lunes, 25 de julio de 2011

Carlos Álvarez y su humor de mierda

Hurgar dentro de su vida se complica por la coraza que ha impuesto a su alrededor, pocos son los periodistas que se han atrevido a mostrar algo de esa intimidad celosamente guardada bajo siete llaves por este hermético personaje de la televisión peruana.
Pero, a pesar de ello, hay actitudes que ha venido repitiendo reiteradamente, pasando generalmente desapercibido en ese público poco observador, que es el ataque denigrante e injurioso sobre algunos personajes, llegando en sus exageraciones a bordear cínicamente el racismo.
Cuando uno analiza estos ataques camuflados en simples caracterizaciones, relacionándolo con el contexto en el que se sitúa el hecho, Carlos Álvarez, deja rastros valiosos para que este sabueso tenga una idea de lo que este personaje siente y piensa.
Dos sucesos claros y concisos darán las pruebas necesarias para darle justificación a todas estas revelaciones, y ambos se dieron con ocasión de esta reciente Copa América.
Después, que los pechos de dos voluptuosas connacionales opacaran los resultados de la selección peruana en las primeras fechas, muchos, en esta sociedad huachafamente hipócrita, saltaron de sus asientos, criticando indignados sobre la provocadora actitud que tuvieron estas dos señoritas al mostrar orondas sus apetitosos pezones.
Entendibles esas reacciones, conociendo cómo piensa generalmente este rancho, pero fue la recreación que hizo en su programa sobre este hecho Carlos Álvarez, lo que pintaría de cuerpo entero a este cómico.
La escena se daba de la siguiente manera, de un lado estaba la chica guapa, la bonita con la camiseta argentina y más abajo de ella, estaban dos cómicos grotescamente disfrazados, dándole un carácter casi simiesco a la imitación de las dos vedettes peruanas que habían captado recientemente la atención de la prensa extranjera.
Cuál era el mensaje subliminal que le quería estrujar en el rostro a esa tele platea nacional Carlos Álvarez. Sencillo, que una extranjera rubia siempre será más hermosa que una chola peruana, así, ésta, tenga un culo y unas tetas de ensueño.
Para este cómico esas dos mujeres imitadas, eran casi simias comparadas con la “blanca” y “rubia” extranjera. Mientras los argentinos en su tierra las encontraban atractivas y las entrevistaban, Carlos Álvarez las mostraba totalmente repulsivas.
Ese no fue el único hecho, porque el conocido imitador tuvo otra actitud que nos hacia exiliarnos por amor propio de toda esta estupidez, porque no guardaba coherencia alguna con lo que estaba pasando en ese momento, porque, mientras en el otro lado estaba Paolo Guerrero coronándose goleador en Argentina, de este lado teníamos a Carlos Álvarez, no, alegrándose de que muchos niños veían por primera vez a un peruano figurar en un importante campeonato, no, él tristemente célebre imitador, no tenia mejor manera de mostrarnos de que porquería estaban hechos algunos peruanos, divirtiendo a ese público zoquete, arrojándoles toda esa basura envuelta en papel rosa, denigrando con mariconadas a un jugador peruano que con garra levantaba con sus cinco goles el hasta ayer decadente futbol peruano.
Este idiota cómico, no tenia mejor idea que terminar con esta fiesta de la forma más vil y cobarde, intentando con toda sus fuerzas hacerle quedar en ridículo a este jugador. La mala leche que le tiene a la persona de Paolo Guerrero, lo escudaba, escondiéndola en esa estúpida imitación. Pero que mierda de gente es ésta, que se burla de quien merece todo los elogios por lo hecho en la cancha. Que total falta de respeto se tiene el peruano así mismo.
Cuando hablo sobre esa degradación, son esta clase de atrasados, los que siempre me darán esa inacabable inspiración para seguir con este blog.
No creo que los cómicos chilenos, también, se hayan burlado de la misma manera, cuando el “matador” Salas, hacia sus golazos frente a Inglaterra o Zamorano se coronaba goleador en el Real Madrid.
Con estos desaciertos, del poco inteligente Carlos Álvarez nos muestra lo mejor de sus infiernos, su inquina más oscura y toda esa regurgitación que le producen los cholos, a los que su trastornado racismo le obliga cada cierto tiempo a ridiculizarlos con sus impunes imitaciones.
Al margen de las inclinaciones y las preferencias de algunos, yo creo que deberían estos cómicos ambulantes detenerse un momento a pensar con algo de lucidez sobre el mensaje que llevara al espectador, antes de despedir este tipo de imitaciones.
En realidad fueron varias las ocasiones, pero son estos dos hechos los que nos mostrarían como está formado el mundo interior de Carlos Álvarez.
Esa disimulada y angustiada forma de hablar y su inocultable incomodidad ante las preguntas de cualquier entrevistador que tiene al frente, muestran a alguien que definitivamente esconde algo oscuro y seguro que el día que se destape, formara parte de uno de esos tantos birrios escándalos que sacuden de vez en cuando esta abyecta farándula repleta de podredumbre que “enriquece” la peculiar televisión peruana.
Que personajes tan ignorantes y desatinados tiene esta televisión, que cuando realizan estas aparentemente inofensivas parodias solo muestran al telespectador lúcido toda su verdadera calidad humana.

miércoles, 13 de julio de 2011

Sergio Markarián y la sobrevivencia del armenio

El origen de su apellido representa la tozudez del pueblo armenio por sobrevivir  a todas esas persecuciones y genocidios sufridos en el transcurso  de su agitada historia. El más mortífero de todos estos pogromos fue el provocado por los turcos a comienzos del siglo XX, obligando a buena parte de su población civil a una diáspora por distintas partes del mundo.
Después de dispersarse por todos los rincones de planeta, uno de sus descendiente, hoy, se encuentra entre nosotros, pero, ahora este heredero de la perseverancia por existir de un  pueblo,  tiene una tarea muy difícil. La lucha esta vez no será por la vida, porque si fuera así dependería solo de él y sus fuerzas. Esta vez no sucederá así, porque su triunfo y exito dependerá de otros. Es por ello que el objetivo planeado por Markarián se vuelve casi  utópico al querer llevar a un mundial de futbol  a este  país y a sus más genuinos representantes, un grupo humano tan atípico como  la Selección Peruana de Futbol.
Encontramos dentro de ellos –salvo algunas excepciones- futbolistas con una moral y autoestima de subsuelo, como aquel, que ganando buenos euros -mejor dicho millones-,  ostenta un sentido de pertenencia menoscabado, claro reflejo del tipo de autoestima que posee, un amor  propio  vejado y reflejado en una vida personal marcada por la constante mendicidad ante la pálida superioridad y la convivencia con el puterio la marginalidad y el desorden. Muestra su falta de huevos no solo con esto, sino también cuando desprecia a su terruño como el más vil cobarde,  fingiendo una lesión para así no jugar ese partido decisivo.
Dentro de esta pequeña muestra aleatoria de la sociedad peruana encontramos también otros que detentan una disciplina que se acerca al más ranqueado delincuente, como si quisieran emular a todo lo mangante, ineficiente, infecto y fermentado, principales ingredientes que han hecho de este futbol peruano caracterizado por ser desorganizado, sin objetivos y con una normatividad que apunta siempre a la improvisación. Sus dirigentes, ni que decir, mantienen toda esta milonga porque les resulta muy provechosa.
La labor de este técnico de futbol se vuelve dificultosa cuando tienes este tipo de futbol y de “profesionales”. Juntarlos y formar un equipo ganador teniendo toda esta realidad, en definitiva será más complicado que lo hecho por el pueblo armenio para  sobrevivir.
Sabemos que por la herencia genética este entrenador no se dará por vencido, a pesar, de que a tientas se va dando cuenta que el material que va manejar es muy alejado de lo que él conoce y siente, porque Markarián, si llegó a clasificar al mundial a un equipo chico como el paraguayo fue porque aquellos estaban integrados por seres con otro tipo de autoestima y otro orgullo, distinto al que posee el peruano común.
Sin exagerar, una autoestima que te haga perseverar y ganar, un orgullo alejado de complejos y prejuicios, por ejemplo, que te haga hablar en guaraní, De ahí, es donde obtuvo el paraguayo, la fortaleza necesaria para luchar hasta el último aliento contra la Triple Alianza a mediados del siglo XIX.
Esa misma perseverancia encontró el maridaje perfecto con la sangre armenia de Markarián y todos vimos los resultados con la clasificación al mundial de futbol de la selección paraguaya.
Y te preguntaras ¿De qué puta te sirve, este concepto psicológico para el futbol?
Sencillo, porque en la cancha esgrime mucha importancia. Si la tribuna está en tu contra y te ensordece, gritándote insultos. Uno que posee una autoestima sana, no se “achica”, si no, todo lo contrario, extrae esas fuerzas necesarias, para callarles la boca haciendo un mejor trabajo; pero uno que no la posee, se pone nervioso y la inseguridad hace preso de él haciéndole cometer un autogol.

miércoles, 29 de junio de 2011

Rosa María Palacios, despedida al pelmazo fujimorista


Me sorprendió escuchar del periodista la cantidad de años que ha estado al frente del programa “Prensa libre”. Fueron siete los años que nos hemos tenido que soplar a esta señora y su estilo de conducción.
Apareció la desconocida conductora de repente en una pantalla plagada de bustos parlantes y abundante en periodistas sin pesadas cruces deontológicas y bajo el seño la marca de todos esos federicos salazares pero escasos muy escasos en huevos y temple.
Los vientos han cambiado y como siempre ocurre con ello los canales de televisión se van acomodando de acuerdo al son de los que ahora se han turnado en la dirección de la orquesta.
Soy honesto no la voy a extrañar como no extraño tampoco a los que tienen la oportunidad de tener pantallas y lo único que hacen es mostrarnos la debilidad y la cobardía de estólidos rostros  que aumentan mi sorpresa cuando sé que son inteligentes y leídos pero por razones que ellos mismos deben saberlo se empecinan en sus devotos miedos y conceptos retraídos inundando de conservadurismos la polvorienta televisión peruana.
Rosa María Palacios nunca fue imparcial, su defensa al fujimorismo no pudo ocultarlo, su apoyo a causas conservadoras tampoco. Fueron pocas las veces que aguanté  un programa entero de “Prensa libre”, espacio que si estuvo libre de algo fue de todas aquellas ideas vanguardistas y liberales, pero, a cambio inundaba la televisión de todo lo mohoso, aburrido y huchafamente pacato.
Fueron años también de impune muestra de cómo se hacía descarada apología fujimorista, pero como dice el dicho, no hay mal que dure cien años, y fue eso, lo que al final  terminó con ese programa que en ostracismo solo podía competir con el aliento y las silabas que despedía esta conductora que desde la comodidad de este humilde servidor se la veía como una señora -recalco- pacata y conservadora al culo, como aquellas personalidades que tienen  algunas mujeres que pierden su virginidad pasado los treinta con padres racista extremos que con gritos y rigidez católica de tipo talibán les inculcaron una religiosidad y conservadurismo que ni siquiera sus estudios en el extranjero pudieron extirpar. En realidad, Rosa María Palacios fue el más espantoso pelmazo que ha tenido que sobrellevar este ciudadano.
Leía –y viene al caso- un libro sobre la sociedad peruana durante la segunda mitad del siglo XIX, y en ella, descubría que seguimos con las mismas taras y conductas de esa época. Salvo lagunas computadoras y combis, el pensamiento de la mayoría sigue siendo el mismo, el gallinazo sigue en el mismo lugar y el vendedor ambulante también, como que también están los mismos personajes con escrúpulos hipócritas haciendo de líderes de opinión, sino veamos el diario El Comercio, muestra viviente de todo lo que decimos.
Necesitamos un cambio y este solo va surgir desde el momento que exista una buena parte de la población que deje su estado de ignorancia y se culturice, desde aquellos que viajan continuamente a Miami y son asiduos consumidores de whiskies -como lo afirma Vargas llosa-, como de aquellos nuevos profesionales que van engrosando la clase media peruana.
Leamos, ampliemos nuestros conocimientos, aventurémonos en la ciencia y en los procesos. Ese cambio del que hablamos, ocurrirá cuando en la mayoría de hogares y aulas de las escuelas peruanas encontremos siempre un buen diccionario y no como sucede ahora en los que escasean estos, pero en su lugar siempre están esas innecesarias biblias.

