Lo estaban haciendo muy bien, es que tienen
una historia plagada de victorias y gobernantes
certeros y lucidos, que la enseñanza de esa historia, tenía que ser obligatoria
para cualquier ser humano que quiere hacer crecer su autoestima, y construir un estado unido, porque contienen
sucesos junto con personajes que harían a cualquier joven imbuirse de
patriotismo y amor propio, es decir, hacer crecer ese sentido de pertenencia hacia su país, sí, ese
nacionalismo que reniega la decadencia mercenaria y la doctrina puta de Mario Vargas
Llosa.
Si hablamos de lo más cercano a Estado nación
que tenemos en estos extensos territorios
en litigio llamado Latinoamérica, Chile, ha sido y es el referente. En épocas decimonónicas,
mientras aquí, se construían ferrocarriles siguiendo el mandato de los
inversionistas británicos, en ese entonces, los vecinos del sur boliviano, tendían sus
rieles de acuerdo a la visión e intereses de su propio país al interconectar sus futuros núcleos de cohesión.
Ahora esa historia chilena no podrá ser conocida por sus propios estudiantes.
Hace algunas horas esta noticia pasó
casi desapercibida en los medios chilenos, como ocurre siempre con este tipo de
atentados, tan silenciosos como la caída de aquellas bombas atómicas sobre Hiroshima
y Nagasaki.
Ayer, el Consejo Nacional de Educación
de Chile aprobó la modificación de su currículum, esto
significa que a partir de 2020, se implementará
la paulatina eliminación de la
asignatura de Historia dentro de su currícula porque ya no será obligatoria.
Esta noticia es preocupante porque sabemos
que, como las AFP, y tantos otros males que han infectado al Perú, nuestros gobernantes locales, tienen la
disminuida costumbre de imitar a los chilenos para luego implementarlo en estas tierras, imponiéndonos a los peruanos. Estos experimentos con el tiempo terminan siendo perjudiciales para la mayoría de compatriotas.
Es obvio predecir que aplicar estas malsanas
reformas educativas sólo crearán generaciones
de humanos que desconocerán todos aquellos hechos históricos cuyo aprendizaje
les hubieran servido para formarles desde jóvenes ese sentido de pertenencia tan
necesarios y que les servirían para
identificarse como parte integrante de su país, en su lugar, unos tecnócratas, que
en realidad son mercenarios de pacotilla, están reemplazándolo con el burdo y caduco argumento "globalizador", que al final
solo significa instruir a los pobladores de los “patios traseros” como supuestos
“tolerantes” y “globalizados” acabando como estólidos conniventes con
el dominio exterior no solo económico sino sobre todo cultural.
El chileno tiene pocas herramientas culturales
como para hacerle frente, al final, será engullido, pero, lo preocupante, y
es el objetivo central de este escrito, es que seguimos nosotros, los peruanos,
descendientes de una cultura milenaria y aún desconocida en buena parte de nuestros
compatriotas, quizás, no tarde en aparecer algún burócrata mercenario que intente afirmar que la asignatura de Historia que aquí se denomina Ciencias Sociales no sea obligatoria, esto sería, en definitiva, como una segunda invasión genocida sobre nuestra cultura, sería en suma,
una abierta declaración de guerra al mundo andino y los millones de seres
humanos que aún creen que la globalización también significa el respeto hacia
otras culturas y no la imposición de una sola.
Porque las grandes potencias en acenso
son países nacionalistas y crecen gracias a su capitalismo estatal y se
defienden con sus ejércitos patriotas como Roma en los inicios de su poderío, mientras
tanto, los que ahora están en decadencia
son los estados dominados por sus oligarcas, y son amenazantes con sus ejércitos plagados de mercenarios,
como también en su momento lo hizo Cartago.
Y solo la memoria histórica, solamente
esa historia que en Chile hoy la están destruyendo y que en el Perú está en proceso de desaparición, nos dirá quién saldrá ganador en este enfrentamiento.
Esa es la importancia de esta historia que unos hijos de puta nos quieren quitar a los latinoamericanos. La
guerra está declarada hacia la memoria, hacia la historia del ser humano y que desde
Heródoto su obligatoriedad de estudio se ha respetado. Se trata de una guerra de
sobrevivencia cultural, una guerra sin sangre pero aniquiladora de mentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario