Han pasado casi tres décadas desde que el mundo vio
sorprendido como una de los dos únicas superpotencias de aquella época, en este
caso, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), se
desintegraba, surgiendo de ella lo que ahora conocemos como la Federación rusa
y un numeroso grupo de países que han
venido a engrosar el tercer mundo.
En pleno siglo XXI y después de analizar los
acontecimientos que se produjeron en el planeta después de esta histórica
disolución, llegamos a la conclusión,
que fue un hecho nefasto para todos los habitantes de esta aldea global.
En mayor o menor medida, todos fuimos afectados
negativamente, inclusive, los Estados Unidos, ya que, desde esos años sus ciudadanos no solo han
visto disminuir sus derechos individuales sino también ese notorio estado de bienestar que antes
gozaban., Hoy más bien, de la tierra del Tío Sam llegan estadísticas marcadas de inequidad y
enormes diferencias de ingresos entre su población.
Cuando existía la URSS había una especie de competencia entre las
dos superpotencias, y los distintos gobiernos de los Estados Unidos no permitía
mostrar aspectos negativos de su sistema económico, social y político, lo cual,
hubiera servido para que los soviéticos hicieran escarnio de ellos, por eso, la
población vivía bien. La existencia de otro sistema competitivo beneficiaba a
la mayoría de la población estadounidense, cosa que fue decayendo desde la
desintegración de la Unión Soviética.
Inclusive la misma Federación rusa que heredó la membresía de la URSS, a pesar de su
actual crecimiento como potencia militar global
y equiparar y hasta superar en algunos aspectos a los EEUU, aun no logra
tener el poder que ostentó cuando integraba la
Unión Soviética. La crisis demográfica es imparable en todos los estados
que conformaron la ex URSS y sus
economías ni se asoman a la época soviética.
En cuestión de seguridad tampoco para el planeta
fue beneficioso, porque hoy estamos más cerca de un enfrentamiento nuclear
entre los EEUU y RUSIA que cuando existía la URSS.
Incluso el mundo en esos años era más democrático
que ahora, porque convivían dos ideologías, dos sistemas políticos y económicos
enfrentados, y en medio, los estados no alineados, beneficiándose de esas pujas
por ver quién era la mejor opción. Hoy no existe eso y el mundo está más
vulnerable a todo tipo de atropello, porque ya no interesa defender nada, hay
una especie de anarquía, solo vale la depredación, y prevalece un galopante conservadurismo fascista.
En fin son muchas las razones que nos hacen pensar
que la desaparición de la URSS trajo al
mundo nefastas consecuencias.
Pero no solo eso. Porque si uno se detiene a analizar acerca de cómo se sucedieron estos
hechos, nos daremos cuenta que esta desintegración fue ilegal.
¿Y por qué lo decimos? por la existencia de un acontecimiento acaecido por esos días que nos demostraría lo
irregular de esta disolución.
Nos estamos refiriendo al referéndum que se
celebró ese domingo 17 de marzo de 1991,
por el cual, los votantes de esa federación contestaron la siguiente
pregunta:
« ¿Usted considera necesaria la preservación de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como una federación renovada de
repúblicas soberanas iguales en la que serán garantizados plenamente los
derechos y la libertad de un individuo de cualquier nacionalidad?»
Los resultados de dicha consulta fueron los
siguientes: un 77.8% votó para que la URSS continúe existiendo.
A pesar de
estos resultados y desoyendo la voluntad popular, Yeltsin y Gorbachov, disolvieron la URSS ese 26 de diciembre de
1991.
De acuerdo a estas evidencias, la disolución de la
URSS fue un acto ilegal, por lo tanto, los actuales ciudadanos que habitan
cualquiera de estas ex repúblicas que integraron ese antiguo estado tienen todo el derecho de reclamar su
restablecimiento, porque sería de ley.
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