lunes, 27 de junio de 2011

Stephanie Cayo y Carlos Carlín, “La bella y el papanatas”

Verla aunque sea algunos minutos me inmovilizo por completo. Repentinamente había quedado paralizado, absorto. Mis pupilas se dilataron de tal forma y los parpados quedaron tan abiertos que parecían que ambos globos oculares en cualquier momento iban a salir disparados de sus cavidades como proyectiles, describiendo una trayectoria imparable para irse a estrellar en esa pantalla del televisor en un intento fallido de poder siquiera acariciar algo de la provocadora imagen de Stephanie Cayo.
Agitando el cabello ingresó al escenario, induciéndome inefables deseos que eclosionaron cuando alzando los brazos al ritmo de esa conocida melodía, nos regalaría piadosamente parte de su tersa cintura, cúspide de todo ese tormento provocador, poniéndonos casi al borde de la taquicardia.
Este tipo de diosas, con su figura y su gracia nos hacía creer que solo un país mágico como este podía parir este tipo de beldades.
Es que es realmente es muy hermosa, sus ojos inteligentes, vivos, y accesibles para aquel que ingeniosamente pudiera arrancarles alguna confidencia, iluminaban todo ese sombrío estudio de televisión, corrigiendo una noche lesionada por un grupo de bulliciosos barristas que hacían de público invitado, guiados por alguien que a pesar de sus vanos intentos, no traspasaba el cristal de esa caja boba.
Aquí es donde el sueño se dio por terminado de golpe, porque el idiota anfitrión con el más frio desinterés, casi a los niveles de un eunuco –como si tuviera al frente a una Abencia Mesa- sin el menor reparo, nos la quitó de la pantalla para ponernos en su lugar la viril imagen de Natalia Málaga.
A Stephanie, nunca más la volvería a ver esa noche, porque de pronto, este improvisado conductor nocturno había coronado su insufrible presencia en esta deplorable televisión, desechando la única oportunidad que teníamos los simples mortales de ver a esta lindura siquiera unos minutos más como respiro en esta televisión peruana plagada de magalis, reinas del medio día, aguas turbias, obesos presidentes, rubias al pomo, desabridas de todo tipo y edad, en fin, desperdiciando una de esas pocas ocasiones que teníamos para darle un sano disfrute a nuestra vista, pero, que gracias a Carlos Carlín con sus tartamudez y ese conocido dialogo estulto había desperdiciado la presencia de la chica más bella que ha dado la televisión local y que hoy tribulete y afligido hago pública mi protesta.
No entiendo que poder tendrá Carlos Carlín para seguir con ese bodrio de programa, pero, ¿Qué estoy hablando?, es como pedirle peras al olmo, sabiendo que los que producen esta viruta televisiva tienen la misma creatividad del más rápido quemador de CDs piratas del mercadillo más popular de La Victoria.
Carlos Carlín, después de lo que hiciste con la entrevista a Stephanie Cayo deberías de retirarte de la televisión, porque formas parte de todos esos fiascos que arrogantes anteriormente han intentado adueñarse de una noche que la escasa simpatía, el limitado floro y bagaje cultural desencadenaron en un completo fracaso, y ahí están para el recuerdo Raúl Romero por ejemplo y otros que ahora no me acuerdo.

miércoles, 20 de abril de 2011

Estúpidos limeños

Son casi diez millones de personas, viviendo entre los límites interpuestos por esas dunas y arenales.
A gran parte de sus gentes, generalmente los une escasas muestras de civilidad, orden y limpieza; además de estos rasgos, les distingue también el tener una visión sesgada del país en donde viven.
Muchas veces notamos -en algunos casos- que esta peculiar forma de ver al interior de su país se adereza con una enfermiza e inflada “superioridad”, no acreditada, como si lo puede tener el parisino o el neoyorquino sobre el resto de sus connacionales.
Aquí, esta supuesta superioridad es patológica e irracional, en realidad salvo por algún edificio alto, la verdad que el habitante de esta urbe, no tiene nada como para sentirse superior a algún otro del interior del país.
Esa -recalco- irracional forma de ver al interior de nuestro país, hace que se forme en él, una errada idea acerca de aquellas regiones, minimizándolas al punto de denominar a los Andes, que es una enorme región del subcontinente sudamericano, con la ínfima y simplona palabra “Sierra”.
Esta errada forma de ver el interior del país, les hace muchas veces tener una actitud de irrespeto a la enorme extensión y accidentada geografía que guardan estos territorios, permitiendo algunas veces que muchos estúpidos jovenzuelos creyéndose los más hábiles trotamundos, emulen quizás en esa mente colonizada a aquellos gringos que vieron en su adolescencia cargando esas extrañas, enormes y coloridas mochilas, deseando algún día ser como ellos.
Hoy los medios, haciendo una especie de respiro a la terrible borrasca electoral que precedían a estos acontecimientos, nos tienen pendiente de las noticias de dos clásicos ejemplos de lo que anteriormente habíamos descrito.
No hay forma más absurda de querer acabar con la inútil vida de dos jóvenes, que planeando solos una caminata desde el Cusco hasta las alturas de Arequipa, cruzando una extensión de territorio comparado a la de Suiza. Quizás estos cándidos andinistas, no lo sabían, pero de eso se trataba su tonta travesía.
Pero es que para los que no conocen esta accidentada ruta, resulta un verdadero suicidio, sobre todo si los que lo van a realizar, son unos novatos que han entendido de andinismo lo que pudieron aprender de alguna que otra revista.
Estos tímidos suicidas, quisieron seguramente salir de lo habitual y desechar ese trillado puente Villena en Miraflores o ese acantilado de la costa verde o las alturas de aquel gris centro cívico o quizás, también, se vieron obligados a aventurarse por esos accidentados territorios para no unirse a esos numerosos pobres que diariamente acaban con sus vidas ingiriendo algún barato mata ratas.
Yo también tuve veinte años y sé que es una edad difícil, pero que yo recuerde, siempre me importó mi seguridad, cosa que los jóvenes de ahora pareciera que lo han dejado a segundo plano.

lunes, 18 de abril de 2011

Resabio electoral y el asilo humanitario



En realidad, qué puedo decir acerca de los resultados de los comicios del pasado domingo 10 de abril.
Si todo esto es la secuela de una verdadera elección limpia y transparente, observamos que todavía existen millones de peruanos que cuentan con un sentido crítico del nivel de un adolescente de 13 años, millones que se guían de acuerdo a lo que les dicta las emociones del momento, millones que de seguro también se deleitan con el programa “Al fondo hay sitio”, millones que antes de salir de casa o cuando pasan por un cementerio o una iglesia, supersticiosos del siglo XXI, timoratos y estólidamente se persignan. Son esos ágrafos, que cuando ya han alcanzado los suficientes ingresos como para adquirir el auto nuevo, huachafos ellos, nos muestran los complejos del ex pobre, al no detenerse ni siquiera un minuto en dejar de hablar sobre automóviles, modelos, marcas, precios, y van por las calles observando cual es el más caro, mordiéndose los labios del deseo por poseerlos o llenándose a la vez de frustración por verlos inalcanzables. Son de seguro también, aquellos que disfrutan al verlos y los tienen como modelos de conducta a Rosa María Palacios, Federico Salazar, Magaly Medina o Gisella Valcárcel, y sus hijos hacen -sin ponerse a pensar el porqué- la primera comunión, o si están a punto de casarse, hacen largas colas para alquilar la iglesia más cara y los invitados más presentables.
El peruano que tenemos criado con la mejor leche que puede dar la incultura y la barbarie, elige su candidato como elige un programa de televisión, según como les caiga, aquí no tiene nada que ver el raciocinio – si es que algún día lo ha poseído-.
Bolívar, Santa Cruz o Vargas Llosa victimas en su momento de toda esta insensatez o cualquier viajante foráneo estacionado en nuestras tierras como du Petit Thouars seguro que compartirían conmigo este parecer.
Al margen de prejuicios y estereotipos, estos millones de seres degradados y dignos habitantes para llevar el pasaporte de un sudanés, o de un Somalí, lo que hagan poniendo sus buenas o malas intenciones, traerán como consecuencia de su accionar solo el producto de una población sometida a los miedos y la irracionalidad de la religión, y a una educación rudimentaria, que les ha creado un sentido crítico de idiota, llevándonos a esta segunda vuelta que pareciera más bien creada por alguna mente enferma, perversa y malintencionada, dejándonos este prohibitivo menú con la única intención de atormentar mas a un elector que al ver este final lo ha llenado de una enorme incertidumbre o si no, de unas enormes ganas de mandar todo a la misma mierda.
Los obtusos de siempre apretaron mucho el cuello del pueblo y al final éste, que es el único que se carga con el muerto de este modelo mal aplicado, hace notar su descontento en las urnas eligiendo a Humala y Fujimori.
Si bien es cierto que ese analfabeto funcional no tenía mucho de donde escoger, un acomplejado acusado de drogadicto, burdelero y nepotista, otro con pinta de idiota, mudo y jorobado, alguno por ahí, pasado en años y que tiene la misma sensibilidad hacia los pobres que el más hábil corredor de bolsa de Wall Street, y también una candidata con desordenes alimenticios cuyo padre está en la cárcel, y finalizando esta tira de abyectos personajes tenemos a un ex militar acusado de ejecuciones clandestinas y hasta hace algunos meses adorador de Velazco y Chávez.
Pero que se podía esperar más, después de enumerar las características que tiene el poblador que habita estas tierras, es lo mejor que nos pueden ofrecer, sin lugar a dudas.
No sería descabellado pensar en buscar otras opciones para mis vástagos, sobre todo cuando se que esta encomienda nunca va cambiar y quizás en algún momento darán cuenta de ellos; pero creo que ya es tarde, ellos están en el colegio y ya han tenido contacto con los críos de todos estos píos corderos y cándidos bárbaros.
Menos mal que yo no voto y para mi suerte tengo dispensa, así que lo que salga de toda esta murga de cerriles descerebrados, prejuiciosos, estereotipados y mangantes ágrafos que se lo soplen ellos, yo tengo mi familia y mis hijos, que si me queda labia y los críos me escuchan, estarán siempre alejados de toda esta manada de zombis ignorantes.
La otra opción es buscar algún país que acepte mi solicitud de asilo humanitario, quizás sea el único, pero ya no quiero formar parte de esta galera romana. Prefiero mil veces la mirada xenófoba de algún hijo de puta en Londres o en Paris que seguir conviviendo con esta tira de pinches degradados.

