No hay muerto malo ni novia fea dice el dicho popular, y es cierto, porque lanzar
infundios contra el que no está presente o valorar a
una dama solo por su apariencia no es de caballeros.
Por eso, estas líneas no tienen ese propósito, solo narran unos hechos
acaecidos en nuestro país y que nos hacen pensar lo irónico que es el destino.
Hace algunos años cuando el régimen fujimorista estaba en su máximo
apogeo, era común ver a sus voceros más importantes apoyando con burlas, gritos, sino con amenazas las normas, acciones o los abusos de ese gobierno, destacando dentro de
ellos: Marta Chávez, Luz Salgado y el conocido "Saravá" Luis Delgado Aparicio, un
popular hombre de radio, difusor de lo que él mismos denominó la música afro
latina caribeña.
En esos años noventa, una noche, como de costumbre, después de
llegar de la universidad, me puse a mirar “24 horas”, llamándome la atención los
llantos de una mujer delgada y con gafas de aumento que reclamaba la desaparición
de un familiar en una universidad de Lima, no estoy seguro si era su hermano o
esposo, lo cierto es que se la veía muy consternada y abatida y sobre todo impotente
porque no hallaba respuesta a sus reclamos. Más tarde me enteré que era uno de los familiares de aquellos estudiantes desaparecidos en la Universidad La Cantuta
de Lima.
Días después, de nuevo en el mismo noticiero, a Luis Delgado
Aparicio le preguntaron sobre los reclamos de aquellas mujeres que acusaban al gobierno de Fujimori de
la desaparición de sus familiares. Luis Delgado Aparicio con un tono soberbio e
insensible, contestó que aquello era exagerado
y que aquí no pasaba nada y que todo estaba de lo más normal.
Nunca más –durante esa dictadura- volví a escuchar algo sobre el tema.
Nunca más –durante esa dictadura- volví a escuchar algo sobre el tema.
Unos años después, una mañana, despierto y enciendo el televisor y me
encuentro con la noticia del incendio de una exclusiva discoteca limeña, las victimas
de aquel siniestro sobrepasaban la veintena de jóvenes. Grande fue mi sorpresa
al ver que dentro del tumulto de personas aparecía un rostro conocido, era Luis
Delgado Aparicio que con lágrimas en los
ojos gritaba a las cámaras de televisión ¡justicia! para con uno de sus familiares que se
encontraba dentro de la lista de víctimas mortales de aquella tragedia.
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