domingo, 1 de octubre de 2023

Occidente y el holocausto educativo peruano

El día despejado ayudaba a distinguir muy bien cada vericueto de esta escuela secundaria de un barrio sin importancia de la ciudad de Arequipa.

Afuera hacía calor, un día perfecto como casi siempre te permite el clima sano de esta urbe sur peruana.

Pero es paradójico, mientras fuera el clima era cálido y placentero, en la sombra ocurría lo contrario, era tiritero y escalofriante.   

El humilde profesor ingresó a ese ambiente hacinado de docentes que impacientes esperaban el inicio de la reunión.

Con el rostro notoriamente derrotado, impotente y el cuerpo reducido como un preso con camisa de fuerza, solo atinó a decir con voz entrecortada:

-  Maestros, no podemos hacer nada más. Si el estudiante no quiere trabajar y les ofende, ustedes, tienen que quedarse callados y no hacer nada. No podrán sacarlo del salón, porque las leyes están en nuestra contra. No nos hagamos problemas. Estamos solos en esto. Les aconsejo mejor no se metan en problemas.

El habitáculo quedó en completo silencio y el profesional en educación abandonó el lugar ahora con el rostro rotulado de inutilidad y vergüenza. El mismo rostro se veía en el resto de sus colegas que solo les quedaba mirarse entre ellos y aceptar la terrible realidad de ver como se producía esta sutil destrucción del papel formativo del docente peruano que  se está llevando a cabo los últimos años de forma sistemática y constante.

Lo sorprendente es que, cuando alguien analiza de dónde proviene esta decadencia y degradación, nos enteramos que derivan de las directrices impuestas por aquellos funcionarios y especialistas formados en universidades e instituciones occidentales, generalmente de Estados Unidos.

Y esto es gravísimo, porque los jóvenes que se deforman con un sistema educativo que no les enseña a percibir la importancia del respeto de las normas y las leyes comenzando desde la disciplina y la responsabilidad de cumplir las reglas dentro de un salón de clase, están condenados a que en el futuro sean ciudadanos soberbios, estólidos e ignorantes, necios y vulnerables ante cualquier tipo de adicción a drogas, desordenados, sediciosos de las leyes, golpistas en potencia, sedientos de caos y violencia, disociados del país y la nación. Es decir, son los condenados que condenarán a un país entero al permanente caos y corrupción, desordenado, débil y vulnerable a cualquier poder externo. Un circulo eterno de desorden y subdesarrollo.  

Para nadie es desconocido que después de la Pandemia del COVID 19, las instituciones del país se han debilitado y hemos quedado vulnerables como país a la dinámica de los poderes externos, particularmente del principal que domina el hemisferio, que es el estadounidense, que hoy en materia educativa influencia y de forma corrosiva.

Ahora, si leemos los diarios, vemos que en otras partes del mundo se está dando el mismo problema, como el caso de Corea del sur, donde también estos males están dañando su sistema educativo.

Hace algunas semanas el gremio de profesores de ese país realizó masivas protestas en sus principales ciudades en contra de la imposición de este tipo de medidas que restringe la autoridad de los docentes.

Según indican los medios internacionales, esta problemática llevó inclusive al suicidio de una maestra debido a la presión y la impotencia que sentía al ver que las normas impuestas le quitaban autoridad dentro del salón de clase, lo mismo que hoy está ocurriendo en los distintos colegios públicos del Perú.

Las masivas protestas de los profesores surcoreanos trajeron sus frutos, y el gobierno surcoreano pro occidental, tuvo que retroceder en estas medidas degradantes que limitaba la autoridad al docente y permitió, recordando la antigua tradición de disciplina asiática, que los profesores surcoreanos volvieran a impartir disciplina pudiendo ahora retirar del salón a todo aquel estudiante indisciplinado.

Corea del sur es un país desarrollado y parece que aun sus autoridades mantienen cierta lucidez cuando se trata de gobernar.

Esperemos que en el Perú se tome en cuenta estos casos para no seguir hundiendo la educación peruana en perjuicio de las siguientes generaciones, lo cual representa una posible amenaza a la armonía y el sistema democrático, sobre todo, cuando se imponen normas alejadas de la realidad histórica peruana que promueven el caos, la anarquía, el desgobierno y dentro de ello, restringen el papel formativo de un profesional que busca la loable labor de educar a jóvenes de un país en vías de desarrollo.

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