jueves, 17 de febrero de 2011

Analogías en el Caso utopía

Reconozco que algunas veces puedo parecer exagerado y hasta compulsivo cuando se trata de protegerme y  proteger a los que quiero. Como aquella vez que  me mostré desconfiado en llevar a mi pequeño hijo a ese parque, porque sabía sobre el hacinamiento en esta ciudad y el descuido que tienen las autoridades por el cuidado de la salubridad de esas pocas áreas verdes que posee esta urbe gris y escasa de planificación. Las miradas injuriosas y críticas asomaron entre ellos ante mi actitud, haciéndome meditar si no estaba cayendo verdaderamente en algún tipo de exceso neurótico. Algunos meses después de aquel incidente, mis temores no tuvieron mejor asidero cuando los diarios ese día denunciaban  que la mayoría de las áreas verdes de esta ciudad -sin excluir las privadas y exclusivas- estaban infestadas por una serie de terribles y   mortales parásitos  producto de esa sobrepoblación,  el escaso verdor y el nulo cuidado de las autoridades.
Es que cuando uno lee algo o esta más o menos informado, se da cuenta en qué país vive y sabe que en sociedades como la nuestra que forma parte de ese grupo de países en vías de desarrollo o del tercer mundo, abunda dentro del actuar de su población y sus autoridades, grandes rasgos de improvisación, relajo o desidia.
Estas características, muchas veces son el común denominador en todos aquellos desastres que ocurren en nuestro país y cuando uno los analizas para rebuscar sus causas nos damos cuenta que pudieron evitarse si las victimas hubieran tenido otro tipo pensamiento y otra forma de actuar.
No basta con ver las fechas de caducidad de aquellos alimentos que vamos a consumir porque el organismo estatal que debería de controlarlo funciona como tantos otros: policía o el Ministerio de Transporte con su “tolerancia cero”.
Una saludable y simple caminata por las calles de esta ciudad o de cualquiera en este país de novela puede resultar mortal, si no es a causa de esas macetas que algunos salvajes han tenido la idea de colgar temerariamente esperando ese pequeño movimiento telúrico para caerle sobre la cabeza de algún distraído peatón o morir electrocutado por algún cable dejado por unos despreocupados empleados de la compañía eléctrica, o si no, cuando pasan cerca de cualquiera de nosotros esos amenazantes “pitbulls”  tirados por unas piltrafas que encuentran en estos cánidos los “huevos” que en ellos les son escasos, protegen su endeble existencia con las mandíbulas de estos podencos que si les despierta  de pronto el gusto por morder, harían astillas la tibia de cualquier pacífico viandante. Estos chuchos en cualquier país civilizado estarían prohibidos porque ya han mandado a la tumba  a varios, pero aquí en este corralete de bárbaros las autoridades no hacen nada.
Siempre me he preguntado por qué la mayor parte de personas que conozco descuidan su seguridad. Despreocupados siguen con su rutina, seguramente debido a esa excesiva religiosidad que les genera un pensamiento supersticioso y confiado, haciendo entregar cándidamente su resguardo a algún ser superior o dejarlo todo a una simple persignación o  al azar, quien sabe.
Desde aquel que toma una peligrosa combi sin fijarse en su estado o en la imprudente forma de manejar del conductor, o cuando no usan ese puente peatonal, o cuando confían su salud a una clínica privada cuyos dueños por el afán de lucrar contratan aprendices a sueldo mínimo, convirtiéndose en el corto plazo en verdaderos matarifes, provocando desgraciadas negligencias médicas en un parto o en una simple apendicitis.
O cuando ingresan a un mercadillo tugurizado sin fijarse en las salidas de emergencia, en los cables pelados, o en esa muchedumbre que negligente manipula artefactos pirotécnicos provocando más tarde terribles tragedias como la de Mesa Redonda o el de la discoteca Utopía.
Es que cuando de conductas se trata el peruano se homogeniza, aquí el bolsillo no discrimina, ni el color de la piel. Tanto aquel populacho que desapareció desintegrado mezclando sus cenizas entre todas esas víctimas anónimas -que a nadie les interesa-, tuvieron en vida la misma despreocupación por su seguridad que los pudientes jóvenes que abarrotaron ese mortal sótano que hacía de exclusiva discoteca, con sus salidas de emergencias encadenadas trancaban la única escapatoria, como así,  también lo hacían,  esas improvisadas tiendas y los cajones de esos ambulantes en Mesa Redonda.
Ambas víctimas tanto el pobre de Mesa Redonda como el rico de Utopía, al ingresar a sus tugurizadas trampas mortales no se detuvieron a meditar por su seguridad. Ambos muy religiosos creyeron confiadamente que algo o alguien les estaba protegiendo, alguna licencia comprada o simplemente el inexistente ente supervisor.
En la televisión uno de los familiares de las víctimas de la discoteca “Utopía” indignado y soberbio a la vez gritaba que la tragedia de utopía fue una “tragedia nacional”. No le discutimos. Si fue una tragedia nacional. Y es que es una tragedia nacional la improvisación. La falta previsión. Esa que nos hizo ingresar a una guerra con Chile cuando no estábamos preparados. Esa que hace a nuestros gobernantes permitir la existencia del irracional centralismo a costa del abandono de mejores regiones para el desarrollo. Es esa misma indolencia que te hace traer piezas incas por las puras huevas, sin saber una vez devueltas qué hacer con ellas ni donde las guardarás, y todo esto, solo por razones políticas. Es la misma actitud que tienen los que ahora nos gobiernan que por sus egoísmos y maldades no quieren sacar a buena parte de nuestra población de este agujero de pobreza y subdesarrollo.
Ese señor tiene mucha razón al decir que es una tragedia nacional lo ocurrido en la discoteca utopía. Porque nos ha mostrado que el peruano así tenga la billetera forrada en dinero y vacacione en Miami o haya estudiado en el Markham o en un colegio público siempre tendrá ese conjunto de pensamientos y esas conductas que le harán permanentemente girar en ese círculo vicioso de subdesarrollo y mediocridad.

Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...