La reciente crisis política, el freno de su economía y las multitudinarias
protestas de hace unos días al mismo estilo
del Maidán ucranio y de la Primavera Árabe, no nos aparta de lo real y evidente que es el
ascenso de Brasil como potencia mundial.
Más de ocho millones de kilómetros cuadrados y sus doscientos millones de habitantes en
constante crecimiento, con una población joven
que posee una energía e ímpetu que ya desearían la oclusión norteamericana
y la envejecida Europa.
Estas condiciones del gigante
brasileño lo obligan a jugar cada
vez más un rol preponderante en el devenir de la historia y política de esta parte
del mundo.
El reconocimiento a su importancia se
expresa claramente al ser elegido el organizador de los mayores eventos a nivel
global: el Campeonato Mundial de Fútbol del 2014 y las olimpiadas del 2016. Creemos que gracias
a su posición geográfica su enorme extensión y esa numerosa población, esta vez, no le ocurrirá lo
mismo que a ese México de 1968 y 1970, cuando
también el país azteca fue elegido organizador de los mismos certámenes, con grandes
expectativas por ser la supuesta potencia latinoamericana emergente, pero, al final,
resultó siendo con el tiempo un rotundo fracaso, al convertirse en la actualidad lo que todos estamos presenciando una verdadera tierra
de nadie y casi un estado fallido.
El años pasado, los medios de comunicación internacionales, difundieron un Brasil en caos y sus
principales ciudades tomadas por las protestas, opacando en cierta medida las celebraciones en
vísperas del mundial. Pero, también, demostraron dentro de toda esa murga que en ese país se respira tal libertad
y democracia que el pueblo todavía tiene licencia para que sus reclamos
tomen las calles sin que resulten muertos, cosa imposible de ver actualmente en
otras democracias, sino veamos el caso
de Ferguson en los EEUU.
Es que la democracia brasileña se ha afianzado, tanto así, que no sería exagerado afirmar que si
estuvieran vivos Thomas Jefferson y Benjamín franklin se sacarían el sombrero
por los avances realizados en el tema.
Brasil, debe asumir lo que es hoy, una verdadera potencia
mundial. Por lo tanto debe estar a la altura de otras que existen en el mundo, equiparándose
con ellas en todos los campos, desde el plano
social hasta el militar. Por estas razones está en la obligación de utilizar la
energía nuclear para su defensa.
Si bien es cierto que en 1998 el estado brasileño firmó el Tratado
de No Proliferación Nuclear, hoy en el contexto internacional que se está
viviendo, ese tratado debe reconsiderarse.
Observo en el mapamundi aquellos países que poseen armas
atómicas y es incoherente que Brasil con semejante extensión de territorio y esa
numerosa población no forme parte de ese grupo de potencias nucleares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario