sábado, 9 de junio de 2012

Luciana León, dulce criatura o siniestra belleza

Que interesante es cuando la naturaleza intenta advertirnos  sobre  algunos peligros envueltos sutilmente  en  agradables y coloridas  indumentarias  creando  atractivas  formas.   Como es el caso de aquella  planta  agradable  a la vista,  pero,  cuyo atractivo  encubre  que dentro de su especie  es  la  más mortífera.  Belleza letal que también advertimos  en aquellas flores carnívoras y venenosas  o  en  víboras  con esos colores tan vistosos que avisan de sus  venenos terriblemente  letales o  como esa  belleza y muerte de Víctor Hugo que nos hace pensar  que detrás de toda  imagen atractiva, si hurgamos un poco, siempre encontraremos  algo de sucio, sombrío  e  infecto.
En esa dinastía heredera de  Susy Díaz de  los que juran por la plata  y de esas  almas tan despiadadas y  dañinas  como  Marta Chávez o como alguno que otro personaje  fútil y  trivial, apareció como  la más  votada en ese congreso. Saltó al estrellato,  gracias al auspicio de su padre que protagonizaba el conocido escándalo de los petro-audios. Ese lío, al final,  le dio a Luciana León las portadas y  el  protagonismo  necesarios.  Estudio  la secundaria en el conocido Colegio Villa María, donde  fue aprendiendo de sus presbíteros maestros no solo la convenienciera religiosidad sino también todo ese  mohoso conservadurismo y  el siempre necesario disimulo. En la Universidad  estudio  Derecho.  Logrando  una Maestría, teniendo  –nada menos- como tutor y profesor a aquel personaje que desde pequeña vio entrar en casa como  uno de los amigos más cercanos de su padre, Alan García.
Su progenitor,  un “destacado”  ex ministro de pesquería del primer gobierno aprista y artero de la política peruana, vio ciertas condiciones en ella,-en realidad no le quedaba otra-. Desde pequeña, sus consejos fueron formándola,  complementados con el más “puro” y “desinteresado”  ideal  de la doctrina aprista. La preparo como se debe para una  cercana aventura  legislativa. No era extraño en él,  porque  ya lo había hecho anteriormente  en esas épocas ochenteras,  mientras  “Popi” Olivera lo quería desmedrar en el congreso  y las  denuncias de corrupción se sucedían en el ocaso del primer gobierno alanista,  enviaba a su dulce Lucianita a la escuela.  Ahora, ya crecida,  necesitaba de alguien de mucha confianza  y que más que su agraciada hijita para que desde el congreso le cubra esas  espaldas acostumbradas a correr riesgos en esas inciertas travesías en la búsqueda de  esa siempre apetecible mermelada.  Así es como fue  elegida congresista de la República para el periodo 2006 -2011, en cuyo periodo  su máximo logro fue cumplir con los  frívolos deseos de una adolescente, hacer de  Lima  el centro de los  grandes conciertos musicales. Para su suerte fue reelegida en su curul no sin antes ser cuestionada por el presunto uso de su oficina parlamentaria como almacén para su propaganda electoral.
Por ese aspecto tan  yermo, casi como el desierto más estéril su imagen se cubre de una espesa niebla de desconfianza,  sobre todo,  cuando defiende causas conservadoras y  prepotentes.   Mañana la seguiremos viendo en ese papel  insensible y mezquino, mostrándonos  una vez más como la belleza y ternura en esta  sociedad salvaje y cruel se manifiesta como una calculada  frialdad de insensibles hacedores de maldades e infamias, aprendidos desde críos y manifestados a corta edad. Esos devoradores  o  viudas negras  no dudan ni un segundo en acabar con el que tengan al frente si es que osa oponerse a sus ideas y todo este letal contenido se presenta envuelto en los rostros más lozanos y hermosos.
Lejos de esos estereotipos provocados por su entorno familiar, en realidad en este momento creo que es un ser muy vulnerable en constante búsqueda de esa ternura, esa  felicidad, esa  ingenuidad arrebatada cuando -muy pequeña-  observo la maldad y frialdad de su progenitor. Dulce niña que de un momento a otro perdió las ilusiones y el derecho a la inocencia cuando tuvo de padrino  navideño a Alan García. Luciana León es esa mezcla de esos dos polos opuestos de esa  eterna lucha entre el bien y el mal un campo de batalla  entre dos  antagonistas  y que cada cierto tiempo se manifiesta con sus propuestas y acciones en ese  congreso y en su vida pública.

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