Estas características no son más que
producto de aceptar desde sus inicios el aporte andino o sea el aporte quechua
dentro de su idiosincrasia.
Una muestra de ello y del que algunos
historiadores coinciden es el tipo de hablar del campesino mistiano que allá se
denomina “Loncco”, luego está la arquitectura de su ciudad y sobre todo su
gastronomía, y es justamente ella la que hoy nos motiva este post.
Cuando un arequipeño sale de su ciudad
y se establece en otra del Perú o del mundo su más terrible castigo es
acostumbrarse a las viandas del lugar ya que esta ciudad y sus alrededores
poseen la gastronomía más variada y rica de todo el territorio peruano, y si
estamos hablando de la gastronomía peruana nos referimos según los entendidos a
una de las más importantes del mundo junto con la china y la francesa.
Para entender esta riqueza culinaria
arequipeña, solo basta elegir un plato de toda esa variedad. Tomemos el adobo
arequipeño, por ejemplo, que es solo una muestra de toda esa cultura que
caracterizó a esta ciudad desde sus inicios. Hablar de este plato, es hablar de
lo que anteriormente afirmábamos, es esa unión sana y sin prejuicios, cuando se
fundió el cerdo característico de la ganadería hispana con esa chicha, sagrada
bebida del mundo andino, ambos se unieron y dieron nacimiento a este plato que
los días domingo son infaltables en cualquier barrio o esquina de esa volcánica
ciudad.
Ese mestizaje que el costeño renegó en
algún momento y lo sigue haciendo, ha sido una de las causas de su poca
autoestima. Mientras tanto en Arequipa su aceptación significó ese orgullo tan
característico que se encuentra en cualquiera de sus habitantes y una frase tan
popular en esas tierras lo describe de esta manera: “Arequipeño, ni grande ni
pequeño, arequipeño”.
Grandes lecciones que debieron
aprender los que intentaron darle forma a este país. Ese ha sido el verdadero
gran aporte arequipeño a la cultura peruana, es el aporte del MESTIZAJE sin
prejuicios, enriquecedor y sano, a pesar de que en los últimos años en la
ciudad algunos ignorantes de su verdadera historia le quieren dar un matiz más hispano
a lo que es su verdadero espíritu.
Así el peruano debe sanamente
aceptarse y fundirse sin complejos de ningún tipo con su parte andina y de esta
forma crear un mejor ser humano, más fuerte con una autoestima tan sólida como
las piedras de Machu Picchu y tan igual como cuando se fundieron aquellos
ingredientes tan diversos que dieron a la luz esa exquisitez llamado adobo
junto con toda esa rica gastronomía arequipeña.
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