista afroperuano.
- Toma las pastillas apenas llegues a tu casa y mañana nos encontramos en la fiesta que estoy organizando en el departamento que alquilo y ya conoces, -le recordó Johnny-.
- Vamos, te llevo a tu casa, y la dejó en el mismo parque de donde la había recogido, y se despidieron.
-Todo solucionado, carajo, -vociferó Johnny-. Encendió el equipo sonido y se puso el volumen alto. Sonaba esa salsita que bailaba siempre en su barrio de Villa El Salvador cuando en ese arenal con sus amigos jugaba los domingos sus pichanguitas.
Ya eran otros tiempos, ahora vivía en Miraflores y manejaba  otro carro y podía darse esos lujos que soñó desde niño cuando veía por la televisión a esos grandes cracks.
Y llegó la noche esperada. Era justo y necesario celebrarlo. El nuevo contrato en el Montreal, la llamada a la selección,  qué más se podía pedir a esta vida.
Johnny estaba rodeado de toda su “mancha” y la fiesta estaba en su clímax. Los tragos fluían como ríos, la salsa rompía los vidrios de las ventanas y las chicas bailaban con su ropa cortita levantado alegres las manos.
Hasta que sonó su celular, no se podía escuchar lo que decía. Se sorprendió, era Sandra.
¡¿Cómo estás?! ¡¿Estás bien?! -le gritaba Johnny por la bulla-.  
- ¡Vente! ¡Te extraño! ¡Me avisas apenas llegues!
Pasó pocos minutos y apareció Sandra, estaba bellísima, su cabello negro lacio brillaba,  estaba con esa hermosa sonrisa como siempre.
- ¿Sandra, todo bien? -le preguntó Johnny-.
- Sí,  le respondió.
Los tragos siguieron viniendo uno tras otro, y Johnny, agarró del brazo a Sandra, llevándosela al dormitorio.
La guapa jovencita y el futbolista se fueron perdiendo detrás de esa puerta que se fue cerrando lentamente.
La música seguía estridente y la gente eufórica. La mayoría eran jóvenes.  La salsa y el reggaetón reventaban los tímpanos, hasta que intempestivamente la puerta del dormitorio se abrió. Era Johnny, estaba como loco, asustado gritando:
-  ¡Sandra está muerta! ¡Sandra se ha muerto, carajo! y seguía gritando con  sus manos ensangrentadas.  

Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...