Hace algunos
años en un discurso dado frente a miles
de sus compatriotas, el líder chino hizo hincapié en lo siguiente: Nunca el
desarrollo de ese país sería posible mientras no cuenten con grandes y pujantes trasnacionales.
Solo tuvieron
que pasar algunos años para ver como el posicionamiento en el
mercado global de Alibaba, Huawei o Lenovo,
iban a la par del ascenso de la República
Popular China como potencia mundial amenazando el hegemon económico y político de
los EEUU en el planeta.
En esa Plaza de armas de Arequipa lo escuché claramente cuando vociferaban sobre la prosperidad de las naciones gracias al Libre Mercado y para que no quedara ninguna duda ahí estaban los casos coherentes de Taipéi, Singapur o Corea del sur. Eran ejemplos tangibles de que un país pobre podía crecer y prosperar, y lo decía Vargas Llosa allá por 1989, eran tiempos muy distintos a los de ahora, llenos de alentadoras expectativas gracias a esos grandes cambios que acompañaban a toda esta perorata con la perestroika y el glasnost.
En esa Plaza de armas de Arequipa lo escuché claramente cuando vociferaban sobre la prosperidad de las naciones gracias al Libre Mercado y para que no quedara ninguna duda ahí estaban los casos coherentes de Taipéi, Singapur o Corea del sur. Eran ejemplos tangibles de que un país pobre podía crecer y prosperar, y lo decía Vargas Llosa allá por 1989, eran tiempos muy distintos a los de ahora, llenos de alentadoras expectativas gracias a esos grandes cambios que acompañaban a toda esta perorata con la perestroika y el glasnost.
El libre
mercado entró a nuestro país en los años
noventa, pero, no sabemos de qué tipo y, también
en qué condiciones el Perú ingresó a ese
mercado mundial; lo cierto es que en estos años fueron pocas las empresas nacionales que han crecido lo suficiente como para destacar en el hemisferio.
Las pocas que
han asomado han sido tan ínfimas que no han logrado las suficientes ganancias como para que crezcan y a la vez hagan
prosperar a la economía nacional y con ella
a su incipiente capitalismo.
Esto fue
hasta que hizo su aparición la primera gran corporación “made in Perú” nos referimos a GRAÑA Y MONTERO.
Era la primera
trasnacional peruana con el suficiente vigor y eficiencia en la historia que llegó a saltar las fronteras y ocupar importantes mercados en Sudamérica,
una de sus últimas hazañas fue la compra de la principal cementera chilena. El
sueño se estaba cumpliendo y el desarrollo era posible, no era un cuento de ficción
como lo auguraban los pesimistas y comunistas y los encomenderos feudales ni
los de siempre, estábamos viendo el ascenso del capitalismo nacional con el rostro de GRAÑA Y MONTERO.
Era imposible
creerlo, pero era cierto, ahora sí podríamos ser como Taipéi o Corea del Sur. Esa
empresa que nos ponía en esa expectativa era GRAÑA y MOnTERO, la única transnacional
peruana que se había destacado en este periodo de liberalismo económico,
creciendo y traspasando las fronteras peruanas, la más importante que había
surgido en nuestro país en su reciente historia capitalista.
Parecía que todo
iba perfecto hasta que apareció el escándalo de Odebrecht. Todos hemos sido
testigos de su magnitud y de lo que está arrastrando; lo más terrible fue que
uno de los que cayeron junto a esta empresa brasileña fue el conglomerado GRAÑA
Y MONTERO la joya de la corona peruana.
Aquí nadie
reparó en el daño producido a nuestra economía, pero lo cierto es que la caída de
GRAÑA Y MONTERO fue tan catastrófico para el insipiente capitalismo nacional como si
en los Estados Unidos su General Motors fuera
quitada de un golpe o si Telefónica en España fuera borrada del mapa así
como en Chile Falabella.
Qué nos queda
de toda esta murga.
Primero, el
sueño de desarrollarnos de forma autónoma con nuestro propio capitalismo nacional
ha terminado.
Segundo, la riqueza producto del crecimiento de un capitalismo
local nunca se logrará, así el objetivo
de alcanzar la prosperidad como Corea, Taiwán, alguien lo ha destruido con el
golpe a GRAÑA Y MONTERO.
Tercero, hemos
ingresado al mercado mundial como simples exportadores de materias primas sin
valor agregado y mediocres importadores de productos manufacturados.
Veo el parque
industrial de Arequipa y está activo, pero no de manufacturas e industrias sino
solo de especuladores que se conforman con la ociosa y neutra actividad de importar
productos manufacturados. Nula creatividad.
En eso se ha
convertido el sueño peruano de ser un país próspero gracias al Libre mercado. ¿Cómo negociaron los surcoreanos?
¿Cómo lo hicieron? Solo ellos lo saben. Aquí
la elite peruana (si es qué existe) ha dejado que esto pase, y nos han condenado a ser el eterno país en vías de desarrollo.
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