domingo, 10 de julio de 2022

¡ No cambien la Constitución de 1993 !

 


El conflicto en Ucrania, extrañamente, sigue prolongándose y sus consecuencias, sobre todo económicas, se van sintiendo a nivel global. Esta coyuntura a pocos países les beneficia pero tristemente a la mayoría que estamos en la periferia el golpe es más fuerte y lo paradójico es que, una de sus principales víctimas es Alemania con su estrangulado sector energético que absurdamente sus tecnócratas y estólidos adictos de seguir hojas de ruta interpuestas se buscaron el pleito con Rusia quien había sido su principal proveedor de gas barato. Ahora Putin les ha cerrado el caño y ahora todo Deutschland sufre esa falta de autonomía de sus políticos.

Una triste imagen que no deberían imitar aquellos países que suponemos les molesta que los señalen que forman parte de ese grupo de Estados que Donald Trump “coloquialmente” llamaba "países de mierda" . 

América Latina, como era lógico, no podía estar fuera de los estragos causados por ese conflicto -hasta ahora- focalizado solo en Ucrania.  Y, si analizamos el grado de resiliencia de los países del área, podemos entender que, en el Perú, si bien es cierto, también estamos sufriendo estos terribles efectos de ese conflicto que nos está ahorcando, pero, si aún no llegamos a la completa asfixia es gracias a ese pequeño "hilillo" de respiración que nos está dando el particular dinamismo de nuestra economía, estamos hablando de ese libre mercado que impera.

Es que, si uno lo ve desde la óptica de esa historia imparcial y para muchos molesta. Si no fuera por la corrupción imperante en la clase política y patrocinadas por las poderosas instituciones supranacionales que mantienen unas hojas de ruta con directrices y sistemas burocráticos, torpes y lentos que maduran el cochambre y el subdesarrollo, sin estos factores predeterminados y perniciosos, estamos seguros que está comarca sería como Suiza.

Aquí debemos aclarar que, desde esta perspectiva histórica e imparcial, la prosperidad de los pueblos producto del comercio y el libre mercado en nuestra comarca andina siempre ha sido tradicional si no recordemos la civilización de Caral que prosperó gracias a ese libre comercio. Sin lugar a dudas ese libertad de comercio que va nacer en Europa occidental en el siglo XVIII sus ideólogos definitivamente tuvieron que inspirarse en estos pueblos antiguos.

Pero regresando a la actual cruel realidad, hoy por hoy la “gallina de los huevos de oro” lo sigue poseyendo el Perú con la vigente constitución de 1993.

Esta Constitución con sus "pros" y sus "contras", es justamente su parte económica la que está ayudando en el intento de salir de esta enorme crisis provocada por las cuarentenas dispuestas que hicieron el mismo daño que hace una guerra convencional con el incesante bombardeo de la artillería pesada que obliga a cerrar comercios. Aquí fueron decretos estrictos bajo la restricción de los derechos fundamentales.

Lo que notamos también es que, afuera, a nadie le conviene ver al Perú estable y próspero, por eso tienen dentro de nuestras fronteras a sus lacayos que buscan azuzar la anarquía y la división entre los peruanos, para así hacer aquellas "reformas" que les traerá grandes réditos manteniendo nuestro subdesarrollo.

En este momento para los peruanos sería hacernos "harakiri" cambiar la actual Constitución Política de 1993. Si bien es cierto que existen políticos y un sector de la sociedad peruana que buscan su cambio, creemos que este sería la mayor torpeza que se podría realizar en estos tiempos porque solo nos llevaría al incremento de nuestros problemas ya que los que intentan hacerlo, por su mediocridad, no aseguran que el resultado sea beneficioso para el Perú y los peruanos.

Solo falta algunos pequeños ajustes o reformas en cuestión de recursos naturales y el aspecto laboral, y en otros ámbitos sociales que respete la diversidad y la descentralización, el resto del texto constitucional no debería tocarse. Pero esto se tendría que hacer con otros protagonistas porque en las manos de la actual cerril y semianalfabeta  clase política peruviana (derecha, izquierda y centro) llevarían al país entero al abismo.

Aquí se trata de madurar con algo de autoestima. No somos ni más ni menos que nadie, y bajo esa sana coherencia debemos buscar soluciones tomando decisiones con cierto grado de autonomía que refleje la madurez de un país milenario.

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