Jaime
Bayly, apenas regresó de su autoexilio, afines del mes julio, se dio una vuelta
por los programas de TV limeños
y en su recorrido no paró de suplicar, casi de rodillas, que nunca fue
ni será fujimorista, y si quedaba todavía alguna duda de ese rompimiento con
Keiko Fujimori, mandó a toda esa familia, no a
la mierda, sino a comer un chifa
a la calle Capón.
Si
es fujimorista o no, no viene al caso, solo nos recordó aquella entrevista a finales
de los años ochenta a Ricardo Vega Llona y Miguel Vega Alvear. Estos eran otro tipo de empresarios, sobre todo demócratas. Esa noche hablaron del
mal momento que pasaba la economía nacional y su empresariado que comparados
con los de Guayaquil se reducían a unos simples “turroneros”.
Hoy
el fujimorismo con su retorno al poder, está desperdiciando la oportunidad de
limpiar esa imagen de reducto de oportunistas y tenderos que venden su servicio
al mejor postor y así mostrar un nuevo rostro, que podría ser, como los promotores
de las libertades y el consenso
entre los peruanos. Pero, era
mucho pedir para este tipo de agrupaciones efímeras y mercenarias, porque en
lugar de esto, resentidos han empuñado
la navaja revanchista.
Con
cada norma que dictan alientan la censura y la impunidad favoreciendo siempre
la corrupción y el poder absoluto,
minando así la libertad de expresión y a esta endeble democracia. Fueron tan
torpes y ambiciosos y ruines que redujeron los problemas del Perú a un abyecto
reality familiar.
La
candidata Keiko Fujimori en la última campaña electoral para la presidencia de
la república, cuando tenía que enfrentarse al público, lo hacía como kim Jong
Un, siempre rodeada de una enorme seguridad,
armados hasta los dientes. Y observando toda esa escena desde mi sillón
californiano en mi televisor de 30
pulgadas que pesaba casi una tonelada, me preguntaba: ¿Cómo la persona y la
familia más repudiada de este país, podía seguir acaparando tanto protagonismo? ¿Quién la pone o los pone ahí? ¿Sería acaso suficiente los 6 mil millones de dólares
desaparecidos entre el periodo 1992 - 2000?,¿Quién o quiénes, entonces, estarían detrás de la sobre exposición mediática de esta especie de Kardashian “ponja”?
Hace
unos días encontré la respuesta a estas preguntas, leyendo aquel artículo en el
diario La República, en donde, el señor
Roque Benavides, el numero uno de la CONFIEP, afirmaba que era seguidor de la primogénita del ex dictador Alberto Fujimori. El máximo representante del
empresariado peruano admirador no solo
de keiko sino de sus modus operandi.
Ahora
entendemos por qué a Keiko la vemos hasta en la sopa, porque ahora los ex turroneros
tienen como favorita a la última derrotada en las pasadas Elecciones Generales.
Si
es que algún día queremos llegar a ser un país moderno y democrático, esto nunca
se realizará, mientras el empresariado no se democratice y siga estancado en el
tiempo de los encomenderos. Ahora no son los turroneros de antes, hoy son los
nuevos oligarcas peruanos que hacen y deshacen en la política local, y para eso
tienen sus brazos políticos, sus mercenarios, sus perros de presa. Solos, siguiendo
a Keiko y lo que hace y dice, se estigmatizan, con esa etiqueta negra de perversidad
y de dudosa reputación, similar a sus pares rusos en la más decadente época de
Yeltsin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario